22-10-2013
Para don Manuel González Prada, luego de la catástrofe bélica y moral de la guerra de rapiña entre 1879-1883, el porvenir nos debía una victoria, aquella a conseguir por las nuevas generaciones. Escribió en el famoso discurso en el Politeama y que fuera pronunciado por el escolar Gabriel Urbina cuando se reunían fondos para el rescate de las entonces provincias cautivas Tacna y Arica (29-7-1888):
"Señores:
Los que pisan el umbral de la vida se juntan hoi para dar una lección a los que se acercan a las puertas del sepulcro. La fiesta que presenciamos tiene mucho de patriotismo i algo de ironía: el niño quiere rescatar con el oro lo que el hombre no supo defender con el hierro.
Los viejos deben temblar ante los niños, porque la jeneración que se levanta es siempre acusadora i juez de la jeneración que desciende. De aquí, de estos grupos alegres i bulliciosos, saldrá el pensador austero i taciturno; de aquí, el poeta que fulmine las estrofas de acero retemplado; de aquí, el historiador que marque la frente del culpable con un sello de indeleble ignominia.
Niños, sed hombres, madrugad a la vida, porque ninguna jeneración recibió herencia más triste, porque ninguna tuvo deberes más sagrados que cumplir, errores más graves que remediar ni venganzas más justas que satisfacer.
En la orjía de la época independiente, vuestros antepasados bebieron el vino jeneroso i dejaron las heces. Siendo superiores a vuestros padres, tendréis derecho para escribir el bochornoso epitafio de una jeneración que se va, manchada con la guerra civil de medio siglo, con la quiebra fraudulenta i con la mutilación del territorio nacional.
Si en estos momentos fuera oportuno recordar vergüenzas i renovar dolores, no acusaríamos a unos ni disculparíamos a otros. ¿Quién puede arrojar la primera piedra?
La mano brutal de Chile despedazó nuestra carne i machacó nuestros huesos; pero los verdaderos vencedores, las armas del enemigo, fueron nuestra ignorancia i nuestro espíritu de servidumbre."
Con humildad sempiterna de combatiente me atrevo a sostener que el porvenir nos debe una respuesta, una propia inconfundible, preñada de amor creativo y dignidad para no seguir siendo el país de juguete que somos en manos de pandillas grotescas y bufones que se pretenden "líderes". Afirmo que Perú tiene que darse su propia respuesta.
Y, en efecto, si las coordinaciones son las mejores y más rigurosas, decenas de escolares de colegios secundarios estatales y privados, se reunirán en cónclave alerta para conmemorar la gesta de Tarapacá en noviembre de 1879. Ante la ausencia cuasi natural del Estado y su ignorancia desvergonzada, los jóvenes de hoy, aquellos llamados a ser los capitanes del Perú que busca su propia respuesta, lo harán como parte de un análisis de la difícil vecindad con Chile y el fallo próximo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Será ocasión propicia para que aquellos que fuimos parte de una juvenilia contestaria y renuente a declinar los románticos valores de patriotismo, amor a nuestra historia y premunidos de un sagrado respeto por quienes dieron en los campos de batalla todo por el Perú, nos demos el gran abrazo generacional con los muchachos de hoy. Es hora de demostrar que la Patria no está perdida a merced de los mercaderes que todo lo negocian, todo lo venden y todo lo pierden en nombre de sus prostituidos intereses carroñeros.
Perú asiste a los disfuerzos terminales de una generación mediocre y miope. Incapaz de pensar en rumbo de horizonte o columbrando los grandes destinos de la Patria, gran parte de la casta política sólo sabe robar y estafar, prometer y no cumplir, timar y claudicar. El espectáculo de los días corrientes nos dice por epitafio vergonzoso cómo es que tres ex presidentes son sospechosos de ser rateros vulgares. Nada descarta que la lista se incremente en menos de un lustro, en uno más, episódico y deleznable individuo.
Cuando la circunstancia pone en bandeja al gobierno y al Estado las posibilidades de amalgamar un enorme frente noticioso e histórico para los 30 millones de peruanos y en oportunidad de conjurar 1879, el gobierno es anuente con el adefesio de "cuerdas separadas" tan simpático para los empresarios rentistas y explotadores que ven en el trabajador tan solo un guarismo, un cholo barato.
Frente a la gran disyuntiva de contribuir a la unidad nacional emergiendo desde las cavernas en que dejó la dupla Fujimori-Montesinos a gran parte de los medios de comunicación, estos se hacen los bobos y tan sólo comunican lo que conviene para mantener anestesiado y estupidizado al pueblo que no sabe de qué se trata. He aquí una responsabilidad por la que tendrán que responder cuando les sea marcada la frente culpable con el sello de indeleble ignominia que decía don Manuel.
Me reafirmo, pues, el porvenir nos debe una respuesta.
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