31-10-2013
El ex presidente Alan García dijo en días pasados qué el no había robado ni un sol, como ciudadano tiene derecho a decir lo que más crea conveniente y la ciudadanía debe respetar tal declaración. Por alguna razón o razones misteriosas gruesos sectores cívicos, a la hora de la prueba, apenas si votaron a 4 parlamentarios, es decir una exigua o raquítica representación en el Congreso. Y esto fue en el 2011, ¿ha cambiado algo esta situación, hoy que García proclama su honestidad urbi et orbi? Su soledad no es gratuita.
No sé si encuestas manipuladas o pagadas por algún sector o sectores dan como resultado que el señor García Pérez esté entre los más desprestigiados hombres públicos al lado de Alejandro Toledo y Alberto Fujimori, también ex mandatarios y el talón de Aquiles se refiere inequívocamente a la falta de honradez presumible o de la que se sospecha en forma caudalosa.
García Pérez puede decir cuanto le venga en gana, el torbellino de sus asertos delatan miedo, terror, pavor que sus audacias durante la segunda gestión, 2006-2011, le incluyan en juicios penales, señaladamente el capítulo de los narcoindultos y los colegios emblemáticos, el Estadio Nacional y otros más. Ni la eclosión verborrágica o picardía gris en un país de políticos ultra-mediocres, lo que hace parecer a Alan un faro de luz potente, logran disimular la inquietud del robusto lenguaraz.
En apenas algo más de 30 años Alan García Pérez tiene sobre sí el dudoso honor de haber convertido una escuela política ética, el aprismo, en un baldón esclerosado al que la ciudadanía mayoritaria de todo el país, reputa como una banda de rateros, monreros y estafadores de la peor calaña. La prestidigitación de este caballero tumbó protervamente una historia heroica, plena en vitalidad luchadora y capaz de unir a sus huestes en la fraternidad de cánticos, historias, recuerdos y dinámicas que ningún partido en Perú alcanzó con tales cumbres emotivas y sensibles. En un país huérfano de colectividades, la obra de Haya de la Torre alcanzó picos de fe y religiosidad insobornables. Hasta que llegó Alan García Pérez.
He definido varias veces la aberración de que es autor García:
"Sostengo que aprismo es aprismo y alanismo es cualquier otra cosa. Básicamente, creo que el proyecto de AGP es válido para su instinto de animal político. Sin poder mandar o tener a quienes someter, AGP, es como pez fuera del agua. Su elemento es la política. El poder por el poder. En su encuadre organizativo no interesan para nada la estructura del Estado, ni el juego de los poderes. Mucho menos quiénes los protagonistas ocasionales de los enjuagues. Por ejemplo ¿ha cambiado AGP de fichas para su manejo interno? ¿No siguen siendo Jorge del Castillo, Mercedes Cabanillas y algún otro, los que hablan por él, le defienden y ahora anuncian su retorno? ¿En qué ha cambiado? Yo diría que en nada.
El aprismo de Haya de la Torre insurgió a sangre y fuego en tiempos en que una oligarquía cerril usó por décadas a los militares como perros guardianes de su poder omnímodo. Cuestionó el status quo y procuró el poder, a través de elecciones y también por la vía revolucionaria de la revuelta y la conspiración. Querían el cambio, aspiraban a un país mejor y con menos desigualdad. El norte de sus ambiciones pasaba por la democrática convicción de saberse limpios para irradiar una atmósfera diáfana desde los pagos del poder. Fue la epopeya de un pueblo y de un partido. Miles murieron y dejaron parte de su vida en la lucha política y ésta encarnó en una religión que hasta hoy canta una Marsellesa emocionada y hasta con lágrimas. Y cuando se creyó llegada la hora de la gran transformación en 1985, advino un mozallón dotado de una innegable facilidad de palabra pero que hizo todo lo posible para destruir la forja que cientos y miles de héroes habían apisonado con sus vidas." ¡El aprismo es aprismo, no alanismo! http://www.voltairenet.org/article163796.html, 20-1-2001/Liberación*
¿Qué busca García? Competir para ver si pesca una tercera estancia en Palacio. No procura cambiar nada porque él es parte del sistema, es el mejor candidato del conservadurismo nacional y tendrá que luchar con sus pares Keiko Fujimori, Kuczynski, Castañeda, Acuña, el llamado populismo mafioso, para erigirse en el aspirante idóneo para custodiar el poder de los más poderosos del país, esos que no quieren saber nada con los cambios y ¡menos con los de abajo! La pálida demostración de poder popular ayer en el Congreso no pasó de una bufonada de muy mal gusto. Es obvio que ni los simios alanistas creen que el piso está seguro porque saben muchas cosas. Distinto es que deban honrar compromisos de baja estofa de los que no pueden sustraerse.
No estoy muy seguro que a García aguarde la gloria o la historia, por lo menos no en los términos en que él barrunta su triunfo. Antes tendrá que dar cuenta sobre los crímenes en El Frontón, en torno a su primer gobierno que una conveniente y combinada prescripción fabricada por algunos, le salvó. Más aún el feo asunto del Estadio Nacional y S/ 218 millones de soles en una Fe de Erratas y los miles de narcoindultos, son distintivos que le imbrican en acciones por esclarecer.
Estoy cierto que los apristas genuinos abominan que por calles y plazas en todo el país les llamen rateros y ladrones, por tanto ¿qué esperan para limpiar el templo de mercaderes a latigazo limpio? Los mercenarios alanistas sólo funcionan bajo la premisa que el resto no haga nada y por ese derrotero se van a la extinción política que moralmente esas gavillas tiene sobre sí la condena fulminante de la historia contemporánea.
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