A pesar de su economía en bancarrota, Italia se da el lujo de disponer del 10º presupuesto militar más alto del mundo, aparentemente dedicado a misiones de carácter civil o humanitario. Pero un atento análisis permite descubrir que los objetivos de esas misiones no son nada pacíficos.
Mientras la gente desfila por las calles de Roma reclamando inversiones públicas en la creación de empleos, en el sector de la vivienda y en los servicios sociales, la Cámara de los Diputados prepara el lanzamiento del decreto-ley que concede fondos públicos para las misiones militares internacionales. Ese dinero se agregará a los fondos destinados a las fuerzas armadas y al armamento poniendo a Italia –según el SIPRI (Instituto Internacional de Estudios para la Paz, siglas en inglés)– en el décimo lugar mundial en materia de gasto militar real, con un monto 26 000 millones de euros en 2012, lo cual representa un gasto de 70 millones de euros al día.
Sobre eso, sin embargo, reina el más absoluto silencio mediático. Y es una lástima porque saberlo proporcionaría al menos a los italianos con crecientes problemas económicos la satisfacción de saber que sólo para el último semestre de 2013 se destinarán 125 millones de euros a la misión militar en Afganistán, 40 millones de euros para la misión militar en Líbano, 24 millones para la de los Balcanes y 15 millones para la «lucha contra la piratería» en el Océano Indico, además del gasto aún secreto destinado a la nueva base en Djibuti.
En sólo 3 meses, [Italia] gasta 5 millones para participar en la misión de la OTAN en el Mediterráneo, además de los gastos –aún no cuantificados– de la operación Mare Nostrum, y otros 5 millones para mantener personal militar en Tampa –en la Florida estadounidense– donde tiene su sede el Comando Central de Estados Unidos, en Bahréin, en Qatar y en los Emiratos Árabes Unidos. Se destinan asimismo más de 5 millones de euros en 3 meses para los militares y policías que ayudan en Libia a «enfrentar la inmigración clandestina» y a garantizar el mantenimiento y uso de «las unidades navales cedidas por el gobierno italiano al gobierno libio».
También se gasta dinero público para enviar militares italianos a Sudán, a Sudán del Sur, a Mali, Níger, el Congo y otros países más pagando a los uniformados altas primas durante el cumplimiento de sus misiones, primas que además son un 30% más altas si ese personal no recibe alojamiento y alimentación gratuitos.
A los gastos militares se agregan los del «respaldo a los procesos de reconstrucción» y los de «consolidación de los procesos de paz y estabilización». Eso representa 23,6 millones de euros en 3 meses, a los que la ministra de Relaciones Exteriores Emma Bonino puede agregar otros recursos mediante decretos propios. Y la ministra ya anunció que en diciembre estarán disponibles otros 10 millones de euros para las «ayudas humanitarias», como la «limpieza humanitaria de minas» en países anteriormente atacados por la OTAN –acciones en las que participó Italia– con bombas que dejan en el terreno numerosos elementos sin estallar, o en países donde la OTAN ha fomentado la guerra. Entre esas misiones de «estabilización de los países en situación de conflicto o de postconflicto» está la que se desarrolla en Libia, país destruido por la guerra de la OTAN y que ahora enfrenta una caótica situación de postconflicto.
Para cubrir todos esos gastos se recurre también a los «fondos de reserva y fondos especiales» del ministerio de Economía y Finanzas, fondos que por lo tanto no estarán disponibles cuando haya que enfrentar situaciones de urgencia social en la propia Italia.
El ministro de Economía y Finanzas está por demás «autorizado a aportar las modificaciones presupuestarias que se hagan necesarias», o sea a aumentar los fondos destinados a las misiones militares.
Esas misiones cuentan además con el respaldo del presidente Napolitano quien advirtió el 4 de noviembre: «Cuídense de hablar a la ligera de una reducción de la participación de Italia en el plano militar». También tienen el respaldo de los diputados del PD [1], quienes defienden a capa y espada el decreto-ley, con el respaldo de los diputados del PDL. La oposición (SEL y M5S) se limita, por lo general, a proponer enmiendas que no afectan lo fundamental y a criticar «el hecho que la contribución italiana a la seguridad internacional sea de carácter exclusivamente militar».
Se ignoran así otros dos hechos. Con su «contribución militar» Italia no fortalece la seguridad internacional sino que más bien la socava. Y la contribución «civil» sirve a menudo de trampolín a la intervención militar.
Traducido el español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
[1] Partidos políticos citados:
• PD: Partito Democratico. Es la formación política del primer ministro Enrico Letta.
• PDL: Pueblo de la Libertad, creado por Silvio Berlusconi.
• SEL: Sinistra, ecologia e libertà (Izquierda, Ecología y Libertad), creado por Niki Vendola después de su ruptura con la Rifondazione Comunista.
• Movimento 5 Stelle (Movimiento 5 Estrellas], creado por el humorista Beppe Grillo.
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