En momentos en que Washington prepara la destrucción de las armas químicas sirias, probablemente en Albania y lo más rápidamente posible, el gobierno sirio hizo un estudio sobre las condiciones de transporte de esas armas desde los lugares donde se encuentran almacenadas hacia el puerto sirio de Latakia.
Damasco presentó a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) un expediente completo donde describe las condiciones de seguridad que habrá que crear para el transporte de ese material en zona de guerra. El estudio resalta la necesidad de disponer de equipamiento adaptado a esas condiciones y señala específicamente que la OPAQ deberá poner a la disposición de las autoridades sirias 40 camiones blindados de 15 toneladas para el transporte de dicho material y un sofisticado sistema de comunicaciones seguras para garantizar el más estricto secreto en la coordinación de las operaciones.
A pesar del absoluto secreto que debería rodear las actividades de la OPAQ, este pedido no tardó en conocerse en los medios diplomáticos y ha provocado la furia de la Coalición Nacional de la oposición exterior.
El problema es que si los grupos armados que siembran el terror en Siria y que ya han provocado más de 100 000 muertes han podido proseguir la guerra hasta ahora es fundamentalmente porque disponen de 2 cartas de triunfo que les permiten conocer por adelantado los movimientos del Ejército Árabe Sirio: el acceso a las imágenes satelitales de la OTAN y la escucha de las comunicaciones gubernamentales.
La existencia misma de esta polémica, independientemente de la decisión que se tome finalmente, hace pensar que Washington puede decidir en cualquier momento abandonar a los «rebeldes».
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