Israel no es miembro de la OTAN, que desarrolla una asociación por la paz con casi todos los países árabes. Sin embargo, los miembros de la OTAN y el Estado hebreo realizan constantemente maniobras conjuntas para poner a prueba la interoperabilidad de sus fuerzas armadas. Así que la colonia judía en Palestina goza de facto del respaldo de la alianza atlántica, pero no de su garantía de intervención inscrita en el artículo 5 del Tratado. Aunque a decir verdad, esto último carece de importancia ya que es Estados Unidos el que imparte las órdenes de movilización a todos los aliados.
Los caza-bombarderos italianos Tornado, Eurofighter 2000, F-16 Falcon y otros que bombardearon Libia participando en 1 182 misiones durante la operación de la OTAN Unified Protector (Protector Unificado) están nuevamente listos para el despegue. No para participar en una nueva guerra de la OTAN en Libia, país ahora desintegrado y sumido en el caos, sino para preparar otras guerras. En efecto, esos aviones participarán en noviembre en la maniobra de guerra aérea de mayor envergadura que se haya realizado nunca en Israel.
Bajo la denominación de Blue Flag (Bandera Azul), como la de la US Air Force, la maniobra debe desarrollarse dentro de dos semanas en el desierto de Neguev. Las fuerzas aéreas invitadas son poco numerosas y muy seleccionadas: las de Estados Unidos, Italia y Grecia [1]. En conjunto, participarán en Blue Flag más de 100 aviones y 1 000 militares. Será una maniobra de fuego, en la que se utilizarán bombas y misiles guiados con sistemas de precisión. Se trata de un simulacro de ataque en la profundidad de un territorio enemigo dotado de fuertes defensas aéreas –como Irán, por ejemplo. Después de neutralizar esas defensas, los caza-bombarderos golpearán los objetivos terrestres representados por blancos diseminados por el desierto. En los duelos aéreos, el papel de la aviación enemiga lo hará el Aggressor Squadron de la fuerza aérea israelí, cuyos pilotos están entrenados para simular diferentes tácticas de combate, «en particular las de las fuerzas aéreas árabes».
Israel concede gran importancia a Blue Flag. La fuerza aérea israelí, declaró el general Amikam Norkin, está experimentando con nuevos procedimientos «para acortar la duración de las guerras futuras» potenciando su propia capacidad destructiva, lo cual permitirá «multiplicar por 10 el número de blancos individualizados y destruidos». Y este es el momento de poner a prueba esa capacidad, en un ejercicio conjunto con fuerzas aéreas tan avanzadas como las de Estados Unidos e Italia.
Como prueba de las capacidades alcanzadas, el general Norkin subrayó –en una entrevista concedida el 21 de octubre a Defense News– que durante los 8 días de la operación Pilar de Defensa, efectuada contra Gaza en noviembre de 2012, la aviación israelí atacó 1 500 objetivos, o sea el doble de los atacados durante los 34 días que duró la agresión israelí contra el Líbano en 2006. Así que los pilotos italianos tendrán también mucho que aprender durante su participación en la maniobra de guerra en Israel.
Blue Flag sirve también como medio de integración de la fuerza aérea israelí a las de los países miembros de la OTAN. Hasta ahora la fuerza aérea israelí se había limitado a la realización por separado de maniobras conjuntas con cada uno de los miembros de la OTAN, como la maniobra realizada con la aviación italiana en la región de Decimomannu, en la isla de Cerdeña. Así que, aunque Israel no sea oficialmente miembro de la OTAN, el hecho es que en el plano operacional el Estado hebreo forma parte de la estrategia y de las operaciones militares de la alianza atlántica. Lo anterior entra en el «Programa de cooperación individual» con Israel, ratificado por la OTAN el 2 de diciembre de 2008, precisamente unas 3 semanas antes del inicio de la operación israelí contra Gaza conocida como «Plomo Fundido».
Ese programa abarca una amplia gama de sectores en los que «la OTAN e Israel cooperan plenamente»: intercambio de información entre los servicios de inteligencia; conexión de Israel al sistema electrónico de la OTAN; cooperación en el sector del armamento; aumento de las maniobras militares conjuntas; ampliación de la cooperación contra la proliferación nuclear, en la que no se tiene en cuenta el hecho que Israel –única potencia nuclear del Medio Oriente– se niega a firmar el Tratado de No Proliferación y rechaza además la realización –propuesta por la ONU– de una conferencia por la desnuclearización del Medio Oriente.
Así que Italia participará en Blue Flag con sus caza-bombarderos. Estos despegarán por encima de las cabezas de los más de 6 millones de italianos hoy desempleados –o casi desempleados– sin que sepa de qué parte del presupuesto del Estado saldrán los fondos para el envío a Israel de los aviones y el personal militar italianos y para su participación en esa maniobra. Lo que sí se sabe es que será dinero público sustraído a los gastos sociales.
Los caza-bombarderos italianos despegarán también por encima de un parlamento cuyos miembros, en su casi totalidad, probablemente ni siquiera han sido informados de la participación de Italia en esa maniobra aérea organizada en Israel; parlamentarios que por lo tanto ignoran –quizás ni siquiera se preocupan por ellas– las implicaciones políticas, militares y económicas de dicha participación. En el preciso momento en que la Cámara de Diputados de la República Italiana discute sobre las misiones militares, que la mayoría parlamentaria presenta como indispensables para la paz internacional, sobre todo en el Medio Oriente. Si algún diputado llegase a presentar una pregunta sobre la participación de Italia en Blue Flag, el ministro de Defensa Mario Mauro responderá seguramente que se trata de una maniobra de guerra... pero de carácter «humanitario».
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión francesa de Marie-Ange Patrizio.
[1] Y posiblemente Polonia, según informes no confirmados. Nota de la Red Voltaire.
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