20-12-2013

El 27 de enero del 2014, a pocos minutos de haberse leído en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, el veredicto sobre el contencioso marítimo a que llevó Perú a Chile, desde el gobierno, los municipios, las universidades, las fuerzas armadas, los gobiernos regionales, las instituciones públicas y privadas, en castellano, quechua, aimara y todas las lenguas vernáculas en Costa, Sierra y Montaña, debiérase hacer público y difundir urbi et orbi la versión textual de dicho fallo. ¡No hay mejor compromiso que nacionalizar, stricto sensu, el documento internacional de cumplimiento obligatorio para las partes.

¿Queríamos fallo? Ya lo tendremos, entonces es un giro potente hacerlo en letra y espíritu de su contenido, patrimonio de todos los peruanos.

Más aún. Los canales públicos y del Estado, las radioemisoras, todas sin excepción, a lo largo y ancho de la Patria, las versiones nacionales y locales de los diarios en blanco y negro, tienen el cometido fundamental de hacer conocer qué dictaminó la CIJ en La Haya. No hay pretexto, en tiempos como los actuales, para que el ciudadano común no tome conocimiento y haga suyo, sea cual fuere, la importante decisión de esa Corte. Y el anuncio debe repetirse varias veces durante el día.

¿Bastaría aquello como prueba y testimonio de buena fe y de apego al derecho internacional por parte de Perú? ¡De ninguna manera! A Chile compete asumir una postura idéntica, sin regateos ni pretextos, alegatos o excusas. Cuando la Corte de La Haya expida su pronunciamiento, ipso facto, se convertirá en ley tanto en Perú como en Chile y de cumplimiento y ejecución inmediata.

Más aún, caminando al horizonte de los próximos 100 años, Perú debe plantear al pueblo y gobierno chilenos la complementariedad como política de Estado y ésta no significa abrir las puertas de par en par sino, por el contrario, cernir con afinado sentido geopolítico en qué podemos coordinar fortalezas de índole multidisciplinaria y de qué forma pulverizamos las debilidades. Nuestra Nación posee agua y gas herramientas indispensables en cualquier negociación con apego estricto a la soberanía nacional y popular. Esta complementariedad no excluye, por el contrario las invoca explícitamente, las disculpas históricas por los abusos del pasado cuya sinceridad requiere ser fehaciente pero ANTES QUE NADA el acatamiento y ejecución INMEDIATA de lo que diga la sentencia de La Haya.

Estando en igualdad ante la ley internacional, será palmario que la probanza de integridad de los Estados peruano y chileno, será exhibida ante los ojos del mundo y quien pretexte o dilate, cargará sobre sí la pesada condena de insinceridad que yugula o aniquila cualquier esfuerzo al alimón. La ineludible premisa la constituye la ejecución del mandato de la Corte Internacional.

Ese mismo día 27, en plazas, foros, asambleas de todos los distritos y provincias del país, debe flamear la bandera rojiblanca y escucharse el mensaje a la Nación que pronunciará el presidente Humala que, tal como ha anticipado en múltiples oportunidades, subrayará que Perú se compromete al acatamiento y ejecución inmediata del fallo y que la aspiración peruana y del mundo entero es que Chile haga lo mismo y en idéntico tiempo.

Procuremos una mirada de serena y vigilante expectativa y veamos escrupulosamente cómo se comporta cada Estado, aquí tenemos la garantía pública que no nos moveremos un milímetro del respeto absoluto a las leyes internacionales y más aún si son expedidas por la Corte de Justicia de La Haya. Exigir a Chile una conducta similar no es más que parte de una enorme responsabilidad conjunta.

Por tanto, sabedores los peruanos de todas las sangres, de qué acontece en el frente externo y señaladamente en el capítulo de la dificil vecindad con Chile, nuestros compatricios estarán en zafarrancho de combate para asumir los retos del futuro en la lucha contra la corrupción y por la forja de un Perú libre, justo y culto y en términos de una inconfudible vocación por la unidad económica y política de América Latina.

Perú tiene que darse su propia respuesta, espectacular, unitiva, grandilocuente, inclusiva y es hora de estar a la altura de las circunstancias, las que fueren, para borrar de la psicología nacional lo negativo que perdura desde 1879. Tomando la iniciativa, mostrando la idoneidad peruana, huérfana de añagazas o zancadillas, daremos testimonio de un horizonte que acaso sea la alameda a la gran reconstrucción que asegure a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, una tierra de paz, edificadora de su mañana, adalid de su porvenir.

¡Nacionalicemos veredicto de La Haya!

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