14-1-2014

Con cadencia propia de los acontecimientos que signan los grandes cambios de una nación se va tornando palmaria la idea que el contencioso a que Perú llevó a Chile ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya, representa por lo menos el esfuerzo de diversos grupos y convicciones, las más de las veces inconexos entre sí: la diplomacia, los gobiernos sucesivos y la búsqueda de victorias que el porvenir nos debe aún, tal como anticipara con voz profética Manuel González Prada, a raíz de lo acontecido en el fatídico período entre 1879-1883.

Pareciera ser, y hay que entenderlo sin estridencias o desánimos, que al establecerse vía el veredicto de la Corte de La Haya la frontera marítima con Chile, entonces, se modificará el mapa y se producirá la ratificación formidable de la soberanía del Perú sobre una significativa porción del Mar de Grau, hoy en manos ajenas.

Perú se debe su Propia Respuesta y nos permitimos afirmar que si la fractura y herida producida por la guerra de rapiña planteada por Chile entre 1879-1883 signó el devenir de la historia republicana desde entonces, y en estas fechas murieron defendiendo la capital miles de hombres y mujeres, ¿por causa de qué no convertir La Haya y los días corrientes en el mejor acicate de la construcción del porvenir del Perú? ¿Por qué no arriesgarse a que Perú encuentre su propia respuesta? Es decir, nada mejor que conjurar 1879 precisamente con fechas y efemérides que traen dolor pero también creación heroica y voluntad de victoria.

Es hora de entender que Perú debe aprehender la circunstancia de La Haya como acicate y espoleo hacia adentro y como forma de ir al futuro en el exterior. Planteemos una complementariedad con Chile basada en el resultado de La Haya y anunciemos el combate diplomático en NNUU si a algún Estado se le ocurre la malhadada malcriadez del desacato.

Pero el país no puede seguir actuando como un conjunto de islotes a los que la marea de los años lleva en su inercia, sin la trabazón fundamental de sus piezas y, sobre todo, carente del sentido histórico del concurso de los millones de hombres y mujeres que conforman el Perú que todo lo pagan con sus impuestos y que por lo general NO entienden qué hacen sus gobernantes que actúan, una vez en la curul o Palacio, con divorcio absoluto de sus electores.

Si hace 133 años y por estos mismos días, las tropas invasoras perpetraron muerte, desolación y crímenes y La Haya nos hace prever hoy que una posibilidad sea la de obtener lo que nuestra demanda procura, entonces, es hora que Perú se dé su Propia Respuesta y construya su integral presencia geopolítica en mar y tierra, en sus regiones y con los ciudadanos incluidos en todos los desarrollos: desde la pacificación hasta la conquista de nuevos mercados con productos de valor agregado, carreteras que conduzcan las exportaciones brasileras hacia el Asia y vía los puertos nacionales, así como un formidable pacto social que gestione inversiones, mejores sueldos y la dignificación de la persona humana como objeto fundamental del Estado. ¡Capital, Estado y trabajo, todos juntos!

Y para eso se requiere que una vanguardia política, económica, financiera, periodística, diplomática, en suma histórica, entienda que no se trata tan solo de cuerdas separadas para que empresarios depredadores sigan ganando demasiado y sin un nuevo concepto del reparto de la riqueza con justicia, sino también que es hora de entender al Perú como generador de su Propia Respuesta y por un país justo, libre y culto.

Verbi gracia: difícil de comprender al gobierno del presidente Humala que ve posible la modificación de la soberanía del Perú en el Mar de Grau y no tiene la audacia de proclamar el 2014 como el Año de la Ratificación de ese Mar. Más indigesto resulta contemplar que los aniversarios de las batallas de San Juan y Chorrillos, como Miraflores, 13 y 15 de enero, respectivamente, pasen "desapercibidos". ¿No quieren "provocar" a los del sur? ¿con temas sobre los que la soberanía moral del país es exclusiva, digna y no negociable? ¡Qué disparate!

Y si se trata de oportunistas no hay peor mal ejemplo que el del ex presidente Alan García que propone el embanderamiento el próximo 27, desde el llano y por el solo deseo angurriento de tapar sus aventuras e indultos; cuando era jefe de Estado cauteló con sigilo pusilánime que los del sur no se "molestaran". ¿Interesa a García el Perú o tan solo votos para su vanidad infinita de electorero al viejo estilo de los civilistas?

Un amanecer distinto se va haciendo patente y el nadir de promociones enteras de logreros efímeros y fenicios va llegando a su entierro definitivo. Perú y su Propia Respuesta deben pulverizar esos resabios que sólo entorpecen el progreso de la Nación.

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