Mientras Washington y Moscú declaran enérgicamente, y por separado, que no modificarán sus posiciones sobre Ucrania, John Kerry y Serguei Lavrov han concluido oralmente un preacuerdo para poner fin a la crisis con una reforma federal de la Constitución ucraniana. Ahora queda por saber si Estados Unidos respetará esta vez su propia palabra, después de haber rechazado –menos de medio día después de haberlo firmado– el acuerdo del 21 de febrero que precedió el golpe de Estado en Kiev.
El secretario de Estado John Kerry y el ministro de Relaciones Exteriores Serguei Lavrov sostuvieron un nuevo intercambio telefónico, el domingo 16 de marzo de 2014. El nuevo contacto se produjo al término de una sesión de trabajo en la Casa Blanca sobre lo que está en juego y las opciones estratégicas en Ucrania.
Durante la conversación telefónica, John Kerry aceptó el principio –presentado por Rusia como un imperativo– de un Estado federal ucraniano con prerrogativas limitadas y con una amplia autonomía para los diferentes Estado federados. Se trata de una proposición presentada por Putin como una forma de salir de la crisis, proposición que Obama ha decidido aceptar.
Texto del comunicado de la parte rusa:
Ucrania: Lavrov y Kerry de acuerdo para una reforma de la constitución
(Reuters) En su comunicado, el ministerio indica que «Serguei Lavrov y John Kerry decidieron de común acuerdo proseguir sus esfuerzos para encontrar una solución a la crisis en Ucrania promoviendo sin demora una reforma constitucional con el respaldo de la Comunidad Internacional» [1].
Son los rusos quienes presentaron la idea de una reforma constitucional, como lo demuestra uno de sus documentos de trabajo, que reproducimos a continuación:
Este documento enuncia las modalidades de elaboración de una nueva constitución y define parcialmente el marco para ello:
- El idioma ruso volverá a ser uno de los idiomas oficiales, junto al ucraniano.
- Las regiones dispondrán de una amplia autonomía.
- No habrá ningún tipo de injerencia en los asuntos de la iglesia ortodoxa y las relaciones entre los cultos.
- Ucrania conservará su neutralidad política y militar.
- Toda decisión de Crimea de consolidar su autonomía será reconocida, sea cuales fueren las modalidades.
- Todas esas disposiciones estarán garantizadas por «grupo de respaldo para Ucrania» compuesto de Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia, grupo que actuará en el marco de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.
Al parecer, Kerry o Obama suscribieron estas disposiciones en lo esencial. Y ahora las mencionan por su cuenta y, por supuesto, atribuyéndose su paternidad mientras que el contenido del «documento de trabajo» ruso demuestra exactamente lo contrario. Incluso se han dado a conocer varios llamados urgentes de John Kerry a Serguei Lavrov para que acepte las medidas que ya Rusia había exigido anteriormente y que el secretario de Estado nunca había mencionado hasta entonces [2].
Veamos lo que anuncia el Departamento de Estado:
El secretario de Estado John Kerry instó a Rusia a reenviar a sus cuarteles las tropas desplegadas en Crimea, a hacer retroceder las fuerzas posicionadas en la frontera ucraniana, a no seguir echando leña al fuego en la parte oriental de Ucrania y a respaldar las reformas políticas tendientes a proteger a los ucranianos de origen ruso, a los rusófonos y las otras minorías lingüísticas de la ex República soviética de los que Moscú dice preocuparse. En uno de sus intercambios con Serguei Lavrov, el segundo desde su infructuoso encuentro del viernes en Londres, John Kerry insta a Rusia a «respaldar los esfuerzos de los ucranianos de todos los orígenes y de todas las convicciones por resolver la cuestión de la distribución del poder y la descentralización, en el marco de un proceso de reforma constitucional que abarque todos los sectores de la sociedad y que proteja los derechos de las minorías».
Parece que Obama ha tirado la toalla. El complot estadounidense destinado a poner fin a la influencia de Rusia en Ucrania y a incluir este último país en la Unión Europea parece haber fracasado. El regreso de Crimea a la Federación Rusa y el voto masivo de la población a favor de ese paso (96% de los votos válidos) han confirmado el fracaso total de los planes de Estados Unidos y de su principal objetivo: sacar a los rusos de Sebastopol y cerrarles a la vez la puerta del Medio Oriente.
Al agregarse a lo anterior, la amenaza rusa –que se ha mantenido en secreto– de hacerse inmediatamente del control de las provincias del este y del sur de Ucrania ha llevado a los estadounidenses a aceptar las condiciones de Moscú. Sin esa aceptación, la única opción que les quedaba era el inicio de un conflicto armado en el que no estaban dispuestos a aventurarse ni Estados Unidos ni los países europeos. A pesar de la propaganda anti-rusa de los grandes medios de prensa, el pueblo estadounidense y los pueblos de la Unión Europea se oponen mayoritariamente a una confrontación de ese tipo. Washington nunca tuvo en su poder los elementos necesarios para ganar la partida.
Si todo funciona de la mejor manera, con la adopción de una nueva constitución ucraniana conforme a las exigencias de Moscú, Occidente se ganará el privilegio de pagar las facturas mensuales que Gazprom seguirá enviando a Kiev.
Implementar todos estos cambios llevará tiempo. Habrá que ver los golpes bajos que van a tratar de inventar los neoconservadores para tratar de modificar la situación.
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