Como hemos subrayado repetidamente, las sanciones de Washington contra Rusia, como «castigo» por la adhesión de Crimea a la Federación Rusa, nada le cuestan a Estados Unidos pero tienen importantes consecuencias para sus aliados europeos. Para Savvas Kalederides, especialista griego en geopolítica, no existe absolutamente ninguna razón para que Grecia y Chipre adopten sanciones contra Rusia, sobre todo cuando el primer pedido para que lo hagan les llega de Londres, que no tiene intenciones de obligar la City a adoptar las sanciones que reclama a los demás Estados europeos.
En artículos anteriores habíamos mencionado la particularidad geopolítica del espacio griego que, combinado con el hecho que la nación griega es poco numerosa y carente de pueblos hermanos, hace extremadamente peligrosa la identificación total de nuestra patria con un solo actor geopolítico, lo cual la obliga a enfrentar las consecuencias de la cólera de los demás.
En nuestro precedente trabajo mencionábamos que la doctrina más saludable para el helenismo debería ser: «Grecia y Chipre tendrian que ser capaces de seguir de cerca los acontecimientos geopoliticos para anticipar y prevenir cualquier suceso geopolitico, reservándose el derecho y el poder discrecionario de seleccionar en todo momento las opciones que mejor convengan a los países e intereses estrategicos del helenismo».
Percibimos igualmente los riesgos que para Grecia y Chipre implica la crisis ucraniana, que seguramente ha evolucionado de la manera que estamos viendo en las pantallas de television porque el sistema de gobierno de Yanukovich, al igual que el anterior de Timochenko, estaba podrido y corrupto, aunque no debemos olvidar que fueron ciertos mecanismos especiales de Occidente los que le imprimieron su direccion y determinaron sus resultados específicos.
Y ahora comprobamos que los riesgos son más que visibles. El presidente de Chipre, Nicos Anastasiades, ya recibió una llamada telefónica para que bloquee los fondos de tres magnates ucranianos depositados en bancos chipriotas, ¡mientras que Inglaterra declara abiertamente su oposición a la adopción de represalias contra Rusia para no afectar los intereses británicos!
Es importante señalar, por otra parte, que Inglaterra alberga a la mayoría de los oligarcas rusos –cuyo enriquecimiento no es muy transparente que digamos– así como cientos de miles de millones de dólares de fondos rusos de la misma naturaleza, ¡fondos que Inglaterra –dado su peso y volumen– tiene intenciones de proteger!
También hemos podido comprobar que entre las personas que aparecen en la «lista negra» que adoptó el gobierno estadounidense en represalia por la anexión de Crimea hay varios miembros del entorno de Vladimir Putin, como Vladimir Ivanovich Yakunin, presidente de los Ferrocarriles Rusos (ROSCO), quien se había mostrado interesado por la privatización de TRAINOSE [la compañía ferroviaria nacional de Grecia] y del puerto de Tesalónica.
Otro peligro, además de los ya mencionados anteriormente, es que las sanciones detengan la llegada a Grecia y Chipre de grandes y pequeños inversionistas y de turistas provenientes de Rusia y Ucrania, cuando estos pudieran ser uno de los tantos salvavidas que hoy necesitamos para enfrentar la crisis que está destruyendo la sociedad griega y nuestra patria.
A estas alturas lo que realmente necesitamos, tanto en Nicosia como en Atenas, son gobiernos eficaces e intrépidos capaces de erguirse y de proteger nuestros intereses nacionales, como han hecho el gobierno de Inglaterra y también la mucho menos poderosa Bulgaria, cuyo ministro de Relaciones Exteriores declaró: «Bulgaria exigirá reparaciones a la Unión Europea si el país se ve perjudicado por las sanciones contra Rusia.»
Para terminar, después de haber subrayado que Grecia ya está sufriendo enormes –habría que decir más bien incalculables– daños como resultado de la anulación del gasoducto South Stream y la anulación de la privatización de la DEPA [la compañía estatal griega de petróleo y gas], sin la menor compensación para el Estado griego ni oferta de Estados Unidos, valdría la pena mencionar en este espacio los argumentos que se invocan para impedir la cooperación con Rusia. Aunque en verdad son argumentos repetidos hasta el cansancio por las cotorras aplicadas o los «idiotas de guardia» para disfrazar tanto la intervención estadounidense extremadamente perjudicial para nuestro país como la responsabilidad de ciertos funcionarios gubernamentales y ministeriales, incapaces de servir los verdaderos intereses de la nación, ¡por no decir algo más fuerte!
Pero, paciencia y hasta el próximo domingo para la referencia sobre esos «argumentos».
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