La pregunta es crucial y se refiere a la actitud en que incurriría la jueza Amanda Magallanes Carbajal, supernumeraria o suplente, a cargo del 10 Juzgado Constitucional de Lima, si acaso avalara en su decisión de amarrar a la Megacomisión y al Congreso del Perú del juecesito de Alan García Pérez, Hugo Velásquez Zavaleta del 5to Juzgado Constitucional.
Sin embargo, la ética nacional, la salud moral y la decencia con que deben actuar los ciudadanos y más aún los jueces de la Nación, exige una actitud rectilínea de la jueza Amanda Magallanes en cuyo despacho se recibió la demanda de amparo contra Velásquez Zavaleta (Exp. N° 16042-2014), planteada por tres ciudadanos: Guillermo Olivera Díaz, Raúl Wiener Fresco y Herbert Mujica Rojas, en defensa de los derechos constitucionales difusos al servicio parlamentario de investigación de asuntos de interés público y a una correcta administración de justicia, que el juez de García ha vulnerado..
El presidente del Congreso, Freddy Otárola, ha informado a la opinión pública que las conclusiones del trabajo de la Megacomisión serán puestos al debate en los días que vienen y ha sentado muy mucho y con gran ímpetu que un poder del Estado, como el Legislativo, hará respetar sus fueros y su independencia y que él aspira a que el Pleno así lo confirme.
¿La magistrada Amanda Magallanes Carbajal tiene siquiera la intención de ser discutida, con nombre y apellido, su carrera, presente y futuro, si se pone en contra de la Megacomisión y del Congreso, avalando las trapacerías yuguladoras y castradoras del juecesito inmoral de Alan García Pérez, Hugo Velásquez Zavaleta? ¡Enorme el riesgo que afronta aquella!
La jueza Magallanes Carbajal tiene ante sí un asunto de inmensa meditación. No puede obrar a tontas y a locas lo que equivaldría a tirar al cesto su carrera. Ella fue nombrada por un oficio del presidente de la Corte Superior de Lima y podría ser revocada del mismo modo expeditivo, es decir ¡en un tris tras! si no se alinea en lo que aspira la mafia, es decir, en el sendero de cubrir las trapacerías del obeso ex mandatario que hasta hoy cuenta con la amabilidad venal de un juecesito estúpido que no cesa de repetir, risueño y con sorna, que "a él no le importa qué ocurra después". Quien haya "ganado" cientos de miles de billetes verdes tiene, por lo menos, la vida material y ramplona, asegurada.
¿Qué caminos pueden presentarse en pocos días? El primero, el más vituperable y que clausuraría la vida profesional de la jueza Magallanes Carbajal, sería que ella cierre la puerta al amparo aludido líneas antes y con eso, obsequie tácito y explícito, camino libre de problemas al aventurerismo de Velásquez Zavaleta en favor de Alan. El segundo, que su no alineamiento con la opción príncipe, determine que un oficio la destine a otro juzgado y que manu militare, sea apartada del caso. El tercero, que se inhiba por voluntad propia. En breve la ciudadanía se enterará de cómo han sido las cosas y de quién es quién en el discutidísimo Poder Judicial cuyo prestigio entre los peruanos está casi en el subsuelo.
Perú tiene que aprender a clausurar las compuertas inmensas del latrocinio desde el Estado y en contra de la población que paga con sus impuestos, estafas de los delincuentes que regalan indultos a narcotraficantes, barnizan contrabandos con presupuestos sobredimensionados y se hacen pagar conferencias por empresas que compran favores y contratos bajo la mesa. La Nación padece la corrupción como un virus desde mucho antes de nacer como tal. ¿Hay que seguir manteniendo imposturas y monras de los rateros? La respuesta es inequívoca: ¡de ninguna manera!
La oportunidad histórica de demostrar una gallarda actitud la tiene ahora la jueza Amanda Magallanes Carbajal, ella no puede, por ninguna razón, hacerse cómplice del juecesito de Alan García. Si acaso, la cambian, rotan o despiden del juzgado constitucional a su cargo, esa medida demostraría que no milita ni está de acuerdo con los preceptos inmorales de la mafia que necesita de anuentes y borregos.
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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