La retórica de la ministra italiana de Defensa, Federica Mogherini, oculta la implicación de su país en la guerra de Afganistán. Si las tropas estadounidenses se retiran de esa nación, la carga recaerá única y exclusivamente en los aliados de Washington.
Italia no abandonará Afganistán con el fin de la ISAF sino que seguirá ocupándose de ese país en virtud del compromiso contraído, asegura Federica Mogherini (miembro del Partido Democratico y ministra de Relaciones Exteriores del gobierno de Matteo Renzi) en el diario italiano Il Manifesto, el 7 de junio de 2014 [1].
La naturaleza de la implicación [italiana] se explica cuando vemos la actividad de los medios aéreos: en 6 años los cazabombarderos italianos han realizado 3 583 misiones en Afganistán,
«objetivo que nunca había alcanzado la aviación italiana de combate en sus operaciones fuera de las fronteras nacionales desde el fin de la Segunda Guerra Mundial».
En su última misión, el 28 de mayo, 2 aviones de ataque terrestre AMX destruyeron el objetivo designado por un drone Predator y por la Task Force Victor, que la Rivista Italiana Difesa clasifica como una «unidad especial y semisecreta». Por su parte, los helicópteros [de ataque] Mangusta basados en Herat sobrepasaron las 10 000 horas de vuelo.
Así que la implicación de las fuerzas armadas italianas en Afganistán tiene un nombre que Mogherini prefiere no pronunciar: es una guerra. Y no terminará con el fin de la ISAF. Según comunica la fuerza aérea italiana,
«Nuestra Joint Air Task Force seguirá operando en Afganistán con aviones de transporte táctico C-130 J, con aviones de guerra electrónica EC-27 de la 47ª Brigada Aérea de Pisa y con drones Predator B del 32º Grupo de Amendola».
En otras palabras, la guerra sigue pero de forma secreta, con unidades aéreas ad hoc y con fuerzas especiales que tendrán además como misión garantizar el entrenamiento de las fuerzas similares de la región. Y se mantendrá bajo las órdenes de Estados Unidos, que en 40 años de guerra que han costado más de 600 000 millones de dólares (sólo en gastos militares oficialmente reconocidos) no ha podido controlar el país, lo que ahora trata de lograr con la nueva estrategia.
En ese sentido, el presidente Obama llamó el 27 de mayo al primer ministro Renzi y de hecho le dio conocer las órdenes. Italia seguirá participando en una guerra que, aunque desaparecerá de la vista, provocará más víctimas y más tragedias sociales. Afganistán, país situado a medio camino entre el Asia central y el sur de Asia, reviste una importancia geoestratégica fundamental en relación con Rusia, China, Irán, Pakistán y con las reservas energéticas estratégicas del Mar Caspio y del Golfo Pérsico, sobre todo hoy en día, cuando la estrategia de Estados Unidos y la OTAN está dando lugar a un nuevo enfrentamiento con Rusia y, en el fondo, con China.
Según afirma la ministra Mogherini, el aspecto más importante de la acción italiana en Afganistán será «el apoyo a la sociedad civil» en el marco del Acuerdo de Asociación firmado en Roma por Mario Monti y Hamid Karzai en 2012 y posteriormente aprobado por unanimidad en la Cámara y el Senado [italianos]. En virtud de ese Acuerdo, Italia concede a Afganistán un crédito ascendente a 150 millones para la construcción de «infraestructuras estratégicas» en Herat –mientras que la ciudad italiana de L’Aquila y otras zonas siniestradas [de Italia] carecen de fondos para la reconstrucción– y otras formas de financiamiento, además de los cerca de 5 000 millones de euros ya gastados en las operaciones militares.
La ayuda económica de 4 000 millones de dólares al año que los «donantes», entre ellos Italia, se han comprometido a entregar a Kabul acabará en gran parte en los bolsillos de la casta dominante, como la familia Karzai cuyos miembros se han enriquecido con los miles de millones de la OTAN, los negocios clandestinos y el tráfico de droga.
Mientras tanto, la ministra Mogherini anuncia que el gobierno [de Italia] se compromete a «aumentar los recursos y hacerlos estables». Una parte se destinará al financiamiento de las ONGs embedded que, como las enfermeras de la Cruz Roja, se dedican a restañar las heridas de la guerra para dar al conflicto una apariencia «humanitaria».
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión francesa de Marie-Ange Patrizio
[1] Respuesta de la ministra Mogherini a una carta de la ONG Afgana publicada en Il Manifesto el 3 de junio de 2014 bajo el título «Afghanistan, cinque domande al ministro degli esteri». (NdT).
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