Como fiel vasallo de Estados Unidos, el gobierno del presidente francés Francois Hollande y su primer ministro Manuel Valls creía hallarse al abrigo de la manera en que Washington avasalla a otros. La astronómica multa que Estados Unidos impuso al banco francés BNP-Paribas le demostró lo contrario. Herido en su amor propio, el ministro francés de Finanzas, Michel Sapin, parece dispuesto a cuestionar la supremacía del dólar estadounidense. Queda por ver si Francia es verdaderamente independiente…
Con el argumento de buscar «dinero ilícito», el gobierno de Barack Obama ha impuesto en los últimos meses fuertes sanciones económicas a varias entidades bancarias europeas, principalmente de Gran Bretaña y Suiza, más recientemente de Francia y, posiblemente, de Alemania. Por otro lado, la agravación de la crisis a partir de octubre de 2013, cuando la inflación se ubicó por debajo de 1% en el conjunto de la eurozona, ha echado por la borda las expectativas de recuperación del Fondo Monetario Internacional (FMI). El optimismo de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, contrasta con el nivel de precios de apenas 0,50% y la tasa de desempleo promedio para el conjunto de países que integran la Unión Monetaria que se mantiene muy cerca de un 12%, según los datos oficiales actualizados en junio de 2014.
Así, en un contexto económico que bordea la deflación y la depresión económica, BNP Paribas, el primer banco de Francia y el segundo mayor de la Unión Europea, se hizo acreedor a una sanción de 8 900 millones de dólares a principios de julio, la mayor multa aplicada a un banco europeo en la historia reciente. Hasta esa fecha, la mayor multa había sido la impuesta al Credit Suisse, que fue de 2 600 millones de dólares por una supuesta evasión de impuestos.
Según la investigación del Departamento de Justicia estadounidense, mediante complejas operaciones bancarias BNP Paribas violó los embargos correspondientes a la ley estadounidense y realizó, entre 2002 y 2009, transacciones que involucraron la compra-venta de gas y petróleo por un valor aproximado de 22 000 millones de euros (30 000 millones de dólares) y que fueron efectuadas a través de París, Ginebra y Singapur, procedentes de Sudán e Irán, países incluidos en la «lista negra» de Estados Unidos.
Por añadidura, el castigo implica la prohibición de realizar operaciones en dólares en cualquier parte del mundo durante los próximos meses. Washington, al poseer el derecho de señoreaje, impone unilateralmente sus condiciones al resto del mundo.
El uso estratégico del binomio dólar-Wall Street ha permitido a Estados Unidos mantener su protagonismo en los mercados financieros internacionales, aun a pesar del declive gradual de la economía estadounidense en la economía mundial. Por ejemplo, más de la mitad de los préstamos y depósitos transfronterizos son realizados en dólares. Según el último sondeo del mercado de divisas, cuyo volumen de operaciones diarias se calcula en alrededor de 5 billones de dólares, al día de hoy cerca del 87% de las transacciones se llevan a cabo en la divisa estadounidense (Financial Times, 1º de julio de 2014).
Adicionalmente, Estados Unidos se da el lujo de castigar de manera implacable a los bancos extranjeros que no se someten a los lineamientos de su política exterior.
Las sanciones impuestas a BNP Paribas desataron la furia del gobierno de François Hollande en contra del imperio del dólar que, dicho sea de paso, antes del fallo intentó negociar con el gobierno de Obama sin resultados favorables.
En respuesta a la ofensiva del dólar, Michel Sapin, ministro de Finanzas francés, declaró la urgencia de diversificar el mercado de divisas. El 3 de julio pasado, en una rueda de prensa en Bruselas, Bélgica, Sapin espetó: «¿No debería el euro ser más importante en la economía mundial?» (Bloomberg, LP, 5 de julio de 2014).
Días después, en una entrevista con The Financial Times (6 de julio de 2014), Sapin reiteró su interés en fomentar el uso de la moneda común europea:
«Nuestras empresas están en aprietos porque vendemos mucho en dólares; sin embargo, no siempre queremos lidiar con todas las reglas y regulaciones de Estados Unidos».
De este modo, y quizá con la mira puesta en llevar a Francia a sumarse a las estrategias de Rusia y China, que buscan desdolarizar gradualmente sus economías, Sapin sentenció que
«la eurozona tiene que pensar en el papel que le está dando a su moneda y movilizarse para impulsar el uso del euro como moneda de intercambio internacional» (Reuters, 9 de julio de 2014).
Las declaraciones del ministro de finanzas hallaron eco en Christophe de Margerie, presidente ejecutivo de la petrolera [también francesa] Total: «Nada impide que alguien pueda pagar por el petróleo en euros», dijo a la prensa después de una conferencia dictada a economistas en Aix-en-Provence, Francia (Bloomberg, LP, 5 de julio de 2014). Actualmente, los precios de referencia del petróleo y de las principales materias primas, invariablemente se cotizan en dólares; los inversionistas que buscan reducir el riesgo cambiario tienen que hacerlo en el mercado de derivados (swaps, futuros, opciones, etc.), que opera fundamentalmente en dólares. En este sentido, el uso del euro en lugar del dólar en la compra-venta de petróleo incrementaría la influencia de Europa en el mercado petrolero mundial y sus cotizaciones.
De concretarse, se trataría de la mayor apuesta geopolítica en contra de Estados Unidos desde 2000, cuando el entonces presidente de Irak, Sadam Husein, lanzó el temerario proyecto de valuar las transacciones petroleras en euros, es decir, en petroeuros en lugar de petrodólares.
Finalmente, a raíz de que los bancos alemanes Deutsche Bank y Commerzbank también están siendo investigados por Washington, cabría la posibilidad de que Berlín uniera esfuerzos con París para apoyar la resurrección del petroeuro.
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