7-10-2014
No se cansan del tema del 5 nuestros agudos analistas políticos, tan finos en destacar lo común y más hábiles aún en esconder la trastienda o el conchabo pro domo sua un ex presidente. ¿Ganó Enrique Cornejo la alcaldía de Lima? Evidentemente que no. Que encumbró a 7 u 8 munícipes para el próximo cuatrienio, sí, dicho sea de paso, todos educados en la callejón moral del alanismo. ¿Y el análisis del humillante desalojo electoral y cívico del partido fundado por el trujillano Víctor Raúl en La Libertad?
País de circunloquios, amante del esguince oratorio, de la trapisonda en la inflexión de voz, Perú se engaña cada vez que puede y, sobre todo, cuando de papas calientes se trata. Esta vez ocurrió algo trágico: el alanismo, cáncer político que roe la democracia, se expresó en el repudio que Trujillo mostró al votar en apenas 30% por José Murgia quien fue derrotado por César Acuña que frisó o pasó el 50%. ¡Veinte largos y horrendos puntos porcentuales hay entre una larga historia de mártires, sacrificios, esperas y optimismos y un improvisado que todo lo compra, comenzando con las conciencias!
¡Esa es la verdad que confirma la tendencia de los últimos diez años: la irreversible caída en las urnas y preferencias populares de lo que antaño fuera cuna y tumba, hogar y usina, fuego y luz, de sus fundadores y héroes! Se ha ratificado que el alanismo ya no puede recuperar La Libertad por razones diversas, todas emparentadas con un liderazgo pobre en moral y huérfano de cualquier clase de escrúpulos.
¿Por causa de qué nuestros finos estilistas de la exégesis, no se preguntan y de qué modo quiere tentar Alan García una tercera presidencia si ni siquiera en Trujillo respetan la tradición, ni la historia porque los últimos 30 años son producto de su destrucción sistemática y aviesa?
Por estas miopías tan comunes en la historia nacional desde siempre se tiende a considerar que este problema sólo afecta a un partido político. Y no hay yerro más calamitoso que éste. La pobredumbre, la inmoralidad, el robo hecho gobierno, la monra política de Estado, la mentira como pilar de un precario edificio, hacen que el colectivo político muestre verguenzas como las de votar por presuntos rateros y encumbrarlos a alcaldías o gobiernos regionales. El famoso y ominoso, roba pero hace obra, está muy metido en el ADN social de los peruanos.
Ha dicho con una lógica sorprendente Mauricio Mulder que no pudo el alanismo competir con Acuña y sus métodos, dejando las puertas abiertas a la curiosidad: ¿y si hubiera tenido más capacidad su agrupación de regalar no uno sino dos televisores, no dos sino tres o más celulares, una o cinco becas, entonces se habrían alzado con la victoria en la alcaldía o el gobierno o ambos juntos? Una opción pantanosa y de muy mal olor.
Enrique Cornejo no es diferente de Alan García, son demasiadas las dinámicas que les juntan en acciones públicas. Por tanto pretender que están enfrentados sólo es onanismo para quienes el mal de muchos es consuelo de tontos y pretenden solazarse en una derrota a la que quieren disfrazar de victoria. ¿Cómo se puede ganar con 17 ó 18% a quien obtuvo el 50? Los números no mienten.
En 1978 cuando las elecciones victoriosas para la Asamblea Constituyente, la campaña fue dirigida por un ya anciano Haya de la Torre, con directivas claras y un desplazamiento por todo el país.
En 1980, ya fallecido el año anterior Víctor Raúl, Alan García entroniza a Armando Villanueva y el Apra pierde en todo el país, conservando tan solo La Libertad, Lambayeque y Cajamarca. Lo que debió ser un triunfo nacional, absoluto y rotundo, gracias al primer arrebato ruin del sujeto de marras, se jibarizó al Partido.
Alan fue presidente y gobernó con sus amigos y adláteres entre 1985-1990 y 2006-2011. Hizo cuanto pudo para impedir que Luis Alva Castro ganara y aún así aquél sacó el 27%, muy cerca del tercio histórico. La historia reciente es conocida: apenas 4 parlamentarios y dos de ellos financiados por una empresa minera de largo historial de abusos contra el medio ambiente en Cajamarca.
Y en este 2014, apenas hace 48 horas, sin pena ni gloria, abrumado por las cifras, lo que aún quedaba de aprismo liberteño debió rumiar el fracaso antelado en la alcaldía y perdió la presidencia regional.
Los partidos políticos son clubes electorales limeños y citadinos en provincias o distritos. Al modo del civilismo, se arranchan los puestos para vivir de la cansada ubre del Estado, no pretenden hacer la revolución, ¡bah, sueño romántico absolutamente olvidado!, necesitan medrar del contrato bajo mesa, de la licitación con nombre propio, del robo hecho norma sagrada de todos los días. Ni siquiera son centros educativos de sus ladrones: aquellos tienen hoja de vida larga y letal y mil caras que ponerse según la circunstancia.
¡Y hay un mofletudo caradura que pretende ser candidato el 2016 para su vanidad inane de "raro" como me dijo Haya de la Torre sobre éste en 1976!
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