Desde el inicio de la ofensiva del Emirato Islámico en Irak, en junio de 2014, el precio del petróleo ha bajado en cerca de un 25% y el precio del barril de crudo cayó de 115 dólares estadounidenses a 83,78 dólares.
El ministro del Petróleo de Venezuela, Rafael Ramírez, ha denunciado públicamente una manipulación de los precios totalmente desvinculada de la realidad del mercado internacional. La mayoría de los expertos acusan a Arabia Saudita mientras que los expertos de Gran Bretaña hablan abiertamente de forzar la caída de los precios al nivel de 80 dólares el barril.
En Moscú, la gobernadora del Banco Central de Rusia, la señora Elvira S. Nabiullina, declaró ante la Duma (el parlamento ruso) que el país debe prepararse para enfrentar una baja prolongada del precio del crudo a 60 dólares el barril.
Algunos países exportadores de petróleo –como Rusia– disponen de importantes reservas monetarias. Pero otros exportadores –como Venezuela– se disponen a enfrentar una grave crisis económica.
También se verán afectados otros países como Irak, ya víctima de la guerra; Irán, aún bajo el efecto de las sanciones occidentales; Nigeria, donde se prepara una elección presidencial; así como Nicaragua, Bolivia y Cuba, países de Latinoamérica que reciben petróleo a bajo precio suministrado por Venezuela.
Pero a fin de cuentas Estados Unidos acabará sufriendo las consecuencias de la caída de los precios ya que el valor del dólar estadounidense está fuertemente vinculado al mercado mundial de crudo.
La actual caída del precio del petróleo desafía todos los pronósticos y su interpretación resulta, por el momento, bastante difícil. En todo caso hay 2 factores fundamentales a tener en cuenta:
– el intento de los países del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) de excluir el uso del dólar estadounidense de las ventas de hidrocarburos entre sus miembros;
– la guerra de la coalición estadounidense que –utilizando como pretexto la lucha contra el Emirato Islámico– está destruyendo instalaciones petroleras en Irak y en Siria.
La caída de los precios del petróleo modifica la rentabilidad de numerosas actividades económicas. Por ejemplo, se disparan los precios de las fuentes de energías alternativas mientras que se reducen grandemente los precios de la mayoría de los productos químicos.
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