Italia ha sido escogida como polo europeo de la producción del F-35, el súper avión de combate cuya versión final sigue sin existir y cuyo costo todavía se desconoce. El F-35, cuya proyecto ya constituye la más grande estafa de la historia, se fabricará –aunque sólo en parte– en Faco di Cameri y será incluido en el armamento de Italia. Por el momento, sólo existe una versión básica del F-35 que está muy lejos del caza polivalente anunciado en el proyecto.
Mientras que Italia se hunde en la crisis y los trabajadores se lanzan a las calles para manifestar contra el gobierno, la ministra de Defensa Roberta Pinotti anuncia triunfalmente que «¡Ya está! Italia lo ha logrado.». El Pentágono ha escogido a Italia como «polo de entrega de los F-35 desplegados en Europa, tanto de los que compren los países europeos como de los [F-35] estadounidenses que operen en Europa».
Pinotti hizo ese anuncio al término de una reunión con el embajador de Estados Unidos en Roma, John Phillips, quien le transmitió la decisión del Pentágono. Decisión que en realidad ya se esperaba puesto que, como recuerda la propia Pinotti, la instalación Faco di Cameri (en Novara) se concibió desde el principio para acoger simultáneamente el trabajo de ensamblaje y de pruebas así como la entrega, reparación, revisión y actualización del caza F-35.
«Es un resultado extraordinario», declara la ministra, subrayando que «Italia, en el proyecto iniciado en 1998, decidió desde el comienzo ser un socio, no un comprador». Honor al mérito bipartidista. Luego de la firma del primer memorándum de acuerdo por el gobierno de Alema, en 1998, fue el gobierno de Berlusconi el que decidió, en 2002, el acuerdo que incluyó a Italia en el programa como socio de segundo nivel. En 2007, fue el gobierno de Prodi el que perfeccionó el acuerdo e incluyó la posible compra de 131 aviones. En 2009, fue el gobierno de Berlusconi el que aprobó la compra. En 2012, fue el gobierno de Monti el que «recalibró» la cantidad de cazas pasando de 131 a 80 para mostrar que, ante la crisis, todo el mundo tenía que apretarse el cinturón. En 2013 el gobierno de Letta y en 2014 el de Renzi confirman los compromisos de Italia con el programa F-35, dirigido por la compañía estadounidense Lockheed Martin, clasificada como el primer productor de armamento a nivel mundial.
«Un éxito mundial fervientemente deseado por [el sector italiano de] la defensa», como lo define la ministra Pinotti, quien asegura que la selección de Cameri tendrá «enormes resultados para Italia». Y no cabe duda de que los resultados serán enormes. Lo que no se sabe es en qué sentido irán. «Trabajando a plena capacidad, el complejo de Cameri hará aumentar notablemente el número de personas contratadas directamente», prevé Pinotti.
Pero lo que no dice es cuánto acabarán costando los pocos empleos que se crearán en Cameri y en la veintena de instalaciones dedicadas a la fabricación de los componentes del F-35. El complejo Faco di Cameri, que le cuesta a Italia casi 1 000 millones de dólares, dará trabajo a menos de 1 000 personas y, según Finmeccanica, la cantidad de empleados podría llegar a 2 500 si la instalación llegase a trabajar a plena capacidad. Pero no hay que olvidar que, al anunciar que [el Pentágono] optó por Cameri, el general estadounidense Christopher Bogdan precisa que, previendo gastos ulteriores en el desarrollo de esa instalación, «los países socios del programa F-35 asumen las inversiones de esas instalaciones».
El embajador [de Estados Unidos en Italia] Phillips enseguida recuerda a [la ministra italiana] Pinotti lo que ella ha olvidado decir… que «Italia cumplirá su palabra sobre los 90 aviones», o sea sobre la compra de 90 cazas F-35. Y los comprará a un precio que todavía está por definir. El acuerdo que el Pentágono definió en octubre con Lockheed Martin para la compra de otros 43 cazas F-35, de los que Italia adquirirá 2, estipula que «los detalles sobre el costo se darán a conocer cuando se haya establecido el contrato».
Así que Italia se compromete a comprar más F-35 cuando sin saber aún el precio de esos aparatos. Según una estimación a la que ha podido llegarse a partir del presupuesto del Pentágono, el costo actual de un solo F-35 es de 177 millones de dólares –suma equivalente a 140 millones de euros–, o sea unos 13 000 millones de euros por la compra de 90 de esos aparatos. Lockheed afirma que el costo de cada avión debe disminuir en la medida en que aumenten los pedidos. Lo que no dice es que el F-35 tendrá que sufrir continuos procesos de modernización que incrementarán el gasto.
El anuncio de la ministra Pinotti de que el F-35 «se mantendrá en actividad durante 30 años con revisiones periódicas» significa que durante las próximas décadas habrá que sacar de los fondos públicos más miles de millones de euros para modernizar los 90 aviones de guerra ya comprados y seguramente para comprar otros más.
El general Bogdan prevé para el complejo de Cameri un futuro, según él, todavía más radiante que el que describe Pinotti. Según el general, «dado que Italia incrementará la capacidad de producción de la instalación es posible que Estados Unidos y otros socios construyan sus aviones en Cameri», en colaboración con Gran Bretaña. El general explica que la instalación de Cameri, al igual que la de otra instalación en Turquía, fue escogida en función de diversos factores, entre los que se cuentan «la posición geográfica, las necesidades operacionales y la distribución prevista de los aviones».
En otras palabras, el general Bogdan explica que Italia fue seleccionada como «polo de mantenimiento» de los cazas F-35 porque el Pentágono tiene previsto acentuar su uso como portaviones de Estados Unidos y de la OTAN en el Mediterráneo.
«Hemos demostrado que somos un país en el que se puede creer», concluyó Pinotti, orgullosa de que el Pentágono estime que puede confiar en Italia para hacer la guerra.
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
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