Cuando tanto se anunciaba el fin de la guerra fría, mucho se habló de «reciclar» las industrias militares adaptándolas a la producción con fines civiles. Pero Italia optó por hacer exactamente lo contrario. A falta de enemigo definido, lo anterior significa, en primer lugar, que Roma se prepara para garantizar el equipamiento militar necesario… para conflictos inútiles. Pero Manlio Dinucci resalta en este trabajo otro aspecto de la cuestión: las consecuencias de esa decisión en materia de empleo y para la vida cotidiana de los italianos.
Lidiar por separado con la lucha por el empleo y con la lucha contra la guerra es un viejo defecto de la izquierda y de los sindicatos.
Un ejemplo emblemático es el hecho que cuando Finmeccanica [1] anunció que vendía Ansaldo Sts y Ansaldo Breda al grupo japonés Hitachi, la atención de los políticos y de los sindicatos se concentró en la defensa del empleo, pasando por alto el alcance estratégico de la decisión tomada: reducir la producción civil para incrementar la producción de equipamiento militar.
Entre los 100 productores de armamento más importantes del mundo, Finmeccanica clasifica en el 9º lugar, detrás de 6 firmas de Estados Unidos (Lockheed-Martin, Boeing, Raytheon, Northrop Grumman, General Dynamics y United Technologies), una británica (Bae Systems) y del franco-germano-español Airbus Group (ex EADS).
La venta de armas garantiza a Finmeccanica el 50% de sus ingresos, lo cual significa que, al incrementar su producción en ese sector, este grupo italiano pasará a ser una de las industrias de guerra más importantes del mundo. La operación se concreta con la venta a Hitachi de la empresa Ansaldo Sts, líder en la fabricación de sistemas de señalización para el transporte urbano y ferroviario, Ansaldo Breda, líder en la producción de material rodante para sistemas ferroviarios (lo cual incluye los trenes de alta velocidad) y para el transporte urbano (con más de 1 000 vehículos para los metros de Washington, Los Angeles, San Francisco, Miami y otras grandes ciudades, cmo Milán).
Aunque Hitachi promete mantener los actuales niveles de empleo de esas empresas –cuyas actividades productivas serán probablemente trasladadas a países con costos inferiores en materia de fuerza de trabajo– el hecho es que en lo adelante Italia tendrá que comprarle a Hitachi –con dinero proveniente de los fondos públicos– los sistemas de señalización y el material rodante, lo cual incrementará los costos en el sector del transporte.
Para compensar, Finmeccanica elevará sus ventas y ganancias apostando por industrias como Oto Melara, productora de armamento terrestre y naval y de los cañones Vulcano, vendidos a más de 55 marinas de guerras a través del mundo; Wass, líder mundial de la fabricación de misiles como el misil antibuque Mars y el misil aire-aire Meteor; Alenia Aermacchi, que además de dedicarse a la producción de aviones de guerra –como el caza de entrenamiento avanzado M-346, vendido a Israel– también administra el complejo Faco di Cameri, designado por el Pentágono como polo regional para el mantenimiento de los cazas F-35 estacionados en Europa.
El paso de Finmeccanica del sector civil a la industria militar, que se traduce en una disminución de la cantidad de empleos ya que la industria de guerra de alta tecnología requiere menos trabajadores, contó con la aprobación y estímulo del actual y de los anteriores. En octubre de 2014, la ministra de Defensa Roberta Pinotti presidió la firma del acuerdo de cooperación entre Finmeccanica y Fincantieri con vista a la construcción de navíos de guerra con «el objetivo de mejorar la competitividad en los mercados nacionales y externos».
En el mercado italiano es el gobierno quien se ocupa de garantizar la «competitividad» ya que la «Ley de estabilidad» asigna 6 000 millones de euros a la construcción de nuevos navíos de guerra y el ministerio de Desarrollo Económico ya financió 8 de las 10 fragatas lanzamisiles Fremm.
O sea, más dinero proveniente de los fondos públicos que va a parar al gasto militar de Italia: 52 millones de euros diarios, según la OTAN. Pero, según el SIPRI [2] ese gasto se eleva en realidad a 67 millones de euros al día.
Y el propio gobierno italiano se encarga también de promover la exportación de la industria militar, a pesar del «Tratado sobre el Comercio de Armas» que Italia firmó con tanta solemnidad.
El título de esta crónica es una alusión irónica a la célebre frase de Sandro Pertini, presidente de la República Italiana de 1978 a 1985, «Svuotiamo gli arsenali et riempiamo i granai!», o sea «Vaciemos los arsenales y llenemos los graneros»
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio.
[1] Finmeccanica es el segundo grupo industrial más importante de Italia y uno de los más importantes del sector aeroespacial a nivel mundial. Desarrolla su actividad en el sector de la defensa, en la fabricación de helicópteros así como en los sectores aeroespacial, transportes y energía.
[2] SIPRI, siglas en inglés del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo.
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