El futuro de Grecia no se decidirá en función de su situación económica sino de su decisión de mantenerse como aliado de Washington o de ponerse del lado de Rusia y China. El geógrafo Manlio Dinucci recuerda en este trabajo lo que está en juego.
El «cara a cara» en el referéndum griego, del que tanto hablaron los medios de difusión, resultó ser un sonoro encontronazo contra una muralla para los patrocinadores internos e internacionales del «Sí». El pueblo griego dijo «No», pero no sólo a las medidas de austeridad que quieren imponerle la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI. También dijo «No», de hecho, a un sistema –el capitalismo– que estrangula la verdadera democracia.
Las implicaciones del referéndum van más allá del plano económico e incluyen intereses políticos y estratégicos, no sólo los de Bruselas sino también –aunque nadie los menciona– los de Washington. El presidente Obama dijo estar «profundamente implicado» en la crisis griega, crisis que «nosotros tenemos seriamente en cuenta», y agregó que se trabaja con los socios europeos para «estar listos ante cualquier eventualidad».
¿Por qué se concentra tanto su atención sobre Grecia? Porque ese país no sólo es miembro de la Unión Europea sino también de la OTAN. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, definía a Grecia como un «sólido aliado», que desempeña un importante papel en los cuerpos de despliegue rápido y da un buen ejemplo en materia de gasto militar, al que dedica más del 2% de su PIB, objetivo que alcanzado en Europa únicamente por Gran Bretaña y Estonia.
Aunque Stoltenberg garantiza «el continuo compromiso del gobierno griego con la alianza [atlántica]», en Washington temen que, al acercarse a Rusia y de hecho a China, la Grecia de Alexis Tsipras ponga en peligro su estatus de miembro de la OTAN. El primer ministro griego ha declarado que «no estamos de acuerdo con las sanciones contra Rusia» y también sostuvo, en la cumbre de la Unión Europea, que «la nueva arquitectura de la seguridad europea debe incluir a Rusia».
En el encuentro que Tsipras y Putin sostuvieron en abril, en Moscú, se habló de la posibilidad de que Grecia se convierta en el nudo europeo del nuevo gasoducto que remplazaría el South Stream, bloqueado por Bulgaria como resultado de las presiones de Estados Unidos. Pasando a través de Turquía, ese nuevo gasoducto llevaría el gas ruso hasta las puertas de la Unión Europea [1].
Existe además la posibilidad de que Grecia reciba financiamiento del Banco de Desarrollo creado por los países del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y del Banco de Inversiones para la Infraestructura Asiática creado por China, que quiere convertir el puerto griego del Pireo en un importante nudo de su red comercial.
«Una Grecia amiga de Moscú podría paralizar la capacidad de reacción de la OTAN ante la agresión rusa» [2], advirtió Zbigniew Brzezinski, ex consejero estadounidense de Seguridad Nacional, expresando así la posición de los conservadores.
La posición de los progresistas se expresa a través de la voz de James Galbraith, profesor de la Universidad de Texas. Después de haber trabajado varios años con Yanis Varufakis, ministro de Finanzas [del gobierno de Tsipras] [3], Galbraith estuvo aportándole una «asistencia informal» durante los últimos días [4].
Galbraith sostiene que, a pesar del papel que desempeñó la CIA en el golpe de Estado militar de 1967, que llevó al poder al régimen de los coroneles en aplicación del plan «Prometeo» de la OTAN, «la izquierda griega ha cambiado y este gobierno es proestadounidense y firmemente miembro de la OTAN». Por consiguiente, propone:
«Si Europa fracasa, Estados Unidos puede actuar para ayudar a Grecia, que, al ser un país pequeño, puede salvarse con medidas menores, entre ellas una garantía sobre los préstamos.» [5].
Ambas posiciones son peligrosas para Grecia. Si la que prevalece en Washington es la de los conservadores, probablemente habría un nuevo plan «Prometeo» de la OTAN… o una «Plaza Syntagma» al estilo de la «Plaza Maidan» ucraniana. Si prevalece la de los progresistas, habría que esperar una operación de tipo neocolonial que empujaría a Grecia de Caribdis hacia Escila.
La única opción válida será una dura lucha popular en defensa de la soberanía nacional y la democracia.
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio.
[1] “Möglicher Deal zwischen Athen und Moskau: Griechenland hofft auf russische Pipeline-Milliarden”, Von Giorgos Christides, Der Spiegel, 18 de abril de 2015. «Poutine et Tsípras examinent le projet Turkish Stream», Anadolu Agency, 7 de mayo de 2015. «Soutenu par Poutine, Tsípras signe un accord avec Gazprom», por Benjamin Quenelle, Les Échos, 22 de junio de 2015.
[2] «La Grèce pourrait "paralyser" l’Otan, estime Brzezinski», AFP, 25 de marzo de 2015.
[3] Yanis Varufakis renunció al cargo de ministro de Finanzas inmediatamente después del referéndum griego. Nota de la Red Voltaire.
[4] Modeste proposition pour résoudre la crise de la zone euro [en español, “Modesta proposición para resolver la crisis de la eurozona”], Yanis Varufakis, James K. Galbraith y Stuart Holland (con prefacio de Michel Rocard), Les Petits matins, 2014 (ISBN 978-2363831248)
[5] “US must rally to Greece”, James K. Galbraith, The Boston Globe, 19 de febrero de 2015.
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