Reviviendo el estilo autoritario de las peores épocas del fujimorismo, la actual -y reelecta, esta vez por Lima- parlamentaria Cecilia Chacón, anunció que Alberto Fujimori debía salir “por la puerta grande” porque el juicio que lo condenó era nulo. Hasta donde se sabe la segunda vuelta será en junio y si quieren perder votos caudalosamente y fracasar, sigan permitiendo los dislates de la legisladora.
Todos reconocen que Chacón no es un dechado intelectual y que es más bien una agresiva operadora de su fuerza política que, como ya no es apreciada ni querida en su natal Cajamarca, debió buscar el paraguas en Lima, y lo consiguió.
En su discurso de cierre de campaña, la señora Keiko Fujimori prometió solemnemente que no iba a favorecer a nadie de su familia si alcanzaba la primera magistratura. Pero no habló ni hizo alusión a consensos parlamentarios que podían fletar fácilmente la prisión domiciliaria de Alberto Kenya. Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando.
En el mundo se jalan los pelos con los resultados y no se comprende bien del todo cómo es que dos fuerzas conservadoras, la una autoritaria y la otra tecnocrática, ambas con arrastre en las urnas, ganaran el domingo 10. Hay muchas explicaciones, voy a intentar algunas.
Cuando hay trabajo político, acercamiento, relación, establecimiento de vínculos, con las bases, las consecuencias son indubitables: puestas a prueba, otorgan respaldo de toda índole. La señora Keiko afirmó que su partido era la única fuerza política organizada. Los guarismos subrayan una verdad, no agradable para todos, pero es un hecho objetivo.
En la antípoda, los clubes electorales, disiparon sus cuitas en el fracaso absoluto. Persuadidos que sus monras, promesas falsas, falta de escrúpulos, inmoralidad fehaciente, descaro criminal, iba a servirles, otra vez, minaron sus estructuras partidarias, ya muy débiles, y terminaron de destruirlas. El caso más patético y anti-histórico, el de Alan García Pérez, aniquilador de lo que fuera la gran organización que fundó Haya de la Torre.
No hay que buscar en las exquisitas discusiones sociológicas o periodísticas, la o las explicaciones a la derrota. Quien trabaja, siembra y luego cosecha. Quien vive de su fama, más supuesta que real y encaramado en la urdimbre de estafas al por mayor, sólo puede conservar la inscripción partidaria porque el Jurado Nacional de Elecciones tuvo la gentil previsión de ratificarla en 5%. ¿O no fue así?
El papel entusiasta y dinámico lo protagonizó, qué duda cabe, el Frente Amplio. Aún perdiendo el pase a la segunda vuelta, consiguió un número importante de legisladores. Ahora le toca un papel muy difícil: o logra la inteligencia de plantear un buen debate sobre los grandes temas nacionales o encuentra la previsible cerrazón normal de los grupos conservadores que hasta pueden prescindir del Congreso. La responsabilidad es gigantesca, si los llamados a una oposición creadora, persisten en sus actitudes de cenáculo, de líderes de ONGs que esperan las quincenas, se meten en un fango inmovilizador. Y de consecuencias políticas imprevisibles.
¿Es Cecilia Chacón parte de un juego matonesco que berrea ya por la libertad de Alberto Fujimori?, ¿qué prisa tenía para mostrar sus conocidas garras agresivas? Si bien algunos veteranos de esa tienda, fueron jubilados y no postularon al Congreso, pareciera ser que tampoco habremos de extrañarlos mucho porque los sucesores están intoxicados hasta la médula por el 10 de abril.
Una forma más bien palurda de abrir los fuegos electorales. Y no serán las mayorías obsecuentes o borregas las que digan al pueblo peruano cómo actuar en caso de resucitarse pasajes abominables que ya vivimos años atrás.
Las pistolas están llenas de balas.
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