La Casa Blanca está «preocupada» porque cazas rusos realizaron vuelos rasantes sobre un navío de guerra estadounidense en el mar Báltico, efectuando un «simulacro de ataque»… al menos eso reportan nuestras agencias de prensa. Pero no dicen de qué navío estadounidense se trataba ni qué hacía en el mar Báltico.

El barco de guerra estadounidense es el USS Donald Cook, una de las 4 unidades navales lanzadoras de misiles que la US Navy ha desplegado para garantizar la «defensa de los misiles de la OTAN en Europa». Esas unidades navales, cuyo número va a aumentar, están equipadas con el sistema de radares Aegis y con misiles interceptores SM-3, pero al mismo tiempo llevan misiles de crucero del tipo Tomahawk capaces de portar tanto ojivas convencionales como ojivas atómicas. En otras palabras, son unidades de ataque nuclear dotadas de un «escudo» que debe neutralizar la respuesta enemiga.

El destructor USS Donald Cook, que había zarpado el 11 de abril del puerto polaco de Gdynia, había navegado durante 2 días a apenas 70 kilómetros de la base naval rusa de Kaliningrado, y fue por eso que lo sobrevolaron cazas y helicópteros. Además de los navíos lanzamisiles, el «escudo» de Estados Unidos y la OTAN incluye, en su actual configuración, un radar instalado en una «base avanzada» en Turquía, una batería terrestre de misiles estadounidenses en Rumania –con 24 misiles SM-3– y otra batería similar que será instalada en Polonia.

Moscú está lanzando una advertencia: esas baterías terrestres, que también pueden lanzar misiles crucero Tomahawk con ojivas nucleares, constituyen una violación del tratado INF (sobre las fuerzas nucleares de alcance medio), que prohíbe el despliegue de misiles nucleares de alcance medio en Europa.

¿Qué haría Estados Unidos –el país que acusa a Rusia de provocar con los sobrevuelos «una escalada inútil de la tensión»– si Rusia enviara barcos lanzamisiles frente a sus costas e instalara baterías de misiles en Cuba y México? [1]

Nadie se pregunta eso en los grandes medios de comunicación, que siguen falseando la realidad. La más reciente de las noticias que nos han ocultado es el traslado de aviones F-22 Raptor, el más avanzado de los cazabombarderos estadounidenses de ataque nuclear, de la base estadounidense de Tyndall, en la Florida, a la base británica de Lakenheath, como anunció el 11 de abril el EuCom. A partir de Inglaterra, los F-22 Raptor «serán desplegados en otras bases de la OTAN, en posición avanzada para maximizar las posibilidades de entrenamiento y ejercer una disuasión ante toda acción que desestabilice la seguridad europea».

Esto es la preparación del inminente despliegue en Europa, incluyendo Italia, de las nuevas bombas nucleares estadounidenses B61-12. Lanzadas a unos 100 kilómetros de distancia del blanco, esas bombas alcanzan el objetivo con una ojiva de «cuatro opciones de potencia seleccionables». Esta nueva arma entra en el programa de fortalecimiento de las fuerzas nucleares, iniciado por la administración Obama, que prevé entre otras cosas más la construcción de 12 nuevos submarinos de ataque (costarán 7 000 millones de dólares cada uno y el primera ya está en construcción), armados con 200 cabezas nucleares cada uno.

El New York Times reporta que está en marcha el desarrollo de un nuevo tipo de cabeza nuclear, el «vehículo planeador hipersónico» que, al regresar a la atmósfera, maniobra para evitar los misiles interceptores mientras se dirige hacia el objetivo a más de 27 000 km/h [2]. Rusia y China vienen detrás, desarrollando armas similares.

Mientras tanto, Washington recoge los frutos. Al transformar Europa en primera línea del enfretamiento nuclear, está saboteando –con ayuda de los propios gobiernos europeos– las relaciones económicas entre la Unión Europea y Rusia para amarrar indisolublemente la Unión Europea a Estados Unidos a través del TTIP. Y al mismo tiempo empuja a los aliados europeos a aumentar sus gastos en el sector militar, en beneficio de la industria militar estadounidense, cuyas exportaciones se han incrementado en un 60% durante los últimos años, convirtiéndose así en el sector más fuerte de las exportaciones estadounidenses.

¿Quién dice que la guerra no beneficia a nadie?

Fuente
Il Manifesto (Italia)

[1De hecho, lo de los misiles en Cuba –no rusos pero sí soviéticos– ya sucedió… en octubre de 1962, dando lugar a lo que la prensa occidental aún hoy denomina como “la crisis de los misiles” o “la crisis del Caribe”, y la reacción de Washington puso el mundo al borde de la guerra nuclear. Nota de la Red Voltaire.

[2Races escalates for latest class of nuclear arms. Shade of a Cold War”, William J. Broad & David E. Sanger, The New York Times, 17 de abril de 2016.