Con motivo de la presentación del jefe del gabinete Fernando Zavala y sus ministros, ante el Congreso de la República, la población tuvo oportunidad de conocer, desde la visión del parlamentario Francisco Petrozzi, algunos aspectos de la situación de la cultura el país. Tomó como referencia dos casos, el IRTP y un centro de enseñanza de educación artística.
En ambos circunstancias, aparece el Estado como protagonista principal del comentario.
Por un lado, la dirección y uso que se le concede a los medios de información que posee el Estado y que financian los ciudadanos peruanos y por otro, el reconocimiento y respeto que merecen los artistas dedicados a la música de este país.
En ambas situaciones el ciudadano no recibe el servicio o provecho que espera dentro de una sociedad con logros que la técnica y desarrollo que otros pueblos, hace tiempo han superado.
Cuando el Estado es dirigido por un gobierno cuyos funcionarios carecen de la capacidad para cumplir las tareas que les corresponden, no solo se pierde el tiempo y posterga la solución de las necesidades del momento, sino también se frustran las esperanzas de jóvenes, familias y generaciones que cuentan con la acción de las instituciones conforme se espera, el Estado debe organizarse.
Por ello, más que nunca, en circunstancias que la República se acerca a la celebración de una fecha significativa en su devenir por el tiempo, es imprescindible que al iniciarse el nuevo gobierno, las autoridades se percaten de la importancia que tiene la cultura en la construcción de la identidad de una Nación.
Ésta se expresa en una serie de manifestaciones que exponen sensibilidad, creatividad, gusto, técnicas y habilidades que el alma popular es capaz de generar. Literatura, teatro, música, danzas, pintura, cine, folclor y otros, al ser expuestos a través de los medios de comunicación como pueden ser la radio y la televisión, mediante programación y horarios diseñados por profesionales y personas entendidas, con explicaciones y repeticiones pertinentes, posibilitan crear y fomentar los sentimientos de regocijo y orgullo que reflejan la creatividad de un pueblo, signo de la identidad de una comunidad y nuestras de amor a la Patria.
Tal es labor de la que puede ufanarse el funcionario público. No del cargo o prebenda que ostenta, no de las reverencias y sonrisas que recibe, sino de la satisfacción que su corazón siente por contribuir a sembrar y cultivar gratitud en una población que aprecia que sus anhelos no se quedan en la imaginación y deseo sino se concretan a través de la idoneidad y dedicación.
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