La flamante Inmunidad Internacional impedirá detener y procesar a Nadine Heredia Alarcón, quien ayer abandonó el país, por la puerta grande, la oportunamente abierta del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, porque no estaba impedida de salir al extranjero, ni se había dictado, tampoco se iba a dictar, prisión preventiva en su contra, tal como sucede con otro añejo e investigado grande: Alejandro Toledo Manrique. ¡También pronto será tarde!
Así como un congresista no puede ser detenido ni procesado, por ser INMUNE, salvo que el Congreso de la República levante esa INMUNIDAD, del mismo modo, Heredia Alarcón, por su nueva calidad de funcionaria de un organismo internacional, como es la FAO, en Ginebra, Suiza, a partir de este jueves 24 de noviembre del 2016, por los privilegios e inmunidades que el cargo le confiere, no puede ser apresada, por la policía internacional, ni procesada por juez alguno, allá y acá. ¡Ni sus bienes pueden ser embargados o incautados!
Estas prerrogativas son inmemoriales. Los griegos y los romanos las reconocieron desde antes de Cristo. Después de él se perfeccionaron, hasta hoy, no por razón de la persona, sino en interés del ejercicio, sin ataduras procesales, de la función asumida. La cortesía y reciprocidad de los países está entre sus encubridores fundamentos y aparece en todos los profusos tratados, convenciones, convenios o estatutos internacionales suscritos. ¡La inmunidad internacional sigue reluciente.
Como este estatus privilegiado no viene como maná del cielo, ni por arte de birlibirloque, o como por ensalmo, quiere decir que se venía preparando con mucha cautela y antelación. ¡Nadine buscaba "trabajo" fuera desde el mes de marzo 2016, (a través de un escurridizo funcionario brasileño de la misma FAO!), por toda laya de personajes que actúan con disimulo, que detentan el poder nacional e internacional y saben de este turbio oficio.
Jueces y fiscales remolones, los nuestros, sirven de escudos, quienes eluden recurrir a la prisión preventiva, ¡siempre de los peces gordos!, porque dudan del requisito del "peligro procesal", aún después que la fuga explota en sus narices, abierta o simulada. Tampoco recurren a otras medidas cautelares, que sí emplean con presteza contra los de los bajos fondos.
¡Así se defiende el sinuoso establishment y el pueblo simplemente doblega su aletargada cerviz, porque convocarlo a las calles requiere de Dios (yo no tengo) y su ayuda, que casi nunca llega!
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