¿Para qué le paga el pueblo al presidente Kuczynski?: para que trabaje y despache y personifique a la Nación. Su oficina es Palacio de Gobierno. ¿Qué es eso de ir a reunirse con la señora Keiko Fujimori en casa de Cipriani? La grosera abdicación es inadmisible en forma y fondo.
El presidente PPK debió haber invitado, pública y objetivamente, a Keiko Fujimori a Palacio. Ella tenía pocos caminos: aceptar y dialogar o declinar y aparecer ante la opinión pública como poco receptora, inhábil para la construcción del país y, lo que es peor, con imagen imperfecta para ¡precisamente! el gobierno cuya rienda perdió por vez segunda, la pasada elección.
Un jefe de Estado no declina las formas. Y mucho menos descuida el fondo del asunto: conversar y establecer plataformas mínimas de un trabajo conjunto. La oposición no debe parecer una jauría de perros rabiosos que se opone a todo y el gobierno debe ajustarse los pantalones e inspirar respetabilidad.
Ocurre todo lo contrario. En el Congreso, la barra brava de Fuerza Popular, hace recordar los tristes y repugnantes días en que el fujimorismo reinaba a sus anchas luego de haber podrido las Fuerzas Armadas, al empresariado, tras la noche oscura de violaciones de derechos humanos y la destrucción del Perú en sus bases morales y que acabó con la renuncia por fax desde Asia. Un sanchecerrismo primitivo, sin brillo pero con mucha bulla. ¿Es eso lo que quiere una aspirante a la presidencia?
Pero la bancada de PPK no truena ni suena. Para comenzar suelen darse el caro lujo de andar en desacuerdo y han sido totalmente ineptos hasta la fecha de parar pleito. Una ínsita mediocridad, falta de luces, miopía monumental, ignorancia y frivolidad, les acompaña. Hasta el presidente ha lamentado estos palos de ciego. ¿Qué esperan para despabilarse señores? Puede que tengan asegurado el salario durante 5 años, pero la grisura les perseguirá toda la vida.
Palacio de Gobierno es donde debiera despachar el presidente del Perú. No en casa de terceros o cuartos y menos de quien es sospechoso de haberse hecho el bobo cuando los crímenes contra el pueblo acontecidos en las épocas del terrorismo demencial y la represión militar salvaje. Que turroneros que fungen de periodistas disimulen o cambien la versión es otra cosa, pero habemos quienes somos rigurosos y memoriosos.
Si el mandatario no quiere repetir los papelones de otros jefes de Estado, es hora que actúe con propiedad y cite a las personas a Palacio, dialogue, discrepe o acuerde y que la Nación sea enterada in extenso de qué pasó. Y así sabemos quién es quién.
Inaceptable abdicación presidencial.
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