El sainete no puede ser más grotesco: se “atrapa” a un ex funcionario con quien, ni en sueños o en la peor de las pesadillas, los elegantes hampones de Odebrecht, habrían tomado contacto. Otro señor tomó las de Villadiego y “nadie” sabe dónde está. Ambos habrían “recibido” varios millones de dólares. ¿Quién puede creer semejante embuste?
Una primera y muy objetiva afirmación sería que estos personajes obraron como testaferros de los peces gordos. ¡Eso es lo que quiere saber el pueblo, el nombre y apellido de los peces gordos! Pero los miedos de comunicación, en connivencia grosera con las torpezas judiciales de lentitud exasperante, se encargan de llenar noticieros, programas radiales e impresos de verdades a medias, mentiras a granel y embrutecimiento por doquier.
Escribió ayer 22, con cimitarra siempre afilada el doctor Guillermo Olivera Díaz:
“¡Con alguien como el de la foto, Marcelo ODEBRECHT no trata, no define, no decide, ni negocia coimas millonarias sobre 1 tramo del Metro de Lima, que terminó costando más de 500 millones de dólares!
Preso Luyo Barrientos prometió decir la verdad, la que dijo debe conocerse a fondo y que la pita no deba romperse por el lado más débil. Tal fue su mensaje criptado, en la audiencia de hoy, donde se decidirá su prisión preventiva por 18 meses, pedida por el fiscal Hamiton Castro.
¿Se inmolará o delatará a quienes decidieron sobre él?”.
En otros países latinoamericanos, también infectados por la pezuña Odebrecht, se agarra del pescuezo a parlamentarios, ex funcionarios, y se los mete a la cárcel. Las reparaciones que pagan los brasileros superan muy mucho a los modestos milloncitos que ha sufragado la dicha firma en Perú y con acuerdos secretos que el Fiscal de la Nación no desea revelar por ignotas razones. El circo no puede ser más palurdo.
Cierto ex presidente, de quien no se puede sospechar ni una micra de honestidad, desparrama en las redes sociales sus gritos y proclamas: al ladrón, al ladrón y ofende a las ratas comparándolas con sus ex funcionarios. A este individuo, al señor Enrique Cornejo, a José Antonio García Belaunde y a Gonzalo Gutiérrez, ando preguntándoles con voz solitaria ¿por causa de qué regalaron la soberanía aérea del Perú a Lan Chile el año 2011?
El gen de la corrupción forma parte indesligable del ADN social peruano. Nos gusta la trampa, el cohecho, la zancadilla, la mala fe desde la infancia, la preferencia por el abuso y el camino corto y desechamos el esfuerzo y el mérito. En volumen que está en cocción lenta y heroica, estamos preparando el primer tomo ¡Corruptos, desde la cuna hasta la tumba! que lanzaremos a fin de año.
Hemos visto a idiotas que pasan por intelectuales, periodistas, magistrados o políticos, disfrazados en las fiestas que daba la corrupta Odebrecht. No son pocas las faltriqueras las que tienen que dar cuenta de sus fondos tramposos ni escasas las campañas financiadas con dinero sucio. Nombres y apellidos y el castigo moral para quienes han sido parte del festín pantagruélico de esos primeros US$ 29 millones de dólares.
Hay que fulminar a las figuras y figurones que prostituyen la vida integral del Perú, aunque nos quedemos sin políticos, periodistas, magistrados, jueces, burócratas, etc, etc, etc., es mejor empezar desde los rudimentos de inexpertos pero limpios antes que continuar sobre toneladas de fango pestífero y epidémico.
Perú organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota el pus, admonizó con acerada pulcritud Manuel González Prada.
Es obvio que NO se equivocó.
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