“Es una pena decir que hemos sido engañados nosotros, han sido engañados los bancos e instituciones de todo tipo en este proceso. No crea que me siento bien estando acá, diciendo lo que estoy diciendo. No me siento bien, no me siento una persona aguda, inteligente, capaz, me siento muy mal”, dijo Mario Alvarado Pflucker a todos los medios de comunicación en su calidad de gerente general de Graña y Montero, GyM. Palabras más, palabras menos, esta patética parrafada propende a decir que ellos fueron muy bobos al asociarse para el gasoducto del sur con la corrupta empresa Odebrecht.
Realidades puntuales
Cuando el 29 de setiembre del 2015 GyM anuncia su participación asociada a Odebrecht en el gasoducto y por el orden de US$ 215 millones de dólares, el capo di tutti di capi de la empresa brasilera, Marcelo Odebrecht, ya estaba en prisión. Juntarse, coalicionarse o mezclarse con delincuentes, siempre lleva a derroteros de esa naturaleza, de ninguna otra.
Al año siguiente, el 22 de diciembre del 2016, GyM anuncia que aumentará su participación de 20 a 30% en el gasoducto. Si hicieron público el resultado de sus expectativas y en el horizonte de sus negocios, las cifras eran tan buenas como para incrementar en 50% su participación, es porque habían estudiado con lujo de detalles que eso era así. De otro modo hay que pensar que el timo, engaño o estafa vino desde muy dentro de GyM.
Nótese lo avanzado que estaba el 2016 y no habían nubarrones o chubascos que impidieran el júbilo del anuncio de GyM y que se detalla en el párrafo anterior.
Primeras preguntas
¿No sabían los de GyM que Marcelo Odebrecht ya cantaba en todos los idiomas la inmensa colección de corruptelas que su empresa había alentado en sus múltiples negocios en varios países del mundo, entre ellos Perú?
¿Sólo los de Odebrecht iban a correr con el impuesto sucio que son las coimas para ganar buenas pro y montos alzados abusivamente para luego repartir los réditos ilícitos entre todos los socios?
¿Desde cuándo cobran los que no “invierten”?
¿No era cierto, además, que las acciones de GyM, cayeron al 23 de noviembre en 14% ¡precisamente! por su asociación con Odebrecht?
¿Cómo pretenden insultar de ese modo al pueblo peruano haciéndose los bobos y que por eso fueron “sorprendidos”?
Además, sobre llovido, mojado, al cuarto trimestre del 2016, GyM ya tenía el registro de una pérdida de US$ 39 millones –S/ 130 millones de soles-, lo que perfilaba una situación más que alarmante.
¿Dónde está Pepe Graña?
Ciertamente nadie puede negar las señaladas dotes histriónicas del gerente general Mario Alvarado Pflucker y su confesión de tremenda ingenuidad. ¿Hay alguien en Perú que se trague el sapo que no analizaban cifras, perspectivas y clima enrarecido que se acercaba cada vez conforme se estipulaba para la fecha límite en el contrato?
El señor José Graña Miró Quesada, siquiera por cortesía mínima, se las ha arreglado para no ser él quien dé la cara y explique al país cómo es que su firma incurrió en tan graves maromas de ingenuidad aguda, acaso porque su privilegiada posición de dueño y patrón, le confiere esas ventajas. Dudamos que tenga miedo o que esté aterrado por las circunstancias. En cualquier caso Mario Alvarado probó que puede ser parte central de cualquier obra de teatro dramático.
Empiezan las angustias
El 20 de enero de este año, don Mario Alvarado comunica que es “muy difícil” conseguir inversiones para asegurar el megaproyecto del gasoducto.
El gobierno de PPK canceló el proyecto del gasoducto el primer mes del año.
GyM informa por esos días de enero la venta de activos no estratégicos por US$ 300 millones de dólares para garantizar el pago de obligaciones financieras tras la cancelación.
Como para guardar los fueros, la abogada de GyM, María del Pilar Sabogal, afirmó que su empresa no estaba inhabilitada de participar si se llevase a cabo una nueva licitación. Just in case……
Grandes ligas
Desde el 2007, GyM está listada en la Bolsa de Nueva York donde hay prohibiciones expresas como, por ejemplo, el lavado de activos.
Integran el directorio de GyM: Federico Cúneo, Hugo Santa María del Grupo Apoyo; y el chileno Mark Hoffman. Agrupa GyM a 26 empresas en 4 áreas de negocios: ingeniería y construcción; infraestructura, inmobiliaria y servicios y tiene presencia en siete países.
¡Ah caramba y sin bobería!
Según una cláusula la empresa GyM recuperaría de la inversión en el gasoducto la suma de US$ 220 millones. “En caso dicho pago alcance el 72.25% del valor contable neto de los activos de la concesión, recuperaríamos más del 95% que asciende a 220 millones de dólares”, afirma Alvarado Pflucker, esta vez muy despierto. Como es de notarse de inmediato.
GyM: ¿bobos o codiciosos?
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