En Twitter no son pocas las manifestaciones fanáticas, latosas, hilarantes, ridículas y de auto-bombo sin límite y de muy mal gusto.
Ayer leí cómo integrantes de algunas comisiones del Congreso instalaban su ejercicio, posaban en fotos y “anunciaban” el magno evento al país.
Hay que preguntarse si tiene algo de extraordinario que los legiferantes se reúnan en comisiones. Y la respuesta es simplemente NO. ¡Para eso les paga el pueblo, para que trabajen en dichos grupos, redacten y sustenten proyectos de ley y hagan realidad un ordenamiento que implique justicia social, equidad y optimismo con horizonte.
Entonces ¿qué es eso de, con espíritu de farándula, tanto exhibicionismo y promesas?
Perú soporta períodos legislativos bastante mediocres desde hace más de 35 años. Las excepciones son pocas y más bien individuales. En no poco esto se refleja en la escasa aprobación que merece el Congreso en las encuestas.
Días atrás un parlamentario le decía a otro “subnormal” y el otro retrucó que aquél era una “lagartija”. ¿Quién tuvo la razón o los dos ostentaban estos “discutibles” méritos?
Consterna sin duda el afán de protagonismo que poseen algunos legisladores. Bostezan y lo consignan en Twitter. Visitan algún lugar y con foto, sonrisa y portátil, va al Facebook. Dicen que esto es parte de la información. No sé si se han preguntado ¿cuánto importa al pueblo qué hacen sus congresistas?
Mientras tanto se apalea a profesores en las calles, los niños dejan de estudiar, se emiten bonos por varios miles de millones de soles y hay mutis en Plaza Bolívar. Cuando debiera existir cuestionamiento, protesta, análisis, acción decidida por parecer parte de la escena política.
La frivolidad con que se expiden no pocos parlamentarios es reprobable e indigesta.
¡Pónganse a trabajar que para eso les paga el pueblo!
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