El Pentágono está preparando una nueva guerra en el sudeste asiático, ahora contra Myanmar. Los yihadistas presentes en Siria, con el apoyo de varios países del Medio Oriente, y que hasta ahora peleaban entre sí, podrían irse a luchar, junto al Pentágono, contra el ejército birmano y la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
Estados Unidos ha venido destruyendo sistemáticamente todo el Medio Oriente ampliado desde el año 2001. Hace sólo unos días, ese país estaba preparando una nueva guerra contra Irak y Siria a través de los kurdos encabezados por la familia Barzani y Salim Muslim.
Ahora parece tener en mente un nuevo teatro de operaciones: Birmania. En este caso, los yihadistas e incluso varios países del Medio Oriente serían movilizados para ir a luchar en el sudeste asiático.
Hace meses que la prensa internacional viene denunciando la situación de los rohingyas y presentando a Birmania como un infierno, con mentiras similares a las que ya profirió antes sobre Siria.
En 2013, mientras preparaba un ejército en Jordania y financiaba a los yihadistas en Siria, Arabia Saudita creaba también, en La Meca, el «Movimiento por la Fe», rebautizado ahora como «Ejército de Salvación Rohingya de Arakan». Como en el caso de Siria, Arabia Saudita mezcló en ese grupo armado verdaderos birmanos con los mercenarios que habitualmente utiliza en todas partes del mundo. Por ejemplo, el líder de ese grupo es un pakistaní que combatió junto a Ben Laden contra los soviéticos en Afganistán.
Los yihadistas birmanos han recibido su armamento de Estados Unidos y del Reino Unido y su formación militar se desarrolló en campos de entrenamiento situados en Arabia Saudita y Bangladesh. En agosto pasado, su número se estimaba en al menos 5 000 hombres.
Birmania es un país que no ha conocido la paz desde la época de la colonización británica y la posterior ocupación japonesa. Es un mosaico de 135 etnias que se hacen la guerra entre sí –lo cual no ocurre en Siria. Una dictadura militar había llegado a imponer algo parecido a una forma de orden en gran parte de Birmania, recurriendo para ello a una cruel represión. Hace un año y medio, el ejército birmano aceptó compartir el poder con la Premio Nobel de la Paz Aun San Suu Kyi para resolver juntos los problemas interétnicos.
Una de las medidas del nuevo gobierno fue la creación de una comisión de consulta para resolver los problemas de discriminación hacia los rohingyas, comisión que tuvo como presidente al ex secretario general de la ONU Kofi Annan y que contaba entre sus miembros personalidades extranjeras como el ex ministro libanés de Exteriores Ghassan Salamé y varios birmanos, como el guía de un orden sufista.
Al igual que los trabajos de la comisión de la Liga Árabe enviada a Siria en 2011-2012, también hubo sabotaje contra los trabajos de la comisión de consulta creada en Birmania. El mismo día que esa comisión presentó su informe, el 25 de agosto, el Ejército de Salvación Rohingya de Arakan atacó simultáneamente 24 cuarteles del ejército birmano y puestos de la policía dejando un saldo de 71 policías y soldados muertos.
El presidente turco Erdogan comenzó inmediatamente a exacerbar los ánimos en los países musulmanes. Sólo después de sus discursos alarmistas, comenzó la migración de rohingyas hacia Bangladesh.
El objetivo final es movilizar, junto a la OTAN, a los mismos Estados que anteriormente lucharon bajo las órdenes de la alianza atlántica contra los serbios (pro-rusos) en Bosnia-Herzegovina, con la diferencia de que ahora lucharían contra los birmanos (pro-chinos).
Ya existen contactos entre los estados mayores de los ejércitos de Arabia Saudita, Irán, Qatar, Pakistán y Turquía.
Es importante observar que en Irán, el presidente Rohani y el jefe del estado mayor de las fuerzas armadas se pronunciaron a favor de la intervención musulmana mientras que el ayatola Alí Khamenei, Guía de la Revolución, y los Guardianes de la Revolución se pronunciaron contra ese proyecto insensato, con el que Irán se convertiría nuevamente en un vasallo de la OTAN.
Si ese proyecto llegara a concretarse, el conjunto de fuerzas que luchan contra Siria se desplazaría hacia el sudeste asiático. La paz regresaría entonces a Siria, por falta de combatientes.
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