Continuamos dando atento seguimiento a las alarmantes noticias que trascendieron el 7 de abril sobre otro presunto ataque con armas químicas, esta vez contra un hospital en Duma, Siria. Los informes de diversos contactos y trabajadores médicos en el terreno, indican que podría haber un elevado número de víctimas, incluso entre las familias que se resguardaban en refugios. De confirmarse, estos informes resultan estremecedores y exigen una respuesta inmediata por parte de la comunidad internacional.
Estados Unidos seguirá desplegando todos los esfuerzos a su alcance para que quienes usan armas químicas, en Siria y otros sitios, respondan por sus actos. El historial de uso de armas químicas por parte del régimen contra su propia población es incuestionable, y de hecho, hace cerca de un año, el 4 de abril de 2017, las fuerzas de Assad perpetraron un ataque con gas sarín en Jan Sheijun, en el cual fallecieron cerca de 100 ciudadanos sirios.
El régimen de Assad y quienes lo apoyan deben responder por lo sucedido, y es imperioso actuar de inmediato para prevenir otros ataques. Rusia, con su apoyo incondicional al régimen, es en última instancia responsable de estos ataques cruentos, dirigidos contra innumerables civiles, y de sofocar con armas químicas a las comunidades más vulnerables de Siria. Al proteger como su aliada a Siria, Rusia incumplió sus compromisos ante las Naciones Unidas como garante. Ha transgredido la Convención sobre las Armas Químicas y la Resolución 2118 del Consejo de Seguridad de la ONU. Al proteger al régimen de Assad y no actuar para detener el uso de armas químicas en Siria, surgen dudas de que Rusia tenga un compromiso genuino de resolver la crisis y respetar las prioridades generales de no proliferación.
Estados Unidos insta a Rusia a poner fin a este apoyo sin reservas y trabajar con la comunidad internacional para impedir que haya nuevos ataques aberrantes con armas químicas.
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