Bajo las administraciones Bush y Obama, Estados Unidos, imbuido de su superioridad sobre sus rivales ruso y chino, se durmió sobre sus laureles en materia de armamento. Mientras tanto, el complejo militar e industrial ruso trabajaba en investigaciones y proyectos innovadores que finalmente puso a prueba en Siria antes de iniciar producciones en serie. Hoy, Washington se ha quedado a la saga y necesitará al menos 10 años antes de ponerse al nivel de Moscú. Rusia tiene ahora la posibilidad de utilizar su nuevo armamento como argumento diplomático.
Ha terminado la fase de pruebas del avión ruso de combate Su-57. Su nuevo motor garantiza un régimen de supercrucero, o sea vuelo supersónico sin forzar la maquinaria. Se han sometido a ensayos nuevas armas especialmente adaptadas a los compartimientos internos del Su-57. La cadena de producción ya es capaz de fabricar cada año 30 ejemplares del Su-57 y, si existen suficientes pedidos, puede producir el doble de esa cantidad al año. Por último, un Su-57 cuesta la mitad del precio de un F-35.
A pesar de todo lo anterior, Rusia pondrá en servicio sólo 12 ejemplares del Su-57 de aquí al 2020. Según Rusia, esa decisión se debe a su concepción defensiva, que atribuye a los aviones furtivos la misión de crear un “corredor” para penetrar la defensa antiaérea del oponente.
La misión del Su-57 consiste en golpear la red de radares terrestres, los radares que dirigen los misiles antiaéreos y la aviación enemiga en el eje principal de avance de las fuerzas terrestres.
Después de cumplida esa misión, los aviones de cuarta generación –que no son furtivos pero que llevan 5 veces más armamento que el Su-57– gozan de total libertad de acción contra los objetivos terrestres.
En mi opinión, Rusia está guardando el Su-57 y el sistema de misiles antiaéreos S-400 como moneda de cambio para promover sus intereses en materia de política exterior.
Los países del Golfo Arábigo-Pérsico tendrán que esperar al menos 10 años antes de llegar a recibir el avión de guerra estadounidense F-35. Pero podrían obtener el Su-57 y el sistema de misiles antiaéreos S-400 si contribuyen financieramente a la reconstrucción de Siria y se alinean tras los intereses de Rusia en el Medio Oriente, y en cuanto a los precios de los recursos energéticos.
Es poco probable que los intereses de Rusia en Siria y en su frontera sur lleguen a verse amenazados. Sin embargo, si llegase a aparecer algún tipo de amenaza, el Su-57 será utilizado a partir de Siria y, probablemente, también desde Irán.
Egipto podría adquirir el Su-57 y el sistema de misiles antiaéreos S-400 si la marina de guerra rusa deseara volver a las antiguas bases de Alejandría y Port Said. La flota rusa del Mar Negro ya está presente en el este del Mediterráneo.
Si Estados Unidos sale del Tratado INF y despliega misiles nucleares de mediano alcance en Europa, Venezuela podría recibir de Rusia el Su-57 y el sistema de misiles antiaéreos S-400 a cambio del uso de bases militares en ese país. Entre Venezuela y Washington hay 3 000 kilómetros, distancia que un misil de alcance intermedio puede recorrer en 11 o 12 minutos.
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