El martes 18 de mayo, en Cartagena, se dió inicio a las negociaciones, entre el gobierno de Colombia y el de Estados Unidos, de un tratado bilateral de libre comercio. Decir negociaciones es, por lo menos, exagerado. Aspiran a tenerlo listo y firmado a principios del 2005, en solamente nueve reuniones. Y eso que simultáneamente harían lo mismo Ecuador, Perú y al parecer Bolivia.
Con el acelerador a fondo
El martes 18 de mayo, en Cartagena, se dió comienzo a las negociaciones, entre el gobierno de Colombia y el de Estados Unidos, de un tratado bilateral de libre comercio. Decir negociaciones es, por lo menos, exagerado. Aspiran a tenerlo listo y firmado a principios del 2005, en solamente nueve reuniones. Y eso que simultáneamente harían lo mismo Ecuador, Perú y al parecer Bolivia. Se sabe además que la delegación estadounidense trae ya un borrador. La intención es diáfana: El año pasado, el representante comercial, el señor Zoellick, había recomendado a Colombia que estudiara juiciosamente el tratado con Chile porque sería más o menos lo mismo. Como quien dice que basta con firmar, cosa que al gobierno colombiano no le cuesta mucho trabajo.
La fecha mencionada sería del todo una desgracia si no fuera porque, al mismo tiempo, la resistencia popular frente a estos tratados está dispuesta a hacerse sentir. Se ha programado una jornada de lucha que incluye movilizaciones en Cartagena, Bogotá y Barrancabermeja. Todo ello en el marco de un paro nacional liderado por Fecode, Sindesena y Asonaljudicial. Y junto a la huelga de la USO cuyos objetivos, en defensa de los recursos del petróleo, están ligados estrechamente con los que persigue esta resistencia contra los tratados de libre comercio. Se trata, al fin y al cabo, de la misma política neoliberal de sometimiento a los designios del imperio.
Este mecanismo de tratados bilaterales, aunque viene de tiempo atrás -Chile comenzó hace doce años- se ha visto reforzado últimamente por las dificultades que viene enfrentando el proceso del ALCA. Estados Unidos pretende ahora avanzar gradualmente en sus objetivos, incorporando uno a uno a los gobiernos más obedientes. No gratuitamente se le ha llamado "ALCA por entregas". Es por eso que el contenido de las supuestas negociaciones viene a ser el mismo y los temas de debate se encuentran en los mismos puntos. Con el agravante, en los tratados bilaterales, que cada país, aislado frente a la potencia, tiene menos fuerza para resistir. En consecuencia, vale la pena que, frente a este nuevo episodio de la confrontación, y para comprender mejor el sentido de la lucha, nos detengamos a precisar un poco más los aspectos que están en juego.
Héctor León Moncayo
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