Lo que sucedió el 2 de febrero está muy claro: la gente fue a votar porque querían organizar un plebiscito que denunciara mi secuestro en 2004. Dijeron no al golpe de Estado, dijeron no al secuestro. Al votar por Preval votaron por mi regreso. Fue lo que dijo la gente en los colegios electorales y se dijo muy claramente: no al golpe de Estado, sí a la democracia.
El pueblo haitiano es inteligente. Un 70% es analfabeto, pero no es un pueblo estúpido. Siempre ha luchado por su dignidad y votar significa para el pueblo una cuestión de dignidad. No acepta que le impongan sus dirigentes mediante golpe de Estado, que se burlen de su voto, pues eso equivale a burlarse de su dignidad. La gente fue a votar porque querían luchar democráticamente pos su dignidad. Por eso votaron por mi regreso.
Pero no se trata sólo de mi regreso. Es algo mucho más allá de mi persona. Es una lucha por la dignidad por parte de un pueblo cuya voluntad ha sido frecuentemente ultrajada mediante golpes de Estado –35 golpes de Estado en 200 años de independencia es suficiente. El pueblo haitiano ha dicho que quería transición política mediante elecciones. La ONU, Francia y Estados Unidos deben comprenderlo. Hablan todo el tiempo de libertad y democracia; espero que al fin respeten los derechos democráticos de mi país.
En 1990 el pueblo me eligió como presidente. En 1991 se produjo un golpe de Estado. En el año 2000 el pueblo volvió a elegirme. Hubo otro golpe de Estado en febrero de 2004. Nuevamente en 2006 el pueblo ha votado por mi regreso. Los haitianos conocen sus derechos y exigen que los demás los respeten.
¿Qué futuro para mí ahora? Me gusta enseñar. Antes de haber sido electo en dos ocasiones era profesor, lo que ahora hago en la universidad de Sudáfrica. De regreso a mi país quiero dedicarme a la enseñanza. Cuando fui electo sólo había 34 escuelas secundarias públicas en el país, y hoy existen 138. La enseñanza siempre ha formado parte de mis sueños. En Haití sólo teníamos 1,5 médicos por cada 11 000 habitantes, y fundamos una universidad y una facultad de Medicina con 247 estudiantes. Lamentablemente éstos fueron expulsados de la universidad al producirse el golpe de Estado. Invertir en la educación es invertir en el desarrollo humano.
Miren a Nelson Mandela. Pasó 27 años en prisión. Cuando salió ayudó a su país a pasar del apartheid a la democracia. Como ex presidente continúa sirviendo a su pueblo. Sin ser presidente, continuaré a servir a mi pueblo mediante de la enseñanza. Desmond Tutu, en visita a Haití el mes pasado, dijo que aquello le recordaba los días del apartheid. Es un buen análisis, pues, a pesar de haber sido el primer país negro independiente desde 1804, estamos aún divididos por los muros del apartheid que permiten al 1% de la población poseer el 51% de las riquezas nacionales, mientras una inmensa mayoría vive con menos de un dólar diario.
Suráfrica es una inspiración para muchos países, incluido Haití, pues nos muestra que se puede llevar a ricos y pobres, a gobierno y sociedad civil, a unir sus fuerzas en el espíritu del Ubuntu, del diálogo y la justicia. Se puede dejar de erigir muros de apartheid y sustituirlos por puentes de solidaridad. Por eso soy más que feliz por continuar en el camino de la educación. Si la política es servir al pueblo, entonces podemos ser elegidos como presidente y servir al pueblo. Fue mi caso. Pero también se puede ser un ciudadano normal y continuar al servicio del pueblo. Es lo que pienso hacer.

Fuente
The Mail-and-Guardian (Suráfrica)

«’Haiti voted for my return’», por Jean Bertrand Aristide, The Mail-and-Guardian, 24 de febrero de 2006. Texto adaptado a partir de una entrevista.