Un niño o un adolescente de Villa 21, Caballito, Lanús, La Quiaca, Porto Alegre, La Paz, Madrid, Napoli o Bagdad, provenga de la clase social que provenga, tendrá ocupado alguno de sus sentidos, durante la mayor parte de su existencia, por un medio de comunicación, sea éste gráfico o audiovisual, grande o pequeño. En una investigación del "Columbia Journalist" se afirma que "durante los días de nuestra vida ingresan en la conciencia un promedio de doce millones de anuncios e informaciones de todo tipo. Televisión, radio y publicidad callejera ocupan el principal espacio".
Ejércitos de sociólogos, psicólogos, comunicadores, periodistas y publicistas son reclutados por las nuevas fábricas de contenidos que las empresas de diversos rubros, utilizan con el objetivo de que sus productos sean aceptados y consumidos por la gente. Estos productos ingresan al mercado mundial, regional o local "trabajados" por medio de sofisticadas técnicas de venta publicitaria, que incluyen estudios previos de campo sobre quiénes son, cómo piensan, qué quieren "sus" consumidores.
La UTPBA hace muchos años que analiza, evalua, discute y difunde -con los medios que tiene a su alcance y contra todo tipo de censuras que le han impuesto- la importancia que tiene la construcción de una comunicación propia, como soporte fundamental en el desarrollo de las ideas, gestadas en la matriz del pensamiento crítico al sistema económico/cultural imperante.
Los mensajes emitidos desde la máquina comunicacional mundial tienen, sin embargo, fisuras, pero ello no significa que no sigan influenciando a millones de seres humanos.
En los últimos años aparecieron numerosas experiencias comunicacionales enfrentadas al discurso único, otras ya tenían larga existencia. Ante el actual estado de situación valen algunos interrogantes:
¿Ingresaron en una etapa de crisis de credibilidad real las grandes empresas mediáticas? La existencia de miles de radios, medios gráficos pequeños y medianos, sitios en la Web ¿garantizan de por sí una prensa propia, alternativa o alterativa?
¿Algunos de estos medios no repiten estéticas y moldes similares a los de las grandes corporaciones de la comunicación? Las preguntas planteadas en absoluto intentan devaluar o disminuir la importancia estratégica que tiene defender y preservar a estos medios, simplemente buscan precisar caminos que aporten a un debate cotidiano sobre el tema, a sabiendas que los dueños del poder económico-mediático irán por ellos, de la misma manera que fueron por los sistemas de cables locales en la década anterior.
La experiencia venezolana marca un interesante rumbo a seguir. El ministro de cultura de Venezuela, Francisco Sesto, fue claro al respecto: "La prioridad estratégica es crear infinidad de radios comunitarias, diarios locales, agencias y canales zonales, que construyan su propia comunicación pero con un discurso cohesionado. Esta comunicación va acompañada de miles de centros comunitarios y de coordinadoras de la revolución en cada ciudad, cada barrio".
En nuestro país, rico también en experiencias comunicacionales, debemos seguir profundizando el valor de construir mensajes e ideas propias, alejadas de respuestas individuales o marginales y cercanas a la elaboración de una red de redes, amplia y masiva capaz de ser un aporte serio a la gestación de un movimiento político, cultural y social. ¿Hay otro camino?
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