El presidente García desarrolló un conjunto de visitas breves a los países vecinos, como señal que será una de sus prioridades en la gestión externa del Estado. Siendo el balance muy positivo, también existen riesgos que pueden ser graves para el interés nacional.

La primera visita a Brasil fue muy significativa. Plantear la ejecución de la alianza estratégica con ese país, profundizando la relación más allá del plano económico-comercial, es clave. Esto debería estar acompañado de la vuelta del Perú al foro multilateral del G-20, que impulse nuestra presencia internacional donde hay importantes coincidencias con Brasil. También en la constitución de corredores bioceánicos y la proyección al Asia-Pacífico, máxime si somos sede de la Cumbre Apec el 2008. Además, que se fortalece la construcción de la Comunidad Sudamericana de Naciones más allá de ejes anti.

La visita a Colombia, más allá del tema emotivo para el APRA y el propio presidente, por la solidaridad de ese país en momentos difíciles, llega en buen momento. Primero, para fortalecer la CAN, que está saliendo lentamente de su última crisis. Segundo, para impulsar la relación con el principal socio comercial de la CAN, y porque permite continuar y desarrollar la cooperación en diferentes temas estratégicos con un presidente que acaba de ser reelegido.

La visita a Ecuador también es muy positiva, porque le otorga una prioridad a un país donde voces internas buscaban erróneamente puntos de fricción o sospecha, que han quedado desvirtuados. El impulso de la cooperación y ejecución de los acuerdos de paz, el apoyo a la decisión sobre la OXY y la ampliación del ATPDEA, han sido puntos centrales y correctos

La distensión con Venezuela también es muy importante, y se están creando las condiciones para la normalización de relaciones diplomáticas. Sería muy positivo que Venezuela permanezca como país asociado a la CAN, lo cual le permitiría mantener su posición discrepante sobre el TLC y el neoliberalismo, pero también participar de la mayor parte de la institucionalidad y compromisos andinos, que son multidimensionales.

Solo falta retomar las históricas relaciones de hermandad con Bolivia, a partir de los avances logrados en la administración del presidente Mesa, y los acuerdos preliminares de llegar a niveles de integración máxima entre los dos países. La articulación energética, con creación de valor agregado y exportación posterior deberían ser nuevamente parte de la discusión. También, por supuesto, ratificar la posición histórica de Cancillería sobre la mediterraneidad boliviana y su diferendo con Chile.

Es positivo que se cree un clima favorable para el diálogo con ese país. Pero, en la visita se anunció un virtual TLC cuando existe prácticamente el 90% del comercio bilateral libre, y un Acuerdo de Complementación en el marco de ALADI que está vigente. También hay acuerdos de protección de inversiones. ¿Cuál es la necesidad de acelerar y profundizar el vínculo cuando hay asimetrías evidentes y estructurales (el superávit comercial reciente se debe al molibdeno que luego Chile reexporta a China con mayor valor agregado) que no se han corregido?

Lo más preocupante es la declaración del presidente, de, prácticamente, poner en la congeladora el tema de los límites marítimos pendientes. Este tema, como el del armamentismo y los otros que vienen de la ejecución de los Tratados deberían tratarse simultáneamente, por los canales adecuados. No parece lo mejor continuar con la política de “carriles separados”, profundizando la relación económica en términos que sólo favorecen al país del sur, mientras los temas estratégicos y geopolíticos se dejan de lado.

El presidente ha señalado correctamente que somos competidores en el Pacífico Sur. La cooperación planteada en APEC tendría que guardar un equilibrio bastante complicado. La vuelta de Chile a la CAN como asociado no sería tan necesaria en la medida que ya tiene acuerdos bilaterales de comercio con todos los andinos, y participa en algunas instituciones de integración.

Buenas relaciones vecinales son fundamentales para el interés nacional. La gira del presidente avanza en la relación correcta, y es necesario que con Chile haya una relación armoniosa y de mayor vínculo, pero no parece correcto hacerlo dejando de lado los asuntos pendientes.