“El 7 de agosto pasado inició el segundo gobierno de Álvaro Uribe (el primero de reelección inmediata en la historia reciente colombiana) y la expectativa es grande acerca de sus características y prioridades, pero además en un contexto diferente al anterior.”
Sin embargo, es necesario anotar, que la experiencia en los casos en donde existe la reelección presidencial inmediata, es que casi nunca ni las prioridades, ni la composición y por supuesto, tampoco los resultados son asimilables al primero. Entre otras razones porque ni el contexto –interno y externo-, ni las prioridades, ni el ambiente político es similar.
El nuevo contexto internacional
En lo internacional la llamada ‘guerra contra el terrorismo’ del gobierno Bush ha perdido centralidad y USA se encuentra en una situación embarazosa, en Irak y Afganistán, además con una pérdida cada vez mayor de confianza interna en las políticas del Presidente, más allá de que la amenaza terrorista periódicamente re-emerge como relevante, pero todo indica que crecientemente las sociedades progresivamente se acostumbran a convivir con niveles de riesgo y no parecen estar esperando las ilusiones de riesgo cero. Adicionalmente, las posibilidades del TLC con los Estados Unidos son menos claras y nada garantiza que efectivamente vaya a salir avante. En Latinoamérica se han consolidado gobiernos más independientes frente a Estados Unidos –un variopinto mosaico de gobiernos de centro-izquierda que van desde el gobierno venezolano de Chávez, pasando por el boliviano de Evo Morales, el brasileño de Lula, el uruguayo de Tabaré Vásquez, el argentino de Kirchner, el chileno de la Bachelet, el panameño de Martín Torrijos-, pero al mismo tiempo se presentan crisis, por lo menos parciales, de los procesos de integración regional, -caso de la CAN y la iniciativa del ALCA prácticamente sepultada-; al mismo tiempo se intenta vigorizar MERCOSUR y comienzan los primeros pasos de la Comunidad Suramericana de Naciones. Se han dado en las economías de la región tasas de crecimiento económico al alza, asociado en buena medida a los altos precios de materias primas (petróleo, carbón, gas, cobre, níquel). También debemos anotar que el segundo gobierno Uribe tiene menores cuestionamientos en el ámbito internacional, especialmente por la Unión Europea por el tema de derechos humanos, y mayor legitimidad.
El contexto interno
En lo interno, tiene un claro mandato electoral, lo cual le da una mayor legitimidad y un gran poder (una bancada parlamentaria que le es ampliamente favorable, por lo menos inicialmente, pero con profundas debilidades en su identidad política y programática); también una oposición más cohesionada y fortalecida, expresada en el Partido Liberal y en el Polo Democrático Alternativo (con la paradoja que en las elecciones presidenciales el candidato del Polo tuvo mejor desempeño, pero en la representación parlamentaria el Partido Liberal triplica las fuerzas del Polo); con nuevas reglas del juego político, derivadas de la reforma política del 2003 y de la Ley de Bancadas, que organizan las fuerzas políticas y que algunos consideran es un paso en la dirección de un régimen semi-parlamentario. Cuenta el Estado colombiano con una Fuerza Pública fortalecida, pero que no ha logrado ni el monopolio del control territorial, ni de la coerción legítima. Un proceso de desmovilización de los grupos paramilitares en dificultades, y con el gran interrogante de si eso implica o no el desmonte del paramilitarismo como fenómeno de presión y control social. En el ámbito económico hay un ambiente interno positivo, en buena medida asociado a la favorable coyuntura internacional.
Los principales desafíos
Los principales desafíos que enfrentará este nuevo gobierno se sitúan en cuatro dimensiones: 1) mantener su coalición parlamentaria de apoyo, que hasta el momento parece muy endeble y que es fundamental para sacar adelante las iniciativas de gobierno; 2) manejar adecuadamente las relaciones internacionales en un contexto cambiante, con un gobierno republicano en Estados Unidos en declive y cada vez con menos apoyo político y de aceptación social, pero con quién se priorizó una relación estrecha en el primer mandato y de dependencia en cuanto a la financiación de la política de Seguridad Democrática y un conjunto de gobiernos suramericanos con pretensiones de autonomía, por lo menos relativa, frente a las políticas de USA y promoviendo procesos de integración subregional; 3) mantener la política de Seguridad Democrática que ha sido su bandera, dando seguridad real a todos los colombianos y enfrentar exitosamente los llamados ‘poderes mafiosos’ que parecieran estarse consolidando en el ámbito local y regional, alterando así el funcionamiento democrático; pero al mismo tiempo abriendo espacios reales para iniciar unas conversaciones con las Farc y lograr que los acercamientos iniciales con el Eln avancen y se profundicen –esto requiere igualmente voluntad de parte de estas organizaciones guerrilleras-; 4) el desarrollo de una agresiva política social; esto es más relevante cuando hay la sensación en sectores de la sociedad que la seguridad dejó de ser prioritaria y se coloca en el primer plano la lógica del bienestar.
Un tema que eventualmente puede alterar el escenario del debate político y nacional puede ser la introducción de la reforma constitucional orientada hacia el cambio del régimen político de uno de tipo presidencialista a otro de carácter parlamentario, como lo han insinuado algunos de los asesores del gobierno
Podríamos imaginarnos dos escenarios posibles, uno optimista y uno pesimista, sobre el desempeño probable del segundo gobierno Uribe.
El escenario optimista
Sería aquel en el cual se podría dar los siguientes desarrollos: 1) logra iniciar un serio proceso de conversaciones con las Farc (acompañado de la liberación de las personas secuestradas y de presos de esta organización guerrillera, a través de un ‘intercambio humanitario’), y se logra que las exploraciones con el Eln se formalicen en un proceso de conversaciones con un horizonte claro para su desarrollo; lo anterior incide en bajar de manera sustancial los indicadores de la confrontación armada interna. 2) Se mantiene un ambiente económico favorable, que estimule la inversión externa e interna y que se de una real generación de empleo (es importante unas relaciones comerciales fluidas con los dos vecinos y en aumento creciente y que se mantengan altos los precios de las materias primas). 3) Una seria y agresiva política social –en esto los programas de micro crédito pueden ser una herramienta importante-, centrada en el empleo, la pobreza, el acceso seguridad social, educación y salud. 4) Una política exterior pragmática y cooperativa con nuestros vecinos, en la cual primen los intereses del país y que permita mantener unas relaciones fluidas con ellos –Venezuela y Ecuador- y ser parte activa de los procesos de integración sub-regional –probablemente con énfasis en la Comunidad Suramericana de Naciones y tratando de mantener una CAN re-estructurada-, sin que lo anterior implique debilitar las buenas relaciones con USA como el aliado estratégico del actual gobierno. 5) Darle una salida al proceso de desmovilización paramilitar, no sólo garantizando que la aplicación de la Ley de Justicia y Paz comience en serio, sino además fortaleciendo los programas de apoyo a los desmovilizados, de manera amplia; adicionalmente se requiere una política criminal integral para enfrentar el fenómeno de los ‘poderes mafiosos’, que parecen ser una mezcla de sectores del narcotráfico, junto con cazadores de rentas legales e ilegales y bandas criminales de tipo local y regional, que buscan no sólo el control de rentas ilegales (drogas ilícitas, explotación ilegal de minerales, robo de gasolina) y legales (contratación pública, juegos de azar, etc), sino además el poder político local y regional y que parecen estarse convirtiendo en la principal amenaza para el funcionamiento de la democracia. 6) Lograr mantener cohesionada su coalición de gobierno, de tal manera que siga contando con apoyo para el trámite de las iniciativas legislativas.
El escenario pesimista
Se configura con la presencia de varias de las siguientes situaciones: 1) Se produce una crisis en la coalición parlamentaria de apoyo al gobierno y éste queda o en minoría o con mayorías precarias que no le permiten tramitar sus iniciativas de gobierno, debilitándolo en procesos de negociación sin claridad. 2) No logra abrir un escenario de conversaciones con la guerrilla de las Farc –tampoco realizar el ‘intercambio humanitario’ y esto coloca a un sector importante de la opinión pública en contra del gobierno- y las aproximaciones con el Eln se terminan enredando sin fructificar en unas serias conversaciones hacia la paz, terminando por una ruptura o suspensión pactada de las mismas; la dinámica del conflicto interno armado se recrudece o por lo menos se mantiene en los actuales niveles. 3) El tema paramilitar ‘rebota’ y termina por enredar al gobierno en discusiones jurídicas y procedimentales, aumentan las denuncias de ‘retorno’ a la actividad armada de los miembros de estos grupos y esto lleva a crecientes criticas de la comunidad internacional, incluidos los propios Estados Unidos; adicionalmente en las elecciones regionales y locales del 2007 se consolidan en diversas regiones del país ‘poderes mafiosos’ y la denuncia sobre la crisis de la democracia colombiana aumenta en la percepción de la opinión nacional e internacional. 4) La política exterior se termina enredando en el juego de intereses de USA y en esa medida Colombia crecientemente se va confrontada con sus vecinos y se comienzan a dar procesos de ‘aislamiento’ por lo menos parciales o la búsqueda de ejes que dividan a los países de la región, creando un escenario caliente que afectara las actividades económicas y aumentara la tensión regional. 5) El comportamiento de la economía es mediocre y no logra jalonar ni crecimiento relevante ni generación de empleo; la tensión regional con los vecinos puede ser un factor de gran incidencia en este sentido. 6) Adicionalmente, se impulsa una política social sin ningún impacto real, que es percibida solamente como ‘paños de agua tibia’ frente a una creciente situación de crisis social y humanitaria.
Obviamente que nuestra apuesta es porque el escenario pesimista no se vaya a presentar y que por el contrario las variables –por lo menos la mayoría- del escenario optimista primen por el bien de todos los colombianos.
Las posibilidades de las opciones alternativas de oposición hacia el siguiente gobierno van a depender de la capacidad de hacer un buen control político del gobierno, de la posibilidad de fortalecer sus estructuras organizativas y de lograr coaliciones de espectro amplio, con liderazgos carismáticos pero de tipo moderado –es claro que los colombianos parecen ser ‘alérgicos’ a posiciones radicales confróntativas- y buscando recoger los amplios sectores del centro político.
Tomado de: LA ESQUINA REGIONAL www.laesquinaregional.com
soporte@laesquinaregional.com
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter