Los estrategas geopolíticos del Pentágono intentarán recuperar, con el periplo de George W. Bush, espacios y tiempos perdidos, o al menos dañados, en numerosos países de Latinoamérica, como consecuencia de las políticas económicas, militares y comunicacionales que su gobierno impuso, a sangre y fuego, no sólo en la región sino en buena parte del planeta durante los últimos años.
Los puntos centrales de estas estrategias, emanadas de los grupos de élite del Pentágono y la Casa Blanca, tienen como objetivo principal el dominio de los recursos naturales (petróleo, gas, agua, alimentación) en los países que los EE.UU ya seleccionó.
Bush llegará a Brasil y Uruguay en momentos en que su imagen pública es la más baja (en la región y el mundo) que un presidente de los Estados Unidos haya tenido alguna vez.
La vida se mueve, la historia se mueve: ni Latinoamérica es la misma que hace una década, ni el imperio lleva todas las de ganar.
Esta recorrida “para estrechar lazos solidarios y fortalecer nuestras democracias” (palabras de Condoleezza Rice), por el cono sur, al que se le sumarán Colombia, Guatemala y México, no es la única movida en el tablero mundial. Con inusitado pragmatismo buena parte de la diplomacia norteamericana intenta reconvertir, contra reloj, al “eje del mal” Irán-Siria en “interlocutores válidos para poder reestablecer la paz en Irak”, según afirmaciones del vicepresidente de EE.UU, Dick Cheeney.
Bush representa las ideas del Estado que más muertes y crímenes de lesa humanidad ha cometido en todo un siglo en el planeta.
Bush, y los presidentes que lo antecedieron también tiraron bombas, produjeron golpes de estado y apoyaron sangrientas dictaduras en la región y el mundo.
Bush representa las ideas de una minoría, de carácter fascista, que viene preparando un asalto al pueblo soberano de Cuba, tal cual esta señalado en el “Plan para ayudar a una Cuba Libre”, que desde mayo del 2004 el Pentágono tiene listo.
Bush, junto al ex presidente español José María Aznar, fueron el primero en avalar el golpe de Estado en la República Bolivariana de Venezuela, bajo la presidencia del comandante Hugo Chávez.
Bush es el mismo que lanzó millones de toneladas de bombas sobre Afganistán e Irak en nombre de la “democracia y la libertad”.
El fin de semana pasado, con absoluta claridad, el presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), Juan Carlos Camaño se preguntaba ante una amplia audiencia que participaba del II Foro de Ciudades, realizado en Madrid: “¿frente a tantas matanzas, frente al armado de futuros -y nuevos genocidios- la FELAP todavía no había presentado ante los organismos internacionales de derechos humanos y ante los gobiernos de distintos países, una petición, un reclamo, una exigencia, con la finalidad que se considere juzgar, o se intente hacerlo, al presidente de los EE.UU, George W. Bush, como criminal de guerra. Como lo que es. Sin ninguna duda.”
El aparato de los grandes medios de la (des) comunicación del Imperio, se trazaron una estrategia para mostrar la “cara humana” de un criminal de guerra.
En las últimas 72 horas las grandes cadenas de TV estadounidenses, sus agencias de noticias y diarios electrónicos intentan moldear un Bush preocupado por la miseria, el hambre, la desocupación, la educación y “la calidad de nuestras democracias”.
El representante del sistema que produjo estos males viene a brindar “créditos a buenos intereses y poner un portaaviones sanitario”.
Sería interesante ver cómo funcionarán los “portaaviones sanitarios”, por ejemplo en Bolivia.
¿Bush llega tarde o temprano para aplicar su estrategia in situ?
Los promotores mediáticos de la mentira organizada tratarán de hacer ver que llega a tiempo, y que es beneficiosa su presencia para las que las “inversiones” lleguen rápidamente.
El periodista Silvio Gonzáles plantea, en su nota “Guerra Infinita en la ruta silenciosa” editada por la agencia de noticias Prensa Latina (PL), que va aumentando el nivel en la guerra de la información y citando al profesor Alex Schmid, afirma: “la guerra de la información tiene como característica principal que sus blancos son impuestos por la contrainteligencia de manera intencional”.
Gonzáles advierte e informa que el Departamento de Defensa de Estados Unidos organizó este año un “Comando de Operaciones en el Ciberespacio, ubicado en la Octava Base de la Fuerza Aérea de Barksdale, Lousiana”.
Esta nueva rama militar-comunicacional cumplirá el rol de policía del ciberespacio. Ya en 2005 el New York Times informó que se mantenían “1.200 soldados de las Unidades de Operaciones Psicológicas, que redactan noticias falsas y luego las colocan en la prensa digital de otros países para desinformar”.
Viene Bush y con él sus soldados: los que tiran bombas y los que construyen la mentira organizada. Ardua es la pelea que, en éste último campo, deberán producir los que construyen comunicación propia y contrahegemónica.
Vale lo que la UTPBA afirma en su comunicado, al señalar su profundo repudio y rechazo por “la presencia de Bush en Latinoamérica. Su presencia no tiene otro fin que el de buscar la ruptura – afirma- de una nueva realidad emergente en la región, en donde numerosos países y organizaciones han decidido enterrar para siempre las políticas neoliberales y dar una lucha seria, audaz e inteligente en la confrontación con quienes mienten, son neutros o apoyan a los criminales sociales”.
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