Esclarecer estos crímenes y ponerlos en un estrado y condenarlos, si fuera el caso, es un deber y una obligación, sólo así, nunca más la justicia únicamente será para los de poncho, como ha sido el modus operandi de los testaferros sanguinarios y corifeos de la carroñera partidocracia.
Los chirinchos de León
Nada más saber que el Presidente Rafael Correa había decretado la conformación de la Comisión de la Verdad para que se encargue de investigar las violaciones a los derechos humanos durante los gobiernos de estas casi tres décadas del mal llamado retorno a la democracia, al cadáver insepulto de la fuerza de los vivos del manso Guayas le atacó una serie de chirinchos (miedos y escalofríos), e ipsofactamente sintió mearse en los calzones, igualito que en la Base aérea de Taura cuando lo del Zambo Colorado.
Hasta aquel día, no había experienciado chirinchos, ni siquiera porque su partido, el Social Cretino, se iba en desbandada siguiendo los pasos de los malos ejemplosos como el Xavier Neira a quien los gringos le revocaron la visa por presuntos actos de corrupción, el Marcelo Dotti que antes de enfrentarse al Tribunal de Disciplina del PSC se batió en retirada, la Super perdedora de la elección presidencial Cintia Viteri, que allende las malas lenguas del Club la Unión dizque está pensando hacer un clon del PSC liderado por el Jaime Nebot para candidatizarse a la Asamblea Nacional Constituyente, además de la Alcaldesa de Manabí que recién dizque se ha dado cuenta que sus coidearios se han desviado de la doctrina social de la iglesia católica.
Como cada perro tiene su perruño, acucioso salió del closet para hacer declaraciones frente a las cámaras de la TV el Pucho Harb, antecito de ir a quejarse ante los senadores de la Yoni junto a la boca de riñón (Gloria Gallardo), Chilca Sánchez y Luis Fernando Torres afirmó en su arrogancia: “Lo pasao es pisao. No hagan tanta alharaca porque el estado ya le indemnizó a Pedro Restrepo (uno de los miembros de la comisión de la verdad) por la desaparición de sus hijos Santiago y Andrés”, olvidándose que los delitos de lesa humanidad y los crímenes de estado jamás prescriben.
El que no debe no teme, reza el dicho popular. De no ser así, el otrora intocable León, que decidió dejar botando su curul en el Congreso Nacional y retirarse oficialmente de la política ecuatoriana, no hubiera roto su silencio y salido a vociferar que el país debería agradecerle por haber ordenado eliminar a mansalva a los compas de la guerrilla de AVC.
La conciencia moral del pueblo ecuatoriano demanda que los crímenes de estado no queden en la impunidad, de lo contrario sería como escupirles en la cara a la profesora Consuelo Benavides torturada por la Armada Nacional en Esmeraldas, al poeta Gustavo Garzón, a Saúl Cañar, a Jaime Hurtado Gonzáles asesinado a plena luz del día en las inmediaciones del Parlamento Nacional y la Corte Suprema de Justicia y a tantos compañeros dirigentes estudiantes, obreros y campesinos que murieron en las calles por luchar en contra de esos gobiernos neoliberales que ahora exigen “el debido proceso”, el mismo que negaron a sus víctimas.
Lo del León, sólo es uno de los tantos casos que la Comisión de la Verdad integrada por Monseñor Luna Tobar, Julio César Trujillo y otros, deben investigar. Tomando en cuenta que en mi concepto, hasta el más feroz asesino, perfumado fascista, pelucón psicópata tiene derecho a la defensa.
Esclarecer estos crímenes y ponerlos en un estrado y condenarlos, si fuera el caso, es un deber y una obligación, sólo así, nunca más la justicia únicamente será para los de poncho, como ha sido el modus operandi de los testaferros sanguinarios y corifeos de la carroñera partidocracia.
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