La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) es otra de las organizaciones al servicio de los grupos de poder y el imperialismo; basta recordar que fue creada por la CIA. ¡Vaya rectora de la libertad de expresión y la democracia!
Si hay algo que se ha comenzado a recuperar en los últimos años en América Latina, y en el Ecuador en particular, es la libertad de expresión. El que organismos como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) adviertan de lo contrario, no hace sino confirmar esta realidad.
Según este gremio de dueños de medios de comunicación del continente, que es una punta de lanza del imperialismo en materia de opinión pública, en Ecuador existe una actitud “hostil” por parte del Presidente de la República hacia los medios de comunicación y periodistas. En el informe de la Comisión de Libertad de Prensa e Información, presentado en la 63 Asamblea General de esta organización, que se desarrolló en la ciudad estadounidense de Miami, esta entidad General de la SIP victimiza a ciertas empresas mediáticas y periodistas del país, que hacen parte de una campaña constante de desprestigio al actual gobierno, y que se han alineado de manera evidente con la derecha, los banqueros y los grandes empresarios evasores de impuestos.
Esta pseudo organización periodística internacional –en sus reuniones no participa ni un solo periodista-, formada en el año de 1943 por los agentes de la CIA Jules Dubois y Joshua Powers, junto con el agente del Departamento de Estado Norteamericano, Tom Wallace, hace pronunciamientos que buscan generar un espíritu de cuerpo entre los periodistas del continente, para que se involucren en su lógica de infundir miedo a la población sobre los supuestos riesgos de seguir apoyando a proyectos políticos como el de los presidentes Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa.
Actualmente su trabajo es más intenso, precisamente debido a la presencia de estos gobiernos, que han propiciado una democratización de sus países, permitiendo o promoviendo procesos alternativos de comunicación, fundando democracias con criterio participativo y no únicamente representativo, gobiernos que se han propuesto recuperar soberanía y hacer su propia política, su propio manejo económico, de manera independiente de los organismos internacionales que siempre han actuado como los capataces del imperialismo en la región.
Se ha comenzado a recuperar la palabra, la imagen, la cultura y la acción propia de los pueblos. Aún es insuficiente, pero lo hasta ahora logrado basta y sobra para poner en alerta constante a organismos como la SIP, del cual hacen parte medios de comunicación como el diario El Comercio, El Universo, Diario Hoy, y el Expreso, los mismos que bajo el membrete de Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (AEDEP), se han constituido en la oposición política más radical al régimen, mostrando su verdadero rostro, oculto desde hace muchos años bajo el disfraz de la supuesta independencia e imparcialidad.
La tarea de imponer agendas noticiosas se ha visto afectada para estos propietarios de la opinión pública, que apenas buscan armar oposición y crítica destructiva a cada nueva acción, aparece otra que los toma por sorpresa y les impide estructurar un discurso coherente de oposición. Si ayer se vieron avocados a tratar sobre el Decreto Ejecutivo que establece que el Estado se quedará con el 99% de los ingresos extraordinarios por la venta del petróleo, hoy tienen que referirse a la decisión del Presidente de imponer un impuesto a la salida de los capitales. Mañana tendrán que hablar de la acción del Servicio de Rentas Internas, que ha anunciado coacción y clausuras a grandes empresarios. O tendrán que regresar la mirada a las telecomunicaciones, donde una de las empresas más grandes de telefonía celular es sancionada por excederse en el cobro de sus tarifas.
El Gobierno hace bien al no permitir respiro a la oposición. Después de los resultados electorales para la Asamblea, la legitimidad ganada le permite poner en escena estos y otros temas más delicados, y salir victorioso en la disputa. Es el escenario propicio para que el régimen vaya haciendo efectivo su ofrecimiento de transformar la Patria, y sin necesidad de esperar solamente a que la Asamblea Constituyente se instale. El que sea un espacio importante para darle la vuelta al esquema neoliberal planteado en todos estos años no significa que sea el único instrumento y el final de la acción de la corriente del cambio.
La vigencia de la libertad de expresión hay que verla, entonces, no solo en las zancadillas que puedan dar los grandes medios de comunicación a las acciones gubernamentales, sino también en las expresiones de apoyo que los ecuatorianos están demostrando a las acciones del Gobierno, a su participación en la política y su decidido empeño por construir una Patria Nueva.
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