por Gustavo Ywanaga Reh; gywanaga@gmail.com
Director General Pro-intellectum
Parece mentira que luego de más de medio siglo, la situación de miseria y pobreza de los pueblos del tercer mundo no ha cambiado, muy por el contrario cada día estas dos amenazas efectivas de la humanidad, se incrementan significativamente día tras día. Todas las políticas internacionales impuestas por las agencias financieras y sus patrocinadores tendentes a revertir los procesos de pobreza han fallado, lo único significativo es que los ricos son más ricos, y los negocios de éstos, generan más recursos para sus dueños y alimentan en la sombra, en muchos casos, a la corrupción de estos Estados.
El Perú no escapa a esta realidad, es más, somos un claro ejemplo de la inequidad, injusticia y “no distribución” de los recursos. Una persona que revisase todos los avisos de empleo en nuestro país verá una oferta inferior a dos mil puestos laborales para” todo el territorio” con ofertas (desde un empleado de limpieza hasta un gerente de una empresa), los cuales se mantienen en promedio en un lapso cercano a una semana mientras que cada día nacen 1827 niños en todo el país, de los cuales aquellos que logren llegar a la mayoría de edad enfrentarán (suponiendo que mañana fuesen adultos), una exclusión superior al 90 % en la participación de la oferta laboral. Ahora los puestos de empleo son en promedio con sueldos inferiores a US$ 200, sin seguro laboral ni de salud.
La cifra de pobreza es alarmante, más del 50 % de la población es pobre y sobre el 10 % en la categoría de extrema pobreza, es decir viven con menos de 1 dólar al día. Gran parte de la otrora clase media, que hoy está en pobreza, ha ido liquidando sus activos, es decir hipotecando casas, máquinas, joyas, etc., para poder cumplir con sus obligaciones o necesidades. Son pocas las personas que mantienen anualmente sus “ahorros” en los bancos o que tienen dinero invertido. Muy por el contrario, los bancos sólo son meros intermediarios de los pagos o sueldos, y en el caso de trabajadores tanto estatales como de empresas privadas, es obligatorio tener una cuenta en los bancos a, b ó c para poder realizar el depósito del sueldo, dineros que simplemente se esfuman en las dos primeras semanas de cada mes.
Por otro lado, la educación a nivel nacional ha colapsado en los niveles de inicial, primaria y secundaria así como en superior (centros de educación nacional). Los niveles de comprensión de lectura son demasiado bajos y la resolución de problemas en el área de lógico-matemática se encuentra en idéntica condición. También hay que añadir, que es muy difícil que entre en la cabeza de un niño algún número o texto, simplemente con una taza de te en el estómago. Existe un divorcio entre la universidad y la empresa, y en líneas generales la educación no cuenta con medios físicos adecuados, docentes justamente remunerados, motivados y bien preparados así como planes curriculares actualizados y de acorde con la realidad local-nacional. Sin embargo cada año, miles de nuevos profesionales engrosan las filas del desempleo, sub-empleo o informalidad, debido a que las ofertas de plazas universitarias se programan de acuerdo al número de carpetas y no a la realidad nacional.
La falta de carreteras longitudinales y transversales en el territorio, así como medios de transporte adecuados, vienen ocasionando exclusión de las poblaciones fronterizas donde la infancia y juventud aprenden a leer y escribir en los países vecinos, bajo otras banderas, bajo otras lenguas. En gran parte de este perímetro fronterizo la presencia del Estado se limita a unos pocos y mal equipados puestos de vigilancia y a discontinuos operativos de seguridad en la lucha contra el TID o los remanentes terroristas. Muchos distritos de la Selva o Sierra peruana también han sido incomunicados en las políticas viales, excluidos de la economía nacional. Ante esta realidad, cómo esperar la identidad de estas peruanas o peruanos, hacia un Estado excluyente. Imaginemos porqué un simple kilogramo de limas puede valer menos de 10 centavos y en la capital sobrepase los S/ 3 soles o, toda la cosecha de papas de un simple agricultor de algún lugar de nuestra Sierra valga lo que vale un costal en la ciudad capital. Lima engloba los recursos nacionales, es comprensible, pues, es casi la mitad de la población nacional. Se extraen recursos de provincias pero se tributa en Lima, nuestra capital centraliza recursos pero a su vez también lo hacen todas las capitales de provincia.
Asímismo, las familias se están desintegrando, los valores humanos a nivel nacional están en crisis. La subjetividad de la justicia, la corrupción, la impunidad, han contribuido a que nadie confíe en el sistema de justicia, cada quién vela por sí mismo. La percepción de seguridad, por tanto, es muy baja. ¿Porqué no comprendemos que la corrupción es parte de nosotros, y que, como sociedad la engendramos hasta niveles insospechables? Bajo este clima, nuestros hijos se educan, con pocos valores de la sociedad y encima una deficiente educación. Aquellos que tuvieron suerte de obtener una visa, forman parte de los más de 2 millones de peruanos en el extranjero, peruanos que si bien quieren a su país han sentido que éste les dio la espalda.
¿Cómo pensar que una madre que pierda a sus hijos cruelmente asesinados, mutilados o violados, en vez de clamar por justicia pida un apoyo económico? ¿Cuánto valemos en realidad? y, sobre todo ¿cuánto es el precio que pedimos por nuestras vidas? Cuando dejamos de querernos a nosotros mismos (autoestima) perdemos nuestra dignidad, y sin autoestima ni dignidad: ¿COMO HABLAR DE IDENTIDAD NACIONAL?
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