Visionarios los primeros dueños al fundar en 1884 una confitería en una esquina tan alejada del Centro. Época en que Almagro carecía de asfalto, subtes y bondis. Las quintas y chacras copaban el paisaje.

Lo característico, hasta ese momento, eran los bares en las esquinas de los barrios, a los que asistían hombres solamente. La mujer en un bar era mal vista. Pero otra cosa eran las confiterías.

Por eso se hace difícil imaginar lo que les habrá pasado por la cabeza a estos señores cuando decidieron inaugurar una confitería. Que ya, desde sus comienzos, se caracterizó por su elegancia y su repostería. Con todo en contra, Las Violetas se impuso.

Pero es alrededor de la década de 1920 cuando se construyó el actual edificio. Con sus vidrieras y puertas de vidrios curvos, sus vitrales franceses y sus pisos de mármol italiano.

Actualmente acudir un domingo a la hora del té implica esperar una mesa, como mínimo media hora.

Pocos cafés identifican tanto a un barrio como este. Tal es así que, cuando por problemas económicos, cerró sus puertas durante tres años, la voz de los vecinos de Almagro se impuso y la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo declaró "Área de Protección Histórica y de Interés Cultural", en 1998.

En el 2001 comienza un período de restauración y puesta en valor en el que se restauraron los tres vitrales del interior, se recuperaron las enormes y suntuosas arañas. El cielorraso estucado se conservó. Lo mismo que la fachada que fue conservada en su totalidad, manteniéndose sus mármoles originales.

Hoy como ayer sigue manteniendo su peculiaridad, la de ser un lugar de reunión de señoras que se citan a tomar el té mientras que los hombres aparecen a la hora del aperitivo.

Es por esa manera de ser tan particular que fue el lugar elegido por las Abuelas de Plaza de Mayo para realizar sus primeras reuniones, con la excusa de festejar algún cumpleaños, entre masitas y tés, se pasaban información sobre los niños desaparecidos junto con sus padres o las mujeres embarazadas secuestradas por los militares durante la última dictadura militar.

Sobrio, elegante, clientes de una determinada edad, mujeres en su mayoría, lo típico el té con masas, la especialidad sus medialunas de manteca, la juventud brilla por su ausencia, algunas características del espirítu de Las Violetas. Muchachas, a tener en cuenta, corre una leyenda que dice "que las chicas que frecuentan esta confitería no se casan". Por las dudas, si están en edad de merecer, crúcense al bar de enfrente, El Tuñin las espera.

Nota publicada en el portal www.buenosairessos.com