Excelentísimo Señor Vuk Jeremic, Presidente del 67º periodo de sesiones de la Asamblea General;
Excelentísimo Señor Ban Ki-Moon, Secretario General de las Naciones Unidas;
Señoras y señores Jefes de Estado y de Gobierno;
Señoras y señores:
Por convicción y por historia, México es un aliado estratégico de la Organización de las
Naciones Unidas. Como uno de los países fundadores de la ONU, compartimos plenamente
sus postulados fundamentales: el respeto a la soberanía de cada nación, la igualdad jurídica
entre los Estados, la cooperación para el desarrollo y la solución pacífica de las controversias.
Esta es la última ocasión en que asisto como Presidente de México a la Asamblea General de
Naciones Unidas. A Io largo de los últimos 6 años, mi país ha participado en diversos foros
para abrir paso a las iniciativas de la ONU. Hemos trabajado para que se consolide como el
principal organismo para el diálogo y la paz, para la seguridad y la vigencia plena del derecho
internacional.
Hoy el mundo enfrenta desafíos que amenazan la viabilidad misma de la humanidad; retos que
exigen una soluci6n global, porque sólo si actuamos conjuntamente podremos superarlos.
El primer desafío es la actual emergencia económica y la urgencia de promover el desarrollo
mundial. Es un problema que tiene en crisis a poblaciones enteras y que ha impedido a las
naciones en desarrollo abatir rezagos y marginaciones.
Mexico asumió en 2012 la Presidencia del Grupo de los 20 con una misión muy clara: conciliar
los intereses aparentemente opuestos de países desarrollados y en desarrollo.
Como muchos saben, en la reunión previa del G-20 en Cannes no se avanzó todo Io que
hubiéramos deseado en la adopción de medidas para reactivar la economía internacional. Por
eso, la Presidencia mexicana se propuso construir consensos más amplios.
Incorporamos al proceso a un mayor número de países y de sectores como empresarios,
sindicatos, organizaciones ciudadanas y jóvenes, y llevamos sus propuestas al pleno del G20.
Durante varios meses se celebraron numerosas reuniones ministeriales para acercar
posiciones aparentemente divergentes. Este trabajo fue crucial para que en la Cumbre del G-
20 en Los Cabos, alcanzáramos Iogros significativos. Si bien es cierto que todavía meses antes
había comenzado a surgir la duda acerca de la viabilidad misma del euro como moneda única
para varios países europeos, en la reunión de Los Cabos se refrendó un sólido compromiso no
só1o con la unidad monetaria, sino con la unidad financiera, fiscal y política de la zona del Euro.
Se precisaron y ampliaron los compromisos de las instituciones financieras internacionales,
especialmente de las europeas y del Fondo Monetario Internacional.
Entre los Iogros más significativos destaca un Plan de Acción ambicioso con el propósito de
avanzar hacia la recuperación económica. Asimismo, se acordó la mayor aportación de
recursos al Fondo Monetario Internacional en la historia.
Es cierto, los problemas financieros en ciertos países de Europa subsisten, pero en nuestro
punto de vista la perspectiva es ahora mejor que la que prevalecía antes de la reunión el G-20.
Este compromiso de los países del G-20 ha sido, a mi juicio, un elemento valioso para que hoy
la economía mundial empiece a registrar perspectivas de recuperación cuando menos en el
mediano plazo. Por eso pienso que este año se ha dado un punto de inflexi6n en las
perspectivas econ6micas y debemos abonar todos a que puedan materializarse cada vez
mejores escenarios.
EIIo, sin embargo, no debe disuadirnos de continuar redoblando esfuerzos a fin de superar
definitivamente la crisis global y así impulsar el desarrollo de nuestras sociedades.
Quiero subrayar que nuestro objetivo en la Cumbre de Los Cabos no fue sólo superar la crisis
internacional, sino que además las naciones recuperaran el crecimiento con un enfoque
sustentable. Colocamos en la agenda tres temas de la mayor importancia: crecimiento verde, al
que me referiré más adelante, seguridad alimentaria e inclusión financiera. Respecto a este
último, quiero subrayar que el hecho de que 2.7 billones de adultos en el mundo no tengan
acceso a servicios financieros representa un obstáculo para la eficiencia de nuestras
economías y para la justicia social.
Por eso, en México hemos ampliado el acceso de la población a los servicios financieros. Hoy
los bancos ofrecen cuentas con requisitos simplificados. Se estableció la banca por teléfono
celular y, mediante corresponsales bancarios, se brindan servicios financieros en Iocalidades
remotas. Además, una gran cantidad de apoyos gubernamentales a los más pobres, entre ellos
"Oportunidades", un programa de transferencias económicas para 6.5 millones de familias
pobres en el país -que están condicionadas a que las madres de familia Ileven a los hijos a la
escuela y al médico- se entregan a través de tarjetas de débito asociadas a cuentas bancarias
individuales, por primera vez disponibles para ese sector de la población. Gracias a estos
esfuerzos, en los últimos tres años se ha triplicado el número de ventanillas para realizar
transacciones bancarias.
El otro tema que impulsamos en el G-20 con el objetivo de mejorar la situaci6n de los más
pobres es la seguridad alimentaria. Concretamente, Iogramos acuerdos para promover una
mayor inversión pública y privada en agricultura, a fin de incrementar la producci6n de
alimentos. En el G-20, demostramos que es posible encontrar soluciones tanto a los problemas
más urgentes, como a los desafíos de largo plazo.
Señor Presidente:
El segundo reto al que quiero referirme es el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del
Milenio, que sintetizan los anhelos de nuestros pueblos por un desarrollo humano sustentable.
En mi país, a pesar del alza inusitada en el precio internacional de los alimentos y la severa
crisis econ6mica mundial, hemos avanzado con firmeza en el cumplimiento de esos Objetivos.
Máxico está cumpliendo con las metas del Milenio. A 3 años de que venza el plazo fijado,
alcanzamos ya la cobertura universal en educación primaria y eliminamos la brecha educativa
entre hombres y mujeres. Además, hemos hecho realidad uno de los principales anhelos de
cualquier nación: la cobertura universal en salud. Esto significa que en nuestro país hay
médico, medicinas, tratamiento y hospital para cualquier mexicana o cualquier mexicano que Io
necesite. EIIo nos permitirá cumplir los compromisos asumidos en reducción de mortalidad
materna e infantil, así como en el control de enfermedades trasmisibles. También hemos
Iogrado progresos por encima de las metas acordadas en el acceso de los mexicanos al agua
potable, a las tecnologías de la información y a una vivienda digna. Todos estos avances nos
colocan en tiempo y en ruta para cumplir los Objetivos del Milenio en el plazo establecido.
En el ámbito global, México es consciente de que los avances son desiguales. Pero ello no
debe ser motivo para claudicar en nuestros esfuerzos. Debemos blindar el avance alcanzado y
darle continuidad. Esto es esencial para transitar hacia una segunda generación de objetivos
que sean universales, medibles y adaptables a las distintas realidades nacionales, en temas
como equidad, crecimiento verde, educación, empleo, alimentación, acceso al agua y
gobernanza internacional. Estos temas deben ser parte medular de la agenda de desarrollo
post 2015.
Pero sobre todo, Señor Presidente, la agenda de desarrollo post 2015 demanda un nuevo
compromiso de la comunidad internacional. Es indispensable renovar nuestra concepci6n de
desarrollo y requerimos que el cambio comience aquí en las Naciones Unidas, con base en los
procesos iniciados en la Conferencia Rio + 20.
Señor Presidente:
El tercer desafío es el cambio climático. Su impacto puede ser irreversible, tanto para la
sociedad como para los recursos naturales. México busca utilizar todas sus capacidades para
despertar un sentido de responsabilidad en esta lucha mundial contra el calentamiento global.
Por ello, creamos un programa especial para combatirlo, en el que nos comprometimos a
disminuir 50 millones de toneladas de bióxido de carbono anuales al 2012. AI término de este
año habremos cumplido esa meta. Además, somos el único país en desarrollo que ha
entregado cuatro comunicaciones nacionales a la convencion marco de cambio climático. Este
año, les informo que hemos concluido la Quinta Comunicación Nacional. Hoy mismo haré
entrega, Señor Presidente, de la Quinta Comunicación a nombre de México a esta Organización
de las Naciones Unidas. En ella no sólo reportamos el cumplimiento de compromisos, sino
además mostramos que hemos desvinculado el crecimiento económico de las emisiones de
gases de efecto invernadero. Entre 1990 y 2010 nuestras emisiones de bióxido de carbono
crecieron 40% por debajo de la tasa de crecimiento económico.
En mi país estamos superando el falso dilema entre proteger el ambiente o promover el
desarrollo económico. Estamos haciendo ambas cosas al mismo tiempo. Mediante Proárbol, un
programa de Pago por Servicios Ambientales, retribuimos económicamente a los dueños de los
bosques para que los cuiden y proporcionen servicios ambientales.
Además, en 6 años plantamos mil 300 millones de árboles y decretamos más de 3 y medio
millones de hectáreas como Áreas Naturales Protegidas. Así redujimos la tasa neta de
deforestación de 350 mil hectáreas anuales en la década de los 90, a 150 mil hectáreas entre
2005 y 2010, según la FAO.
En la misma línea hemos promovido acuerdos globales para enfrentar el cambio climático. En
la COP 16 de Cancún se concretaron los acuerdos para operar el esquema de Reducción de
Emisiones por Deforestación y Degradación, REDD+, que permitirá a las naciones en
desarrollo contribuir a la reducción de emisiones al conservar sus bosques. La mayor riqueza
de las naciones no industrializadas es su capital natural, y gracias a este mecanismo se verán
recompensadas económicamente por sus esfuerzos.
Este acierto es una muestra del potencial que se abrió en la lucha contra el calentamiento
global con los Acuerdos de Cancún. Con ellos, Iogramos zanjar diferencias entre países
desarrollados y en desarrollo y alcanzamos consensos que representan el mayor avance en
mucho tiempo en la construcci6n de un régimen internacional para enfrentar el cambio
climático. Destacan los significativos compromisos de reducción de emisiones, el
pronunciamiento para no rebasar el umbral de riesgo de 2 grados en el aumento de la
temperatura del planeta, un marco institucional para la adaptación al calentamiento global, así
como mecanismos de financiamiento y transferencia de tecnología. Estos avances se
fortalecieron en la Plataforma de Acción de Durban en 2011, que augura un futuro prometedor
en esta causa global.
Las iniciativas de México para conciliar crecimiento y sustentabilidad han encontrado eco en
diversos foros internacionales. Por ejemplo, al frente del comité de comercio e inversión de la
APEC, mi país impulsó la reducción de aranceles a 54 bienes ambientales, como turbinas
eólicas, calentadores solares, filtros purificadores y otros. De esta manera, se fomentará la
transferencia de tecnologías verdes en la región Asia-Pacifico. Sin duda, esta es una medida
positiva que valdría la pena explorar a escala mundial.
Bajo el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, todos los países deben
hacer la parte que les corresponde. Se trata de que todas las naciones clave participen con
metas de reducción de emisiones significativas, pero también de que se reconozcan las
circunstancias de cada una de ellas para alcanzarlas. Todos debemos comprometernos con un
crecimiento económico que sea respetuoso de los recursos que son de todos.
Señor Presidente:
El cuarto desafío es la delincuencia organizada transnacional, una de las más graves
amenazas globales de nuestros tiempos. Las organizaciones criminales articulan redes de
operación en torno a los grandes flujos ilegales de drogas, armas, dinero y trata de personas,
para controlar su oferta y demanda, y así cobrar las rentas que generan estos mercados
ilícitos. Bajo esta lógica, buscan controlar territorios y cooptar gobiernos. Aprovechan la
debilidad o la corrupci6n institucional para establecer cotos de impunidad. Se enquistan en las
comunidades, en donde también controlan delitos como la extorsión, el robo y el secuestro. El
crimen organizado es una de las principales causas de violencia regional, y una de las mayores
amenazas para los Estados y las democracias.
México ha padecido las consecuencias de años de inacción ante la expansión del fenómeno
delictivo. Por ello, proteger a los mexicanos de la criminalidad ha sido, para mi Gobierno, un
imperativo legal, político y moral: un imperativo categórico. Hemos combatido con
determinación esta amenaza, convencidos de que nuestro principal deber es proteger alas
familias. AI mismo tiempo, hemos impulsado una transformación institucional histórica, para
desarrollar nuevas y mejores capacidades policiacas y judiciales en la lucha por la seguridad,
las libertades y la legalidad.
No obstante, con profundo pesar, México observa que la determinación con la que combatimos
a las organizaciones criminales no encuentra una respuesta similar de otras naciones. Por
ejemplo, lamentamos que la Conferencia Diplomática realizada aquí en julio pasado no Iograra
un acuerdo para la adopción del Tratado sobre Comercio de Armas, Io que habría sentado
bases para controlar la venta irresponsable de armas de alto poder al crimen organizado
transnacional.
Por ello, México impulsará un Tratado que limite o prohíba la transferencia de armas
convencionales cuando exista el riesgo de que estas puedan ser utilizadas para cometer
violaciones al derecho internacional.
Pero el tráfico de armas es sólo una arista del complejo conjunto de factores que alimentan y
permiten la expansión del crimen organizado transnacional. Hoy, tenemos que reconocer una
verdad indiscutible: el consumo de drogas ilegales en muchos países desarrollados está
causando violencia y miles de muertes en los países de producción y tránsito.
Los países consumidores de drogas no han avanzado, al menos de manera relevante, en la
reducción del consumo. Y aquí hay mucho trabajo por hacer en materia de reducción de la
demanda y prevención de adicciones. Se requiere redoblar esfuerzos para atender este
problema de salud pública: políticas preventivas contra las adicciones y campañas en los
medios de comunicación que hagan entender a los jóvenes de todo el mundo que las
adicciones son la esclavitud del siglo XXI.
Pero al margen de eso, necesitamos recordar que el mayor poder de las organizaciones
criminales proviene de los multimillonarios recursos económicos con los que se financian,
recursos que a su vez fluyen desde los principales países consumidores de droga.
Mientras ese flujo no se detenga, la delincuencia organizada seguirá comprometiendo y
acechando gobiernos y sociedades. Por eso ha Ilegado el momento de que los países
consumidores evalúen con toda honestidad si cuentan con la voluntad y la capacidad para
reducir el consumo de drogas de manera significativa. De no ser así, es urgente que tomen ya
acciones contundentes para reducir los extraordinarios flujos de dinero que terminan en manos
de las organizaciones criminales.
Hasta ahora se ha seguido un enfoque bien intencionado: alejar la droga de los jóvenes
mediante el combate legal a la oferta. Pero esto tiene un problema fundamental: las enormes
ganancias derivadas del mercado negro, provocado por la prohibición, han exacerbado la
ambición de los criminales y aumentado el masivo flujo de recursos hacia sus organizaciones.
Esto les permite crear redes poderosas y les da una capacidad de corrupción prácticamente
ilimitada, dejando inermes a sociedades y gobiernos, especialmente en las naciones más
pobres.
Es aquí donde está el principal problema. La creciente demanda de drogas les da a los
criminales el poderío económico para sobornar casi a cualquier autoridad. Y, por otro lado,
despierta en ellos tal ambición que los hace cometer los más atroces actos de crueldad y de
violencia. El dinero de los consumidores de droga está causando así la muerte de miles y
miles de jóvenes en América Latina por la violencia asociada al narcotráfico. Y en
particular, las naciones que estamos sufriendo de manera más aguda los efectos devastadores
de esta situación somos las naciones ubicadas entre la zona productora de los Andes y el
principal mercado de drogas: los Estados Unidos.
De ahí que en diciembre de 2011, los Jefes de Estado y de Gobierno del Mecanismo de
Concertación de Tuxtla y el Presidente de Chile hayamos emitido en Mérida una declaración
conjunta en la que expresamos la urgencia de Iograr una sensible reducción en la demanda de
drogas ilegales por parte de los países consumidores. También dijimos que, si ello no es
posible, las autoridades de esos países deben entonces, explorar todas las alternativas para
eliminar las ganancias exorbitantes de los criminales, incluyendo opciones regulatorias
o de mercado, orientadas a ese propósito.
Meses más tarde, en el marco de la Sexta Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia,
los mandatarios de América Latina reiteramos nuestra preocupaci6n y nos pronunciamos por la
necesidad de analizar y de revisar diversas opciones, a fin de fortalecer, con un enfoque
multinacional, las políticas públicas orientadas a combatir este flagelo. La Cumbre de
Cartagena acordó por unanimidad de todos los pueblos de América ahí reunidos el desarrollo
de un esquema hemisférico contra la delincuencia organizada transnacional a través de una
entidad coordinadora que armonice las estrategias y acciones de los Estados americanos.
Hoy, propongo que la Organización de las Naciones Unidas haga una valoración profunda de
los alcances y los límites del actual enfoque prohibicionista en materia de drogas. Eso no
implica que se deba bajar la guardia ni ceder un solo milímetro a las organizaciones criminales.
Lo que significa es que los países debemos asumir las responsabilidades comunes pero
diferenciadas que nos corresponden para enfrentar este problema.
En cualquier caso y cualquiera que sea el marco regulatorio sobre el tema de drogas, todas las
naciones y particularmente las que estamos en desarrollo están Ilamadas a implementar una
política en tres ejes: 1) combatir la criminalidad; 2) fortalecer las leyes y las agencias e
instituciones encargadas de hacer cumplir esas leyes, en particular mediante la depuraci6n y
fortalecimiento de cuerpos policiacos, fiscalías, ministerios públicos y poderes judiciales; y 3)
restaurar el tejido social, mediante la ampliación acelerada de oportunidades de educación,
salud y esparcimiento para los jóvenes y adolescentes, y la puesta en marcha de políticas
activas y masivas de prevención y tratamiento de adicciones entre ellos. Así estamos tratando
de hacerlo en México. Estas tres vertientes son un imperativo para cualquier Estado
democrático, sin importar cuál sea su postura y su política de combate a las drogas.
Por su parte, las naciones desarrolladas deben también asumir su responsabilidad. Si ellos no
pueden o no quieren reducir el consumo de drogas, al menos deben detener el flujo exorbitante
de recursos que financia a los criminales. Y si esto no se puede, tal vez sea el momento de
reconocer la necesidad de explorar otras alternativas, incluyendo alternativas de mercado, para
resolver este problema que ha convertido a Latinoamérica en la región más violenta del mundo.
Es tal vez el momento de que la ONU no sólo participe en este análisis, sino que encabece un
serio y profundo debate internacional que permita hacer un balance, por una parte, de los
alcances y limitaciones del actual enfoque prohibicionista, y por otra, acerca de la violencia
inhumana que genera la producción, el tráfico y la distribución de drogas en el mundo. Este
balance, finalmente, debe examinar con honestidad y rigor académico cuales pueden ser las
mejores alternativas, explorando incluso las alternativas regulatorias o de mercado, que nos
permitan terminar, a todas las naciones juntas, con este flagelo que está costando miles y miles
de vidas cada año.
Así como la ONU examina y aporta soluciones para vencer problemas globales que amenazan
la integridad, la salud y la vida de millones de personas en el mundo, como las hambrunas, las
epidemias y el cambio climático, es hora de que también entre en acción para detener esta ola
de muerte que está causando tanto sufrimiento a nuestros pueblos. Yo urjo a Naciones Unidas
a que no sólo participe, sino que encabece una discusión a la altura del siglo XXI que, sin
falsos prejuicios, nos pueda llevar a todos a encontrar las soluciones a este problema bajo
nuevos enfoques.
Señor Presidente:
Además de atender estos cuatro desafíos, como comunidad mundial necesitamos fortalecer a
la ONU desde adentro para que responda mejor a los retos globales. Una primera tarea en este
sentido es Iograr una reforma realista y democrática del Consejo de Seguridad, para hacerlo
más representativo y preservar su capacidad de acción mediante el mejoramiento de sus
métodos de trabajo y la rendici6n de cuentas por parte de sus miembros.
Por ello México celebra, Señor Presidente, que haya Usted propuesto como tema central para
este periodo de sesiones la solución pacífica de las controversias, una cuestión crucial para la
convivencia civilizada y la cooperación entre las naciones.
México es una nación comprometida con la concertación de acuerdos para la construcción de
un mundo mejor. Nos preocupa la debilidad o inacción de nuestras organizaciones ante
violaciones flagrantes al derecho internacional.
La grave situación en Siria es un peligro para la paz mundial. Condenamos sin ambages la
represi6n del régimen de Damasco y la violencia generalizada que está diezmando a la
población civil y ha provocado ya una crisis de refugio en los países vecinos.
La parálisis del Consejo de Seguridad ante crisis como la de Siria debe hoy relanzar nuestra
voluntad política para avanzar en la necesaria transformaci6n de nuestra Organización, a fin de
adaptarla a las exigencias del mundo contemporáneo.
Para México, aumentar el número de miembros permanentes del Consejo no es ni será nunca
la vía para democratizar este órgano o hacerlo más eficiente. EIIo se Iograría con la ampliaci6n
de la categoría de miembro no permanente del Consejo y la creación de asientos de largo
plazo, con reelección inmediata, Io que favorecería la rendición de cuentas ante la Asamblea
General.
Señor Presidente; señoras y señores:
Mi gobierno concluye dentro de pocos meses. Me enorgullece que M6xico cuente ahora con
una economía sólida, estable, y cada vez más competitiva y generadora de empleos. Con
satisfacción puedo afirmar que México es hoy más fuerte, justo y próspero. Así Io demuestran
nuestros índices de desarrollo humano en educación, salud, vivienda, empleo y seguridad
social. Reitero que México cumplirá suficientemente con las metas del Milenio establecidas por
esta gran Organización.
En el tema de seguridad hemos combatido con determinación a las bandas criminales,
actualizado las leyes y emprendido una profunda restructuración institucional. AI mismo tiempo,
hemos avanzado en la consolidación de una cultura democrática y en el respeto de los
derechos humanos.
Sobre todo, me enorgullece dejar un México que mantiene profundas relaciones de amistad y
cooperaci6n con todas las naciones; un México que participa activamente en la construcción de
un mundo de paz, justicia, seguridad y desarrollo.
Queremos libertad para los hombres, justicia y respeto a los derechos humanos en nuestras
sociedades, un medio ambiente respetado que permita que nuestro querido planeta tierra nos
dure para siempre y democracia sin la cual no hay libertad y no hay verdadero desarrollo. Y,
desde luego, queremos, buscamos y deseamos paz en la tierra a los hombres de buena
voluntad; paz a todos ustedes.
Muchas gracias.
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