Viernes 27 de noviembre, con el sol resplandeciente del característico mediodía, en estos tiempos, el tiempo ha variado quizás por la corriente del Niño aquí en España, me encuentro en Madrid llegando hacia la Universidad Carlos III, hoy se dará un histórico debate entre dos fuertes candidatos a la presidencia, se trata de Albert Rivera y Pablo Iglesias, en consecuencia una polémica entre el partido Ciudadanos y el partido Podemos.
Al ritmo de todo cambia de Mercedes Sosa, siento una esperanza rejuvenecedora, valiente, diferente y optimista, Pablo Iglesias tiene tan sólo 38 años y hace un par de años fundó un partido que transmite fuerza, poder, innovación, realización de sueños, cambio, valor, dignidad, pasión, democracia, igualdad, luz, conocimiento y madurez.
Desde la primera vez que lo escuché me agradó su forma de ser, de hablar, de dar sus discursos, su desenfado en todo lo que critica, su desparpajo irónico en sus comentarios hacía la monarquía son muy consistentes aunque suene a paradoja.
Su facha, relajada, con el protocolo de etiqueta resquebrajado, no es el típico político de terno elegante y brillante, menos de saco y corbata, no se afeita la barba y lleva una cola, puede ser llamado el extraño del pelo largo pero lo cierto es que en España este líder cada vez se hace más conocido y aclamado en la clase obrera y traicionada y entre los jóvenes de 18 y 40 años.
De lejos lo seguí, pero supe que para convencerme mejor debía estar presente en un debate crujiente y recalcitrante con su más fuerte opositor, otro joven de 37 años (Albert Rivera) pero éste un poco más cuerdo, pero creo que Pablo Iglesias es un loco digno, un quijote del siglo 21.
Las encuestas lo ponen en el cuarto lugar, ha bajado su supuesta simpatía y calidez pero eso lo dicen los medios de comunicación y creo que aquella frase de mi abuelo no era tan irreal, en todos lados se cuecen habas, es obvio que hay acuerdos ocultos entre los poderosos broadcasters para levantar o hundir a quien más les convenga.
Me siento adelante para contagiarme del entusiasmo y de la energía que transmite, el lugar lleno, es emocionante ver a los asistentes con la sonrisa limpia sin diferencias entre hombres y mujeres, ni distinciones de razas o religiones menos de clases socioeconómicas.
Rajoy es atacado por todos los candidatos, por falsa austeridad, por la corrupción de miembros de su partido, porque su gobierno va mucho a paraísos fiscales y tienen cuentas ocultas y secretos bancarios, por la falta de empleo y de políticas públicas de salud, falta de justicia, por la crisis de los refugiados, por los desniveles económicos que han afectado a las grandes mayorías, porque los ricos son más ricos y los pobres más pobres.
Las elecciones serán el 20 de diciembre, en España no hay segunda vuelta, el presidente es investido por quien gane el 50 % + 1 de los diputados que se elegirán el mismo día.
Algunas de las propuestas que tiene Pablo Iglesias, reforma de la constitución de 1978, luchar contra el fraude fiscal, implacabilidad con la violencia contra la mujer, mejora de la salud pública, hacer un referéndum para que los españoles decidan si quieren que siga la monarquía o no, mejora en la vivienda, fomento de igualdad de oportunidad, empleos de calidad, protección a las pensiones, la unidad de la diversidad, puesto que España es un país con pluralidad y multiculturalidad.
Ambos candidatos con seductores argumentos, expusieron sus ideas y aparte de acaloradas discusiones y de no tener conocimientos claros sobre los nombres exactos de los libros de Kant, finalmente ganó el público que asistió.
El inicio de campaña empieza el 4 de diciembre a la media noche, me pregunto ¿si habrá un nuevo proyecto, un gran cambio y una regeneración democrática?, lo cierto es que los objetivos de los políticos son simplemente ganar, mientras los españoles, creo, están más preocupados si van a poder comprar comida y regalos para esta navidad y si con un toque de suerte puedan ganar el gordo de la lotería.
Seremos expectadores del gran final de esta novela dramaturga, donde Rajoy es el personaje antagónico y todos los residentes de la península estarán esperando a su héroe protagónico que pueda salvarlos de tanta desesperanza e incredulidad.
Parafraseando la canción del partido de Pablo Iglesias concluyo mi columna: Pero no cambia mi amor por más lejos que me encuentre ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente y lo que cambió ayer tendrá que cambiar mañana así como cambio yo en mi tierra castellana.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter