A mí me gustan mayores, esos que llaman señores, esos que te abren la puerta y te mandan flores.
Es probable que piensen que me refiero a los gustos personales, ya que hay mujeres que los prefieren con canas y con experiencia, pero en realidad no es exactamente sobre ese detalle de atracciones entre personas a los que aludo, sino a la gran decepción que muchos peruanos se llevaron al dar su voto a Pedro Pablo Kuczynski popularmente llamado PPK.
En los meses previos a las últimas elecciones electorales presidenciales, existieron amplias y variadas opciones para poder elegir, salieron del anonimato varios personajes con un testimonio interesante de sus vidas, todo un drama marcado de mucho trabajo y esfuerzo, con el mensaje que el sueño europeo y el sueño americano, sin duda alguna, podría llegar a cumplirse.
Una de las mujeres que tuvo eco en sus discursos y mensajes fue Verónica Mendoza, pero una vez el neuromarketing político surtió efecto y aquel antiguo dicho de “dime con quién andas y te diré quién eres” logró el objetivo deseado: sacarla de la competencia, claro sin olvidar que para ello se necesitaron de algunas ayudas de personajes influyentes de la televisión peruana, que más que por criterio propio, casi siempre dan sus opiniones porque algunos de sus jefes se las ha recomendado dar.
Por más que a Verónica la hayan tildado de mil cosas, el Perú se perdió la oportunidad de ver gobernar a una mujer y tal vez algunos argumentos absurdos y machistas: que si era de la extrema izquierda, que si no era de la alta sociedad, que si no se vestía a la última moda, que si no lucía muy sexy y atractiva, que si era extranjera, que si todavía era muy joven, que si le faltaban más estudios y es que nos gustaban mayores y nos dejamos llevar por todo y la sacamos de la jugada electoral.
Julio Guzmán, fue otro claro ejemplo de que a muchos peruanos y peruanas nos gustan mayores, porque a pesar de que estaba bastante preparado intelectualmente, no tenía edad para dar la talla, carecía de experiencia, le faltaba haber tenido y ostentado cargos públicos y políticos, el Perú no le perdonó su juventud, porque hay quienes dicen que tal es mala consejera, una vez más un rostro nuevo y fresco y al parecer inmaculado, se nos apareció como un milagro redentor para abrir el Mar Rojo y dejar atrás ahogados a los corruptos, pero tal somos de pecadores que conocemos bien la reincidencia y apenas tenemos efímeros remordimientos más no arrepentimientos genuinos, le dimos la espalda y le dejamos ir.
¿No sería correcto, para la próxima, escoger a un empresario, que tenga sus propios recursos, que jamás haya trabajado para el Estado y que no haya tenido participación directa o indirecta en ningún ministerio, ningún envarado, ningún hijito de tal o cual?
Hoy abominamos casi todos los peruanos, por el silencio y desidia de nuestro presidente PPK, lleno de títulos, de maestrías, doctorados, cargos en ministerios de Economía de varios gobiernos, todo un gran conocedor de las finanzas de la élite bancaria, tanta algarabía, tanta parafernalia, tanto nombre, un caballero mayor ¿para qué?, ¿de qué nos ha servido?, si con los desastres naturales del 2017 se vinieron las megas avalanchas de corrupción política.
Nos gustó el señor de años avanzados, porque representaba el mal menor, porque supuestamente nos iba a dejar bien ante los ojos del mundo, el blanquito de apellido raro y largo con excelentísima educación, maduro y bastante mayor.
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