Aunque la oposición sigue criticando al gobierno y a pesar de las divergencias existentes dentro ‎del propio gobierno, no se levantó en el parlamento ninguna voz crítica cuando el ‎primer ministro Giuseppe Conte presentó ante la Conferencia de Embajadores –realizada el 26 de ‎julio– las líneas directrices de la política exterior de Italia, lo cual es muestra de que existe un ‎amplio consenso entre los partidos. ‎

Conte definió ante todo el eje alrededor del cual gira el lugar de Italia en el mundo: ‎

«Nuestra relación con Estados Unidos sigue siendo cualitativamente diferente de la que ‎mantenemos con las demás potencias porque se basa en valores, en principios ‎compartidos que son la base misma de la República y parte integrante de nuestra ‎Constitución: la soberanía democrática, la libertad y la igualdad de los ciudadanos, la ‎defensa de los derechos fundamentales de la persona.»‎

El primer ministro Conte recuerda así no sólo que Estados Unidos es nuestro «aliado ‎privilegiado» sino que también enuncia un principio: Italia toma a Estados Unidos como modelo ‎de sociedad democrática. ‎

Se trata de una falsificación histórica de proporciones colosales. ‎

En materia de «libertad e igualdad de los ciudadanos» basta recordar que aún hoy en día los ‎ciudadanos estadounidenses siguen siendo censados oficialmente según la «raza» –o sea como ‎blancos (divididos entre no hispánicos e hispánicos), negros, amerindios, asiáticos e indígenas ‎hawaianos– y que las condiciones de vida promedio de los negros y los hispánicos ‎‎(latinoamericanos en general de todas las razas) son ampliamente las peores. ‎

En cuanto a la «defensa de los derechos fundamentales de la persona», basta recordar que en ‎Estados Unidos más de 43 millones de ciudadanos (un 14%) viven en condiciones de pobreza y ‎alrededor de 30 millones no cuentan con asistencia sanitaria mientras que muchos más son ‎incapaces de enfrentar gastos como una larga quimioterapia para el tratamiento de un tumor. ‎También en el plano de la «defensa de los derechos de la persona», hay que recordar que miles ‎de negros desarmados son asesinados impunemente por policías blancos. ‎

En cuanto a la «soberanía democrática», basta con recordar la serie de guerras y golpes ‎de Estado que Estados Unidos ha orquestado, desde 1945 hasta nuestros días, en más de ‎‎30 países de Asia, África, Europa y Latinoamérica, con un saldo de 20 a 30 millones de muertos y ‎cientos de millones de heridos (ver la investigación de James Lucas presentada por el profesor ‎Michel Chossudovsky en el sitio web Global Research [1]). ‎

Esos son los «valores compartidos» en los que Italia basa su relación «cualitativamente ‎diferente» con Estados Unidos. Y para mostrar cuán fructuosa es esa relación, Conte declara: ‎‎«Siempre he encontrado en el presidente Trump un interlocutor atento a los intereses italianos.» ‎Intereses que Washington considera «legítimos»… mientras que Italia se mantenga sumisa en el ‎seno de la OTAN dominada por Estados Unidos, mientras que Italia siga a Estados Unidos de ‎guerra en guerra, mientras incremente sus gastos militares –como exige Estados Unidos– y ‎mientras ponga el territorio italiano a la disposición de las fuerzas y bases militares ‎estadounidenses, incluyendo las fuerzas nucleares de Estados Unidos. ‎

Conte trata de hacer creer que su gobierno, usualmente definido como «soberanista» dispone de ‎un amplio espacio de autonomía para «dialogar con Rusia en base a la perspectiva de la OTAN ‎de doble vía» (diplomática y militar): perspectiva que en realidad sigue la vía única de una ‎confrontación militar cada vez más peligrosa. ‎

Por cierto, según reporta el diario La Stampa [2], el embajador de Estados Unidos en Roma, Lewis Eisenberg, ‎se comunicó telefónicamente con el vicepresidente del consejo de ministros, Luigi Di Maio, a ‎quien Washington considera el más «confiable», para exigirle aclaraciones sobre las relaciones ‎con Moscú, específicamente en el caso del otro vicepresidente del Consejo de Ministro, Matteo ‎Salvini, cuya visita a Washington se caracterizó –a pesar de sus esfuerzos– por «un resultado ‎decepcionante». ‎

No se sabe si el gobierno de Conte logrará pasar el examen. Lo que sí se sabe es que se perpetúa ‎la tradición según la cual en Italia el gobierno siempre tiene que obtener la aprobación de Washington. Eso confirma nuestro grado de «soberanía democrática». ‎

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio

[1The Loss of Life, From World War I to ‎World War III. What Would Happen if a Third World War Were to Break Out?”, Michel Chossudovsky, ‎‎Global Research, 20 de noviembre de 2018.

[2«I dubbi degli Usa sul leghista. Ma Di Maio ‎non scarica l’alleato», Federico Capurso, La ‎Stampa, 26 de julio de 2019.