Sin duda, George Bush Jr. pasará a la historia como un nuevo Hitler, que ha desarrollado una política de agresión a escala mundial, para apoderarse de los recursos naturales, hacer prevalecer los intereses empresariales y promover una ideología reaccionaria. Para apoyar esas agresiones, el gobierno estadounidense se vale de agencias como la USAID.
Sin duda, George Bush Jr. pasará a la historia como un nuevo Hitler, que ha desarrollado una política de agresión a escala mundial, para apoderarse de los recursos naturales, hacer prevalecer los intereses empresariales y promover una ideología reaccionaria.
El terrorismo de Bush ha incluido la invasión de Irak, la revuelta de Haití y el intento de golpe de estado en Venezuela, así como el constante acosamiento de Cuba, cuya desestabilización es uno de los principales objetivos de su gobierno donde hay una importante participación de exiliados cubanos ultraderechistas.
En hacer internacionalmente odiosa su imagen y en sustentarse en sus propios abusos de poder y en la popularidad que puede despertar entre un sector fanatizado de la sociedad de su país, Bush es digno discípulo de Hitler.
Como hicieron los nazis en su época, el gobierno de Bush fomenta la creación de artificiales grupos de apoyo que financiados con dinero estadounidense se encargan de desestabilizar a los gobiernos que se busca derrocar, y cuya agresión justifica mediante una retórica que abunda en invocaciones a Dios, al «amor» a la «compasión» y a la «defensa de la democracia».
Tanto el Instituto Republicano Internacional como el Fondo Nacional para la Democracia y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) son instrumentos para financiar a ONG derechistas que buscan en sus respectivos países implantar gobiernos afines al que rige hoy Estados Unidos.
El 15 de enero de 2004, la USAID difundió una hoja informativa sobre el Programa Cuba, cuya meta es «favorecer una transición rápida y pacífica a la democracia en Cuba» y que por sus acciones constituye un proyecto abierto de subversión contra el gobierno de ese país.
Según la USAID el Programa Cuba hasta ese momento había comprometido un total de 26 millones de dólares en donaciones a 28 ONG para establecer «solidaridad con los activistas de Cuba en derechos humanos, dar una voz a los periodistas independientes de Cuba, establecer ONG cubanas independientes, y hacer un plan para la transición a la democracia por medio de donaciones a universidades y ONG».
En junio de 2004, el gobierno de Estados Unidos anunció como parte de un conjunto de medidas contra el gobierno de Cuba, que incrementaría a 36 millones de dólares el presupuesto que el Departamento de Estado y la USAID destinado a «ayudar a los parientes de los disidentes internos presos en Cuba y para apoyar programas para la democratización de la isla».
Las actividades destinadas a facilitar el derrocamiento del gobierno cubano incluyen la distribución de 10 mil radios de onda corta en Cuba para que los habitantes tengan acceso a propaganda anticastrista, así como el financiamiento y entrenamiento a periodistas y ONG contrarias al régimen cubano, que evidentemente no son independientes de ese dinero republicano estadounidense.
Cabe destacar que idéntica estrategia de dar dinero a organizaciones derechistas, muchas de ellas de cuño empresarial, usó el gobierno de Bush para provocar la revuelta en Haití y para promover el referéndum contra Chávez.
Los fondos anticastristas de USAID fueron canalizados a la Universidad de Rutgers, a la Universidad de Miami, Universidad de Miami, la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES), y el Consejo Empresarial Estados Unidos-Cuba.
Entre otros grupos que se han beneficiado del dinero estadounidense se cuenta la agencia CubaNet, que promueve el periodismo anticastrista y que ha recibido más de 800 mil dólares para ese propósito, así como The Freedom House, grupo de «derechos humanos» radicado en Nueva York, y que ha recibido entre otras donaciones un millón 300 mil dólares para publicar alrededor de 40 mil libros, panfletos y otros materiales sobre Cuba.
Precisamente en la Universidad de Miami, el 17 de octubre de 2002 y en presencia de la legisladora cubano estadounidense Ileana Ros-Lehtinen, aliada de Bush y de causas reaccionarias que van desde el anticastrismo hasta la política antiaborto, el subadministrador de USAID, Adolfo Franco, quien se presentó como «un exiliado cubano e hijo de exiliados cubanos», inauguró un seminario sobre el «Proyecto de Transición de Cuba de la Universidad de Miami», y pidió ante todo apoyar al Presidente George Bush, y a otros funcionarios, entre ellos el entonces subsecretario Otto Reich, otro exiliado cubano de negra trayectoria. El propio Franco es decidido simpatizante de los sectores ultraderechistas del exilio cubano en Miami.
En la Universidad de Miami también afirmó Franco que «No existe sustituto alguno para el liderazgo norteamericano en la promoción de derechos humanos y prosperidad económica por todo el hemisferio occidental...».
Dijo además que «...Fidel Castro ni su régimen se ha suavizado ni mucho menos es amigo de los Estados Unidos” y citando el lenguaje terrorista que usó Bush en un discurso pronunciado el 20 de mayo de 2002, afirmó que "La plena normalización de relaciones con Cuba-reconocimiento diplomático, comercio abierto y un robusto programa de ayuda-sólo será posible cuando Cuba tenga un nuevo gobierno...»
En Irak la USAID lleva a cabo sus labores con una visión dictada por la sorprendente retórica terrorista de Bush y del secretario de Estado Colin Powell, quien en su artículo «De la Pesadilla a la Libertad: El Despertar de Irak libre», que difunde USAID en sus espacios de Internet, Powell señala que frente a las noticias alarmantes sobre el conflicto que se vive día con día en Irak, «también hay abundancia de buenas noticias...Esas buenas noticias surgen de una verdad irreversible y decisiva: el pueblo Iraquí es libre».
Prosigue: «...esta libertad es de tal manera nueva para los Iraquíes, y por el desajuste causado por la larga pesadilla del desgobierno de Saddam Hussein fue tal, que muchos Iraquíes permanecen indecisos y desorientados...», empero:
«La sociedad civil Iraquí (sic) prospera. En Irak, donde antes sólo había una fuente oficial de noticias, en la que los Iraquíes sensatos nunca confiaron, hoy vibra con una prensa libre. Los maestros pueden enseñar la verdad, no la propaganda de odio del Baath. Los tribunales funcionan. Los bancos están abiertos y hacen préstamos. Los negocios florecen, como se puede apreciar con sólo una ojeada a los artículos disponibles en el mercado de cualquier ciudad Iraquí. Los salarios suben, los ahorros salen de sus escondites, la gente gasta y gana dinero».
Pero «Con todo, cuando se traiciona la confianza es difícil restaurarla, aún más que recomenzar una economía. Cuando la vida de generaciones enteras ha sido una pesadilla absoluta, el proceso de recuperación es aún más difícil. Los Irakíes deben persuadirse a si mismos, de nuevo, que son gente buena y honorable, que ya no hay necesidad de sentirse avergonzados por las condiciones impuestas a ellos por Saddam Hussein y su legión de malhechores y criminales».
Con su poco afortunada retórica, escribe Powell: «No importa cuan difícil o peligrosa sea la vida para los estadounidenses y otros que tratan de dar a luz el nuevo Irak, nuestro mejor aliado es el pueblo Irakí. Si ellos están dispuestos a aspirar fuerte y aprestarse para una larga jornada, entonces nosotros también debemos perseverar, permanecer a su lado hasta que la tarea se complete».
En Irak, al igual que en otros países, el membrete de la USAID tiene, especialmente bajo el gobierno de Bush, usos mucho más peligrosos que los de diseminar las armas retóricas de Powell y de Bush.
Se ha evidenciado la falsedad de las acusaciones del gobierno de Bush de que Irak tenía armas de destrucción masiva atómicas o bacteriológicas, a las que podría recurrir en una guerra contra Estados Unidos, pero recientemente se han dado a conocer datos acerca de la «siembra» de armas químicas, por parte de Estados Unidos en territorio Iraquí, en «envíos disfrazados con etiquetas de organizaciones humanitarias tales como la Cruz Roja y la USAID». De acuerdo con fuentes iraquíes, a los oficiales de ese país se les prohibió la revisión de tales contenedores y se les ordenó además, que cualquier pregunta sobre dichos embarques fuera canalizada a las «fuerzas de la coalición».
Como en Irak, para acabar con una «dictadura» y para extender los “beneficios del libre comercio”, Estados Unidos organizó una sangrienta revuelta en ese país, valiéndose de organizaciones como el IRI, y de recursos de USAID.
Fiel a su idea de lo que significa «educar para la democracia», el IRI entrenó en República Dominicana, con el consentimiento del presidente de ese país, Hipólito Mejía a grupos contrarios a Aristide que luego cruzarían la frontera hacia su país.
El senador demócrata Christopher Dodd ha señalado que el IRI recibió de la USAID $1.2 millones para entrenar haitianos y ha dicho también que de acuerdo con cartas del Departamento de Defensa, Estados Unidos suministró 20,000 fusiles M-16 y otro equipo al Ejército dominicano durante los últimos dos años por lo cual cabe la pregunta de si esas armas terminaron en manos de opositores a Aristide.
En diciembre de 2003, Adolfo Franco se refería al tema de Haití bajo la premisa de enunciada por Powell de que el gobierno de Estados Unidos «no trabajará con el gobierno haitiano hasta que se resuelva el atascamiento político que aflige al país desde hace tiempo, y que es en su mayor parte resultado de elecciones legislativas anteriores ... creen que estuvieron afectadas por fraude».
Según Franco, el gobierno estadounidense canalizaba ayuda económica «directamente» al «pueblo de Haití» y no a través de su gobierno, estrategia que evidentemente ha sido parte de los procesos de desestabilización fomentados por el gobierno de Bush.
La forma en que USAID «ayudaba» directamente al pueblo haitiano está ilustrada en el siguiente testimonio de Tom Reeves, quien al relatar sus experiencias en un viaje que hizo a Haití luego del golpe contra Aristide, escribe: «En Jacmel, nos reunimos con estudiantes, mujeres y sindicalistas que habían formado grupos específicamente anti-Aristide...Pierre J.G.C. Gestion, dirigente de MHDR (Movimiento Haitiano por el Desarrollo Rural) alardeó orgullosamente de su conexión con USAID, el programa del Departamento de Estado por el Refuerzo de la Democracia y NDI. "Nos entrenaron y nos enseñaron cómo organizarnos, y organizamos los grupos que ven aquí para exigir que fuera derribado el corrupto gobierno de Aristide"» (Tom Reeves «Retorno a Haití»: www.counterpunch.org/).
En Venezuela, USAID estableció su oficina en Caracas el primero de Agosto de 2002, con el previsible fin de «proveer asistencia oportuna y flexible para fortalecer la democracia», objetivo que como es bien sabido se ha traducido, con ayuda del IRI y del NED en el movimiento para expulsar a Chávez sea mediante un golpe de Estado o por medio de un referéndum.
El 31 de marzo de 2004, Jorge Valero, embajador de Venezuela ante el Consejo Permanente de la OEA, denunció que: «El año del golpe de Estado, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) del Departamento de Estado, también desembolsó US$2 millones de dólares para apoyar líderes e instituciones venezolanas calificadas como "moderadas" pero que, en la práctica, estaban enfrentadas al Presidente Hugo Chávez».
«En los seis meses previos al golpe de Estado, otras seis Oficinas del Departamento de Estado hicieron desembolsos directos por el orden de US$695 mil 300 dólares, para financiar conferencias y seminarios que favorecían a la oposición».
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