El miedo
«El arma es del tamaño del miedo» solía decir un general de la revolución mexicana.
¿Que no son suficientes la base de Guantánamo en Cuba, las de Roosevelt Roads y Fort Buchanans en Puerto Rico, las bases aéreas en las Colonias Holandesas de Aruba y Curazao, la de Palmerola y Soto Cano en Honduras, Manta en Ecuador, la de Valle de Huallaga en Perú, las de Comalapa en El Salvador y las estaciones de radar en Colombia y en algunos otros lugares secretos en América Latina, amén de toda una pléyade de estaciones de la CIA y todo un ejército de espías, militares, paramilitares y políticos «condescendientes»?. No, no son suficientes para un león como los Estados Unidos al que en la entrada del nuevo siglo ajustan multitud de adjetivos: grande, agresivo, furioso, hambriento, herido, inflexible, a veces torpe, canceroso y desahuciado.
La efervescencia
¿Miedo los Estados Unidos? Sí, y mucho, y con justa razón. Aún mediante el reciclaje mediático-político (Iniciativa Andina), el Plan Colombia hoy por hoy es ya insuficiente para las tareas de control y dominio del patio trasero. El escenario político en los últimos tres años ha cambiado dramáticamente.
La posición geopolítica estadounidense en la región ha sido trastocada en lo que se suponía eran sus cimientos más sólidos: tras el caos que siguió a Menem y de la Rúa, Néstor Kirchner surgió de entre las cenizas argentinas para sorprender con cada paso. A su lado, Hugo Chávez en Venezuela y Fidel Castro en Cuba sortean y avanzan la integración que desde hace décadas espera la segunda independencia. Bolivia vivió la grandeza de expulsar a un criado de apellido Sánchez de Lozada y por algunos instantes Ecuador saboreó la misma miel dulce al derrumbar el régimen de Jamil Mahuad.
Y por supuesto está en Brasil aquel que en el mote lleva el significado «El Caballero de la Esperanza» Demasiados contenidos en muy poco tiempo. Todo pareciera ser que el «Nuevo Siglo Americano» será el de la «América, La Patria Grande» decimonónica de Simón Bolívar, engarzada con la América de José Martí -Nuestra América-, binomio que hoy destila el sumo concentrado de 500 años de sometimiento. El momento: histórico. La coyuntura: única.
Los bloques
¿Miedo?, pero ¿por qué?, mejor aún ¿a qué?. Cubierta con el manto de la integración, la efervescencia tiene amplias perspectivas geopolíticas y geoeconómicas. Si el Mercosur (Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay) como mecanismo económico es el depositario de muchos sueños, lo que Heinz Dieterich ha llamado el Bloque Regional de Poder -BRP- (Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba) como mecanismo de integración política es también real, tangible y abarcador. Actualmente, el primero tiene más importancia formal que real, mientras que el segundo es más real que formal. El primero tiene las instituciones que lo hacen más estable, el segundo tiene las acciones y aún, es más volátil. Juntos son un león en ciernes del que también se puede hacer una descripción: tiene peso, presencia, respeto, gallardía no tiene garras para atacar pero si dientes para defenderse.
Pongámosle colores al león con algunos datos de la CIA (The World Factbook 2003). ¿Cuánto pesa?, ¿cuál es su tamaño?. Según la CIA el MERCOSUR congrega a una población de alrededor de 202 millones de personas en un territorio de poco menos de 12 millones de km2, en tanto que el BRP se eleva hasta 228 millones en 12.3 millones de km2. De forma conjunta, el joven León BRP-MERCOSUR podría conseguir -sin derramar una gota de sangre y utilizando tan solo aquello que está a su alcance de acuerdo con el derecho internacional- un peso conjunto de 237 millones de habitantes en 12.9 millones de km2. Estados Unidos, ese decrépito y malhumorado León en retirada, con un largo historial de robos, guerras y genocidios (México, Hawaii, Guantánamo, Sioux, Cheyennes, Apaches, y un largo etc.), tiene hoy 280 millones de habitantes y 9.5 millones de km2. El león del Sur pues, podría ser 30% más grande que su contraparte y apenas 18% más delgado. El camino económico es aún escarpado para ambos bloques, sin embargo, el león del Sur tiene a su favor los números y los antecedentes. Estados Unidos, el país con la deuda unitaria más abultada del mundo, tiene una deuda externa del orden de 862 mil millones de dólares, y el BRP-Mercosur en su conjunto -6 países- una de 442.9 mil millones de dólares. A diferencia de Washington, el BRP-Mercosur podría extirparse este tumor con toda la legitimidad que da el haberla pagado ya varias veces, aún sin haberla contratado de forma legal y legítima. En conjunto es prácticamente imposible que se obligue a 6 países con las características de los que integran el BRP-MERCOSUR a pagar una deuda genocida -y más aún cuando los Estados Unidos están en una coyuntura desfavorable-. ¿Utópico? no de acuerdo con funcionarios estadounidenses [1]. La potencia imperial sencillamente no podría soportar -dada la circunstancia actual- el peso de la presión conjunta de todos sus acreedores por cobrar una deuda casi 200% mayor que la de su competencia en el sur: En otras palabras: siempre será más fácil presionar a uno en crisis que a seis en crisis, y más cuando ese uno debe el doble que los seis en su conjunto. El BRP-Mercosur puede nacer como una alianza estratégica entre iguales, el peso excesivo de los unos en algunas áreas puede ser compensado -mejor aún, complementado- con el liderazgo sectorial de los otros: Desarrollo social, Cuba; Economía, Brasil; Política, Argentina; Energía, Venezuela; etc. Sería un trato entre naciones iguales en dignidad, sin sometimientos ni subimperialismos. Las fórmulas técnico-jurídicas de colaboración son fáciles de encontrar. Los antecedentes están dados, y el derecho de su lado, lo único que faltaba era liderazgo político. Ya se tiene. Repetimos: El momento: histórico. La coyuntura: única.
...¿Y el otro bloque?
El Norte frente al Sur, las dos caras del Jano americano, un león que no termina de salir y uno que insiste en entrar. ¿Hay otro felino en la escena?, ¿que hay del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)? No mucho. El TLCAN es un acuerdo entre una superpotencia en retirada (Estados Unidos), un país que se ubica en el ambiguo concepto de «potencia media» (Canadá) y uno que, no obstante potencia regional, se conforma con su papel de lacayo imperial (México). Dicho lo anterior el TLCAN no es tan homogéneo (a menos que se asuma que, frente a Washington, el gobierno de Canadá es tan servil como el de México y que su población padece las mismas condiciones de miseria que se viven en tierras aztecas) amén de que a diez años de su entrada en vigor, los resultados arrojados lo ponen más a la defensiva que a la ofensiva.
México, país latino por historia y norteño por geografía, es el punto de encuentro entre ambos bloques en el contexto americano; pudiendo ser una más de las patas del león del Sur, sigue prefiriendo ser la cola del león anglosajón. México podría ser la piedra de toque del Imperio, después de todo es uno de los tres socios comerciales más importantes (PIB de 924 mil millones de dólares, 105 millones de habitantes, 1.97 millones de Km2 aunque también con una deuda externa de 150 mil millones de dólares). Con México, el BRP-MERCOSUR avasallaría los restos de la nueva Roma; sin México, el TLCAN es poco más que nada. En este sentido, el liderazgo mexicano de nuestros días no merece tal nombre, no está a la altura del momento que vive el continente entero. Su comportamiento hasta hoy no es más que una vergüenza para América Latina.
Los problemas
Aunque el potencial es inmenso, también lo son los retos que se tienen que enfrentar. Los pueblos de Paraguay, Uruguay, Chile, Ecuador, México Colombia y Perú necesitan poner a sus gobiernos contra la pared para impedir que el momento les pase de largo. México en particular necesitaría además emprender cambios estructurales muy profundos en materia económica y comercial para descentralizar sus exportaciones/importaciones (más del 90% del intercambio comercial azteca es con el Imperio [2]) y para hacerlo, necesitaría cerrar las brechas que lo separan del gigante del sur, Brasil, y finiquitar con ello las antiguas competencias/guerras comerciales que desde hace tiempo sostienen entre sí.
Una forma de hacerlo es mediante la negociación de cuotas comerciales y por sectores industriales en materia de comercio regional, siempre sin perder de vista la utilidad política que esto le puede representar al león del Sur frente al del Norte. El presidente brasileño ha dejado en claro su voluntad para hacerlo [3] la pelota está en la cancha mexicana.
Es importante destacar la importancia de México en este sentido ya que como lo confirma un estudio del Sistema Económico latinoamericano: «Los países de la región representaron alrededor del 22% de las exportaciones totales de bienes de los EEUU en el 2000 y 17% de sus importaciones ese mismo año... Sin embargo, excluyendo a México, el valor de las exportaciones estadounidenses hacia la región pasa a representar menos del 8% del valor total de sus envíos al mundo» [4]. Con lo que se confirma lo que desde hace años era conocido: Después de la caída de la Unión Soviética ningún país puede afectar tanto a los Estados Unidos como México [5].
Lo que viene
¿Y que hace el miedo? Invita a reacciones de dos tipos: la lucha o la retirada. Los Estados Unidos no tienen ya a dónde correr. Con el tiempo, el Destino Manifiesto se ha desgastado; la Doctrina Monroe es cada día más insuficiente para mantener íntegro al Imperio, y aunque vivos todavía, el Corolario Roosevelt y las nuevas interpretaciones continentales de lo que en su momento fue la Enmienda Platt para Cuba se encuentran amenazadas de muerte frente a la marejada popular latinoamericana.
Intoxicados por el pensamiento maniqueo, simplista y teológico-militarista, George W. Bush y su séquito no conciben un acuerdo con los insurrectos. No hay espacio tampoco para la retirada cuando es en casa en donde la rebelión tiene lugar. Sólo queda la lucha, con uñas y dientes en contra de la humanidad. Después de todo es lo único que saben hacer con altos grados de eficiencia, cobardía y crueldad los policy makers estadounidenses. Cinco se presentan como puntos álgidos.
En el más clásico sentido de «Divide y vencerás», Estados Unidos se han enganchado ya en una campaña sistemática de desestabilización geopolítica.
1) Incremento de la violencia en Colombia,
2) Militarización y posible intervención en la Triple Frontera,
3) Inflar el diferendo territorial Bolivia-Chile por la salida al mar,
4) Combate frontal a la oposición popular en Ecuador y Bolivia,
5) Desestabilización permanente de los gobierno integrantes del BRP. La utilidad táctica de la descentralización y dispersión militar estadounidense en América Latina ha sido ya muy bien documentada por diversas fuentes [6], sin embargo, es importante plantear los escenarios de corto y mediano plazo que se pueden presentar en estas líneas de acción.
«Si no me gusta, llámalo terrorismo», señaló Edward S. Herman hace ya algunos años. Sus palabras hoy siguen teniendo la misma vigencia. Para prevenir la constitución formal y real del BRP-Mercosur los Estados Unidos están haciendo uso de la «guerra contra el terrorismo» para desbaratar la independencia latinoamericana que todavía no acaba de nacer.
Son fanáticos por supuesto, y aunque torpes con frecuencia, no se acercan todavía a lo que podríamos llamar «tontos». Para enfrentar el engranaje «oriental» La Habana-Caracas-Brasilia-Buenos Aires los Estados Unidos han articulado un mecanismo de desestabilización «occidental» Santiago-Lima-Quito-Bogotá.
Para prevenir y amedrentar la posible profundización de las relaciones Brasil-Argentina, el león del Norte se ha sacado de la manga a los «terroristas que operan en la Triple Frontera» utilizando a Paraguay con este propósito. Las pruebas son contundentes e irrefutables: «en Afganistán, los servicios de inteligencia estadounidenses encontraron cárteles de las cataratas del Iguazú en las paredes». [7]
Estas pruebas también han permeado las publicaciones «serias» en relaciones internacionales. La revista Foreign Affairs nos informa por boca de la hoy muy conocida Jessica Stern que el Hezbollah y Al Qaeda tienen nexos (sic) y redes que se extienden hasta la Triple Frontera, donde «Representantes de dos grupos se han encontrado en... Paraguay» [8]. Según la autora la zona es un pandemónium de terroristas: «La región sudamericana de la Triple Frontera se ha convertido en la nueva Libia, un lugar donde terroristas de las más dispares ideologías (rebeldes marxistas colombianos, supremacistas blancos estadounidenses, Hamas, Hezbollah y otros) se encuentran para intercambiar mercancías».
Aprovecha la analista para dictar línea también contra el norte del cono sur: «Los informes de que el presidente venezolano Hugo Chávez permite a los rebeldes colombianos y a los grupos fundamentalistas islámicos militantes operar en su país se han vuelto más creíbles, al igual que los señalamientos de que la isla Margarita de Venezuela se ha convertido en un refugio terrorista». No es causalidad que sea precisamente en Paraguay -el único país integrante de la Triple Frontera que sigue al pie de la letra los dictados de Washington, y que podría haber fabricado las «pruebas de inteligencia»- en donde se reunieron los terroristas de los que da cuenta. No es casualidad tampoco que salgan a colación en este contexto el presidente Hugo Chávez y las guerrillas colombianas.
Al menos tres de los cinco punto álgidos que hemos señalado brincan del texto de la autora. Sin ánimos alarmistas, lo que la experta escribe en la prestigiosa publicación huele a inserción «académica» por encargo de la CIA.
Entre los engranajes oriental y occidental en el cono sur, como en tiempos de la Guerra Fría, Bolivia se presenta en el siglo XXI como la Europa del siglo XX, es decir, como el teatro de guerra más probable entre los dos bandos. Tras la revuelta popular que destituyó al gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, los ánimos siguen polarizados en términos políticos y también territoriales. Estados Unidos tratará de utilizar esto a su favor y buscará la confrontación Santiago-La Paz para poder posteriormente intervenir como «mediador» o peor aún, como «pacificador» con miras a resolver la «crisis de democracia» (Noam Chomsky) en Bolivia y en apoyo para contener el «foco de infección» que representa la Triple Frontera para el sur, y que podría poner a Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay en el camino de recibir el mismo tratamiento por culpa de «los terroristas» que por ahí merodean amenazando al «mundo civilizado». Venezuela no se queda atrás. En el evangelio latinoamericano según Washington, Venezuela es la retaguardia de las FARC-EP, del FLN y de los «fundamentalistas islámicos» como señala la apóstol Stern. Esas herejías no serán perdonadas, pero serán muy bien capitalizadas geopolíticamente por la Casa Blanca en su cruzada contra «el mal del mundo».
En esta dinámica, Brasil tiene un papel tremendamente importante al tener frontera con prácticamente todo Sudamérica salvo con Ecuador y Chile. Desde tierras cariocas se puede «estabilizar» o «desestabilizar» -dependiendo del lado de la barda en que se esté- al resto del continente. El fortalecimiento político de Luiz Inácio Da Silva es clave como también lo es impedir el aislamiento de los movimientos populares en Ecuador que están rodeados por dos gobierno cipayos en sus flancos con lo que se les arrincona, desde dentro y por fuera.
Finalmente, el miedo otra vez
De los 335.7 mil millones de dólares que gastan los Estados Unidos en defensa -43% del total mundial (9)- una buena parte «se invierte» en nuestro continente. Después de lo que hemos visto, la tajada del pastel que toca a los latinoamericanos puede crecer sustancialmente. Herido el león, América Latina puede recibir fuertes y abundantes baños con la sangre que mana de sus heridas. Entre mayor es el miedo, más fuerte late el corazón, y con él, más apretado es el flujo de sangre por las venas.
El cuadro no es tranquilizador más allá de la certeza de que eventualmente el león terminará por morir. América Latina, hoy -como tal vez nunca en los últimos 500 años- tiene la posibilidad de no salpicarse si sabe lidiar con el león moribundo, mediante instrumentos políticos y sin nuevas hemorragias internas. El joven león puede nacer en un parto sin dolor, mitigar el que padece Colombia y desinfectar y sanar sus históricas «venas abiertas» en el corto y mediano plazo.
Política y económicamente las condiciones están dadas para articular el potencial popular en aras del desarrollo social, y para eliminar el enfrentamiento militar presente y prevenir los enfrentamientos bélicos futuros. El que ayer era valiente hoy no lo es más. Los que hasta ayer agachaban la cabeza hoy caminan con la frente en alto. Es importante recordarlo: la debilidad creciente de uno es la fortaleza en ascenso de los otros.
[1] Ver John Saxe-Fernández et al, Globalización, Imperialismo y Clase Social. Edit. Lumen. México, 2001.
[2] Rosa María Piñón A. «La Nueva Estrategia de Desarrollo: El Comercio Exterior de México» en Relaciones de México: América Latina, América del Norte y la Unión Europea, Patricia Galeana (comp.), Edit. UNAM, México, 1997; Agencia Efe 30/04/2002; John Saxe-Fernández y Omar Núñez Rodríguez, «Globalización e imperialismo: la transferencia de excedentes de América Latina» en Globalización, Imperialismo... p. 93-94, y Comunicado de Prensa sobre los Exámenes de las Políticas Comerciales. Organización Mundial de Comercio, 16 de abril de 2002. http://www.wto.org/spanish/tratop_s...), en Fernando Montiel T. La política exterior de México: Árbol que crece torcido... jamás su paradoja endereza. Inédito.
[3] Luiz Inácio Lula da Silva. Rev. Quórum. Universidad de Alcalá. Primavera 2003, «La política exterior del nuevo gobierno brasileño». p. 187.
[4] SELA. «La Comunidad Andina ante el ALCA: Implicaciones y oportunidades». XXVII Reunión Ordinaria del Consejo Latinoamericano, Caracas, Venezuela 8-10 de octubre de 2001.
[5] Saxe, Op ci.
[6] En este sentido se puede consultar el libro La Cuarta Vía al Poder: Venezuela-Colombia-Ecuador (Edit. Quimera, México, 2001) y el reporte International Policy Report: Just the Facts 2001-2002. A quick tour of U.S. Defense and Security Relations With Latin America and the Caribbean de Adam Isacson y Joy Olson del Center for International Policy.
[7] Stella Calloni. La Jornada. 1.2.2004.
[8] Jessica Stern, «Cuando el enemigo se parece a Proteo» en Foreign Affairs en Español. Vol. 3 No. 4. 2003. p. 65.
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