El pasado 29 y 30 de septiembre se reunieron en Brasilia, los Presidentes y Jefes de Estado de Sudamérica. En su segunda reunión, la naciente Comunidad Sudamericana enfrenta un desafío fundamental: materializar la decisión política de los gobernantes para hacer realidad el proceso de confluencia e integración a través de una agenda concreta y medible en un corto tiempo.
Se hace necesario involucrar e incorporar a amplios sectores de nuestras sociedades para que este proceso pueda echar raíces sólidas en el ámbito de nuestras culturas e identidades. En la década de los 90, los acuerdos de complementariedad económica, desgravación arancelaria y otros, se inscribieron, en lo principal, en la tendencia mundial de desregulación, flexibilización y liberalización del comercio de bienes, servicios e inversiones.
Aquella orientación neoliberal dominante es crecientemente cuestionada y comienza a cambiar lentamente, gracias al retorno de la política debido a la emergencia de gobiernos progresistas con nuevos enfoques sobre la integración y el comercio. Se abre paso una concepción más amplia e incluyente de la integración sudamericana en la cual los estados tienen un mayor rol dinamizador, regulador y de complementariedad productiva e industrial.
Varios son los componentes que constituyen esta nueva agenda: la búsqueda de complementariedad comercial y productiva. Una mayor centralidad del desarrollo y la integración social. Un fuerte énfasis en infraestructura para la interconexión. Una apuesta de integración energética en el cual tienen un rol importante las agencias y empresas energéticas públicas junto con el sector privado. La revalorización de la identidad cultural propia y el desarrollo de industrias culturales sudamericanas.
En cifras consolidadas al año 2003, en el espacio Sudamericano, el Mercado Común del Sur, Mercosur [1], representa el 66% del Producto geográfico bruto, mientras que la Comunidad Andina de Naciones (CAN), representa el 25%, Chile el 9% y Guyana y Surinam el 0,2%. En materia de exportaciones, Mercosur representa el 58%, la CAN el 30%, Chile el 11% y Guyana y Surinam el 1%. El Mercosur más Chile como estado asociado, tiene una población aproximada de 240 millones de habitantes.
Representa también un porcentaje muy importante de la producción y el comercio de la región. Su desarrollo ha estado centrado principalmente en los temas de arancel externo común y acuerdos aduaneros. Si bien es cierto que su densidad institucional es significativamente menor que la andina, en los últimos años ha avanzado en la institucionalización de grupos de trabajo en relaciones laborales, empleo, seguridad social, educación, salud. También se ha constituido la Comisión Parlamentaria conjunta y el Foro Consultivo Económico y Social.
La Comunidad Andina, por su parte, tiene una población de 120 millones de habitantes, lo que representa un tercio de Sudamérica y es aproximadamente la mitad de habitantes del Mercosur más Chile (240 millones). Su población económicamente activa se incrementó de 44 millones de habitantes en 1999 a 49 millones en el 2003 [2] .
En 1994, la tasa de desempleo abierto urbano promedio en los países de la CAN era de 7,7%. En el 2003, su tasa de desempleo promedio era del orden del 12 %. Las exportaciones comunitarias ascendieron a 54.297 millones de dólares en el año 2003, con una tasa de crecimiento acumulada de 5,3 % promedio anual durante el período 1994-2003. En importaciones, en el 2003, se registraron 37.634 millones de dólares, con una tasa acumulada promedio anual de 2,5%.
A partir de la creación del Pacto Andino, hace 35 años y su posterior transformación en Comunidad Andina de Naciones, el proceso de integración ha experimentado importantes cambios políticos, económicos, sociales y culturales, lo que ha incidido de manera significativa en los diversos ciclos experimentados por este proceso.
En la década de los 60 y los 70, América Latina estuvo fuertemente influida por la lógica del fortalecimiento productivo e industrial y la concepción cepaliana de sustitución de importaciones y por tanto de esquemas de "desarrollo hacia adentro".
En la década de los 80 y los 90, estuvimos marcados por las políticas de liberalización y ajuste estructural, bajo la receta de Organismos Multilaterales como el Fondo Monetario y el Banco Mundial. En 35 años, los países andinos y la CAN han recorrido y experimentado visiones y tendencias contrapuestas sobre el desarrollo y la integración.
En la actualidad, la tendencia viene de vuelta hacia posiciones mixtas, heterodoxas y pragmáticas. En el ámbito comercial, las negociaciones y acuerdos andinos se han concentrado entorno a las áreas de libre comercio, de bienes y servicios, circulación de capitales y de personas. Los componentes de cooperación política, fortalecimiento democrático e institucional y agenda de desarrollo e integración social han tenido una preponderancia menor y asimétrica.
Sin embargo, es necesario destacar, la acción multilateral de los Convenios sociales como el Organismo Andino Hipólito Unanue de cooperación en Salud así como los Consejos Laboral y empresarial andinos. Si bien el proceso de constitución de un espacio común andino ha estado principalmente centrado en lo comercial, no es menos cierto que hoy la CAN es el único bloque en la región Sudamericana que ha desarrollado una experiencia de integración institucional incorporando la cooperación política y el desarrollo de un Plan Integrado de desarrollo Social [3].
Ello la distingue en la región al haber sostenido durante años la idea de una integración estratégica tipo Unión Europea. Esta es probablemente su mayor fortaleza debido a que su experiencia acumulada en el campo de la cooperación política y de agenda social, le permitiría incorporarse con mayor dinamismo a un proceso de confluencia sudamericana, ampliando la integración a un ámbito fundamental: el del desarrollo, la democracia participativa y la cohesión social como base para la construcción de bloques integrados. La nueva agenda andina, suscrita el pasado 18 de junio en Lima, adquirirá una mayor dinámica bajo la conducción de su Presidencia pro tempore asumida recientemente por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías.
En diciembre de 2004, en la ciudad del Cusco, Perú, los Presidentes y Jefes de Estado de América del Sur suscribieron la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones [4] .
Esta histórica decisión, gracias, entre otros, al decisivo liderazgo del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva [5] en la región, apunta a constituir un bloque que progresivamente pueda expresar una política externa común y un proceso de confluencia institucional de la Comunidad Andina y el Mercosur al fortalecimiento de América Latina y el Caribe. La integración de políticas sociales de lucha contra la desigualdad y la exclusión, la Iniciativa de Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), la creación de un Fondo de Emergencia Social, la protección de nuestra biodiversidad, la constitución de un Banco de Fomento y Desarrollo Sudamericano.
Así como, la integración energética regional (Petrosur) y el fortalecimiento de nuestra integración cultural a través de iniciativas como TeleSur [6], constituyen una gran oportunidad para generar una vasta corriente de dialogo y acción política para fortalecer nuestra integración. La Comunidad Sudamericana debe dar pasos concretos y abrir mecanismos que incorporen a las grandes mayorías para convertirse progresivamente en una la comunidad de los pueblos y ciudadanos de América del Sur, con una fuerte impronta social incluyente, democrática, descentralizada, participativa y progresista. La inspiración Bolivariana es ciudadana del siglo XXI.
[1] En 1985, los presidentes Alfonsín de Argentina y Sarney de Brasil reunidos en Foz de Iguazú, ratifican la voluntad de encarar un futuro conjunto. En 1991, ambos países acuerdan una asociación preferente. En 1991, Se adopta el Mercado Común del Sur (Mercosur), suscrito originalmente por Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.
[2] Cifras proyectadas por la OIT. Indicadores Económicos de la CAN 1999-2003. iii) El Organismo Andino en Salud Convenio Hipólito Unánue, reúne a los Ministerios de Salud de los 5 países andinos más Chile. Es el único Organismo del Sistema Andino de integración en el que Chile forma parte.
[3] Decisiones 553, 592 y 601 del Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores.
[4] Declaración del Cusco sobre la Comunidad Sudamericana de Naciones, III Cumbre Presidencial Sudamericana Cusco, 8 de diciembre de 2004.
[5] La unidad sudamericana, y la necesidad de integración de América Latina y el Caribe, formaba parte de las propuestas de Lula y el Partido de los Trabajadores de Brasil desde sus orígenes.
[6] Al respecto, es interesante destacar la Ley promulgada recientemente por el Presidente Lula que establece como segundo idioma obligatorio el español en el sistema educativo brasilero.
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