El plan secreto de la administración Bush para ayudar a las compañías energéticas a robar el petróleo iraquí tiene grandes probabilidades de triunfar dentro de pocas semanas. Las consecuencias de esa operación son considerables: incremento de ganancias para el lobby petrolero, un sometimiento mayor de los iraquíes, más tropas estadounidenses en la región, y una mayor probabilidad de invadir a Irán. Y eso no es más que el principio.
El problema del gobierno ha sido el traspaso del control de los recursos petroleros iraquíes a empresas privadas anónimas bajo un disfraz de legitimidad, todo eso manteniendo precios elevados. Para ello encontraron una solución tan sencilla como perversa: los PSA (Production Sharing Agreements).
Los PSA son un instrumento de gobierno para ayudar a la explotación petrolera en zonas donde la extracción es difícil desde el punto de vista técnico. Las empresas perforadoras reciben condiciones ventajosas que les aseguran ganancias más elevadas. La organización no gubernamental PLATFORM, especializada en cuestiones petroleras, afirma en su informe «Crude Designs: The Rip-off of Iraq’s Oil Wealth» que el modelo PSA está en vías de adopción en Irak, probablemente después de las elecciones de diciembre, sin ningún debate público. Ello representará un costo enorme para los iraquíes. Esos acuerdos, redactados por el Departamento de Estado norteamericano, serán de gran ventaja para las compañías petroleras, que obtendrán ganancias entre 42% y 162%, muy lejos del 12% del ROI habitualmente aplicado en esa rama. Por el contrario, con un barril a 40 dólares, Irak perderá entre 74 y 194 mil millones de dólares contando sólo los 12 primeros acuerdos firmados. Ello representa siete veces el presupuesto del Estado iraquí. Debe señalarse que los PSA son muy difíciles de renegociar sin grandes penalidades. Durante los próximos 50 años los electores iraquíes se verán, de hecho, impedidos de hacer cualquier modificación a esos acuerdos establecidos por un gobierno ilegítimo.
Para Greg Muttitt, autor del informe, «detrás de todos los discursos del gobierno para crear un Irak democrático, la política de imponer los PSA logró privar a Irak de todo control democrático de su recurso natural más importante. Y yo añadiría: Estados Unidos, Gran Bretaña y las compañías petroleras se aprovechan de la fragilidad de las instituciones iraquíes y de la violencia existente en el país para obligar al gobierno a firmar acuerdos de larga duración, poco favorables para el país.»
Cuando ya se haya cumplido esta etapa en Irak, las perspectivas de una invasión a Irán se hacen más realistas debido a las dimensiones de las reservas petroleras de ese país. Teherán está ya en la lista de los objetivos a atacar por parte de la administración Bush, no tanto por sus aspiraciones nucleares, sino por su intención de abrir, a comienzos del 2006, un mercado de intercambios petroleros internacionales basado en el euro. La «bolsa» petrolera iraní entraría en competencia directa con el NYMEX de Nueva York y permitiría a la OPEP pasar a un segundo plano el billete verde en beneficio de los más ventajosos «petroeuros». Washington está decidido a impedir a cualquier precio esa iniciativa. Si el modelo PSA se impone en Irak, ello constituiría un precedente para la región y brindaría al gobierno de Bush un motivo adicional para preparar el próximo cambio político en Irán.
«Mission Accomplished: Big Oil’s Occupation of Iraq», por Heather Wokusch, Dissident Voice, 3 de diciembre de 2005.
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