Hay un asunto delicado, que no puede seguir eludiéndose, y de la más grande trascendencia nacional, que afecta al ciudadano Sebastián Piñera Echeñique, en su calidad de candidato a la Presidencia de la República
¿Qué tan bueno es para resistir presiones y amenazas? ¿Alguien maneja secretos sobre su vida personal que le permite hacerle cambiar sus decisiones de un día para otro? ¿Esto ya ocurrió? ¿Volverá a suceder? ¿Qué es lo que le saben, y que el resto del país no conoce? El tema debe ser aclarado con total transparencia y de cara al proceso eleccionario que culmina el 15 de enero.
Este artículo está escrito con total prescindencia de las antipatías, admiraciones, envidias, adhesiones y repulsas que pueda provocar en la ciudadanía el nombre de Sebastián Piñera, y en defensa de una institución cívica fundamental, como es el cargo de Jefe del Estado y su imprescindible autonomía.
Partimos de la base -independientemente de si nos guste o no ese resultado- de que Piñera Echeñique pudiera ser elegido Presidente de la República dentro de tres semanas, y para entonces será tarde, si el problema que exponemos no queda absoluta y meridianamente aclarado.
Los antecedentes son inquietantes: en 1992, Sebastián Piñera es dejado de un plumazo fuera de la precandidatura presidencial, que disputaba con Evelyn Matthei, en un programa de televisión abierta, ante centenares de miles de espectadores, por el dueño del canal, el ultra conservador pinochetista, Ricardo Claro. Piñera se derrumba cuando le es presentada en cámara una grabación [audio] de sus conversaciones privadas, obtenida en connivencia con los servicios secretos de las Fuerzas Armadas.
En 1993, el ex precandidato Piñera se ve “obligado” a suspender la búsqueda de antecedentes en detalle sobre el origen de la cinta que dio base al atentado mediático sufrido el año anterior, ante amenazas de secuestro de uno de sus hijos.
Lo más sugerente, sin embargo, ocurre en la campaña senatorial para las elecciones del 2001, en que Piñera es favorito dentro de los candidatos de derecha por la V Región (Valparaíso-Viña del Mar). Ya había empezado a invertir con prodigalidad sus millones, como lo hace habitualmente en estos casos, cuando -de un día para otro- desaparece de los radares y se retira sin chistar, ante sólo un par de gritos de sus socios conservadores en la Alianza, dejando vacío el escenario para que aparezca el candidato de la UDI, el almirante Jorge Arancibia, impuesto finalmente como senador electo, y apenas unas semanas en situación de retiro.
Más allá de ese caso emblemático, la pregunta del millón de dólares es ¿por qué aterrorizan tan fácilmente a Piñera Echeñique, dueño de una inteligencia superior, doctorado en economía en Harvard, vinculado a distinguidas familias, archimillonario, de personalidad avasallante (¿sólo con los inferiores?), especulador de Bolsa fuera de serie, tiburón entre tiburones...?
¿Existe algún secreto que permite amenazar desde las sombras -y de manera brutal- a un empresario fuera del montón, que hoy es candidato a la Presidencia de la República de Chile? El tema no es baladí, y ha escrito en varias ocasiones sobre el mismo el editorialista top de El Mercurio, Hermógenes Pérez de Arce, especialmente en las semanas previas a la primera vuelta de la elección presidencial, dejando el asunto en una semipenumbra que lo hace aún más sospechoso.
¿De qué estamos hablando? ¿De un pecado infamante en el pasado, que todavía no se puede confesar? ¿Drogas; sexo; estafas? ¿Cuál es el secreto que, utilizado por grupos mafiosos, hace huir y callar a un prominente político, que aspira legítimamente a llegar a la Primera Magistratura?... Porque si a Piñera le hubieran ofrecido negocios fabulosos para que se retire llegado el caso, en vez de amenazarlo, la situación moral planteada sería todavía peor...
Aclaremos, entonces, antes de que sea tarde, si el candidato de la derecha es fiable o no. Y a partir de una presunción de inocencia amplísima y generosa, en beneficio del afectado. Ayudémoslo a superar este trauma. Pero Chile entero se merece una explicación...
Sería horrible que sus perseguidores mafiosos callen ahora para permitir que Piñera llegue indemne hasta el día de las elecciones, y que eventualmente triunfe, para cobrarle un precio mayor cuando esté ejerciendo la Presidencia de la República.
¿A qué no se vería expuesto un Jefe de Estado amenazado por círculos secretos irresponsables, sin obediencia debida, si ellos tienen la clave de su íntima vulnerabilidad y falta de carácter, que ya ha quedado en evidencia en dos o tres ocasiones?
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