En vísperas de la cumbre del G8 que analizará en San Petersburgo la crisis energética mundial, las cartas parecen cambiar de mano. Al margen de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shangai, los dos principales productores de gas a nivel mundial, Rusia e Irán, concluyeron un acuerdo estratégico que defiende no sólo sus intereses comunes sino también los de Pakistán y la India, y probablemente los de Turkmenistán y China. El porvenir económico de buena parte de Asia parece garantizado mientras que el de Estados Unidos y, en meno
«Gazprom está dispuesta a brindar su apoyo financiero y técnico a la construcción del gasoducto Irán-Pakistán-India. Es un proyecto rentable y perfectamente realizable», declaró el 15 de junio de 2006 el presidente ruso Vladimir Putin al margen de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS). Esa iniciativa marcó el inicio de serios cambios en el mercado euroasiático del gas natural.
La idea de construir un gasoducto entre Irán, Pakistán y la India fue propuesta por Teherán en 1996. La instalación cubrirá un trayecto de 2 775 kilómetros y costará 7 000 millones de dólares. La terminación del proyecto está prevista para 2009. A partir de 2010, la India y Pakistán podrán recibir anualmente 35 000 millones de m³ de gas y 70 000 millones en 2015. Gazexport, filial de Gazprom, se ocupó del proyecto hasta que este pasó a manos del departamento de relaciones económicas exteriores de Gazprom.
En el plano económico este gasoducto constituye una necesidad absoluta [1]. El proyecto presenta grandes ventajas para la India, país al que permitirá recibir gas iraní barato. Fuentes iraníes estiman que la construcción del gasoducto representará para la India un ahorro anual de 300 millones de dólares en gastos energéticos. Pakistán también necesita ese gasoducto para recibir gas natural (el país se verá obligado a importar gas a partir de 2010), y el tránsito le reportará entre 500 y 600 millones de dólares. Debido al crecimiento de la demanda de material energético en China está previsto prolongar después el gasoducto hasta la provincia china de Yunnan [2]. El presidente pakistaní Pervez Musharraf hizo esa proposición durante sus encuentros en Shangai con los representantes de los medios de negocios de los países de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS).
Los riesgos políticos del proyecto disminuyeron sensiblemente en los últimos tiempos. Las autoridades indias rechazaron esa asociación durante mucho tiempo ya que temían que Pakistán no pudiera garantizar la seguridad del gasoducto. Durante la visita que el ministro indio de Petróleo, Mani Shankar Aiyat, efectuó a Pakistán en junio de 2005, el presidente Musharraf declaró que Islamabad garantizará la seguridad del gasoducto dentro de su territorio y expresó su deseo de que la construcción del mismo comience el año próximo.
Las reservas iraníes probadas de gas natural alcanzan los 28 000 millardos de metros cúbicos y la producción de gas aumenta en un 10% anual. Actualmente casi toda la producción se consume en el país: 100 000 millones de m³ se destinan a los consumidores comerciales (como las centrales eléctricas, que consumen 35 000 millones), y se inyectan 40 000 millones de m³ en las reservas de petróleo para mantener el flujo de los pozos en producción. La red iraní de gasoductos sobrepasa los 22 000 km. Las potencialidades de exportación del país van en aumento y hacen de Irán un poderoso competidor para Rusia. No es obra de la casualidad si Europa incluye a Irán en buena parte de sus planes de diversificación de las entregas de gas. Desde esa óptica, la participación de Gazprom en el proyecto de gasoducto Irán-Pakistán-India puede ser considerada como una jugada magistral en la lucha por el mercado europeo ya que el proyecto permitirá canalizar buena parte de los recursos iraníes hacia el este y, por lo menos, retrasar la aparición de estos en Europa.
En el contexto geoeconómico, la iniciativa en lo tocante al gas natural que anuncian Teherán y Shangai adquiere excepcional importancia. Durante su entrevista con el presidente ruso Vladimir Putin, el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad propuso decidir juntos los precios del gas y los principales flujos del «combustible azul».
Según ciertos observadores, este acercamiento entre Rusia e Irán en el sector del gas natural creará las condiciones necesarias para el surgimiento de una organización de países productores de gas similar al cártel petrolero. La unificación de las redes de transporte de gas ruso e iraní permitirá la participación de Gazprom en la gestión de casi todo el sistema de gasoductos asiáticos, sobre todo teniendo en cuenta que Turkmenistán planea integrarse a ese sistema (gracias al gasoducto ya existente entre Turkmenistán e Irán). Después vendrá Asia Central dando lugar a un mercado del gas que reunirá a Turkmenistán, Irán, Pakistán, la India y China.
La iniciativa de Teherán significa que Irán, que posee las reservas de gas más importantes después de las de Rusia, no tiene la intención de competir con Moscú en ese sector. Mejor aún, propone una coordinación de las acciones de ambas partes en el mercado mundial, incluso en lo tocante a la política de precios y el transporte. La alianza ruso-iraní en ese sector podría entonces controlar el 43% (75 500 millardos de m³) de las reservas mundiales probadas y definir a largo plazo los principales parámetros de desarrollo del mercado asiático, y probablemente del mercado mundial.
Es sin embargo poco probable que la creación de un cártel del gas natural tenga lugar en un futuro próximo. El presidente ruso rechazó claramente esa posibilidad. «El cártel es la OPEP. Nosotros tendremos una empresa conjunta», declaró en Shangai. Es evidente que hoy en día iniciativas de ese género perjudicarían la reputación de Rusia como huésped de la cumbre del G8 y candidata al papel de garante de la seguridad energética internacional [3]. No hay que olvidar, sin embargo, los arreglos bilaterales que han tenido lugar con proveedores de gas actuales o potenciales: Argelia, Libia e Irán. Dichos acuerdos pueden convertirse en eficaces instrumentos de regulación del mercado del gas en interés de los productores.
La participación de Gazprom en el proyecto de gasoducto Irán-Pakistán-India resulta por tanto doblemente ventajosa para Rusia. Un competidor potencial (Irán) dirige sus recursos hacia el este, disminuyendo así sensiblemente las posibilidades de los europeos de diversificar sus fuentes de aprovisionamiento de gas. Al mismo tiempo, al adquirir nuevos medios de influencia sobre la distribución de gas a escala euroasiática, Rusia aplica su propia estrategia de diversificación de mercados. Una magistral jugada geopolítica poco antes de la reunión del G8, que tendrá lugar en San Petersburgo.
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión francesa de la agencia Ria-Novosti.
[1] «L’avenir du gaz naturel» por Arthur Lepic, «L’adaptation économique à la raréfaction du pétrole» por Thierry Meyssan, Voltaire, 18 de marzo y 9 de junio de 2005.
[2] «Face aux États-Unis, l’Iran s’allie avec la Chine» por Thierry Meyssan, Voltaire, 17 de noviembre de 2004.
[3] «Le déplacement du pouvoir pétrolier» por Jack Naffair, Arthur Lepic, «Les enjeux cachés de la crise iranienne», Voltaire, 10 de mayo de 2004 y 1ro de febrero de 2006.
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