Cada día 132 millones de niños de edades entre cinco y 14 años son obligados a trabajar la tierra, en condiciones insalubres y riesgosas.
Esa espeluznante estadística fue aportada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), la cual, además, señala a la pobreza como el origen del trabajo infantil en todos los continentes.
Los pequeños resultan obligados a laborar por su propia supervivencia y la de sus familias, por lo que la penuria económica significa también falta de educación, malos servicios de salud y oportunidades limitadas de empleo alternativo.
Para José María Sumpsi, subdirector general de la FAO para la Agricultura y la Protección al Consumidor, cuantificar el número exacto de infantes de uno u otro sexo ocupados en tareas de la agricultura es difícil, debido a que esa mano de obra especifica es frecuentemente clandestina y no se reporta en estadísticas oficiales.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en una estimación conservadora del fenómeno, refiere que esa fuerza agrícola constituye una tercera parte de la empleomanía total de la esfera productiva.
Los empleos clasificados por esa agrupación internacional como los más peligrosos son la agricultura, la minería y la construcción, en ese orden de riesgo, motivo por el cual se duplican las afectaciones que sufren los pequeños, referidos fundamentalmente a accidentes, mutilaciones y padecimientos profesionales como silicosis y problemas respiratorios.
En un análisis de tal flagelo por continentes se conocen datos como que en América Latina uno de cada cinco niños de cinco y hasta 14 años son trabajadores, en África uno de cada tres, en Asia uno de cada dos, y en la Unión Europea asciende a dos millones la cantidad de chicos que se emplean en la calle.
Esa situación se puede apreciar en países desarrollados como Gran Bretaña y, sorprendentemente, en Dinamarca, Holanda y Francia, donde existe el trabajo infantil escondido tras el nombre de "Contratos de Aprendizaje".
Cuba no tiene niños excluidos ni de aquellos conocidos en el mundo como invisibles, a pesar de estar ubicada geográficamente en la región de América Latina y el Caribe, área con mayor brecha entre los ricos y pobres, y que posee millones de infantes involucrados en tal situación.
Desde el triunfo revolucionario de enero de 1959 en la Isla, la infancia y la adolescencia han sido considerados grupos poblacionales altamente priorizados en la política social del Estado.
Los pequeños cubanos reciben 10 vacunas que los inmuniza contra 13 enfermedades prevenibles, con una cobertura superior al 95.5 por ciento y están incluidos en un importante grupo de programas para su cuidado.
Asimismo, la educación constituye un fuerte soporte en el empeño de las autoridades de dignificar al ser humano, esfuerzo iniciado en la nación antillana desde 1961, cuando se realizó la Campaña de Alfabetización, como la arrancada de una Revolución Educacional, todavía hoy en proceso de perfeccionamiento.
El acceso a la educación en Cuba es gratuito y una vez concluidos los estudios correspondientes a la enseñanza media, los adolescentes y jóvenes tienen la posibilidad de continuar su superación en la enseñanza media superior y con posterioridad, con igual gratuidad, ingresar a la Universidad.
En relación con el empleo, la edad mínima para poder laborar es de 17 años.
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