Con asombro he escuchado los epítetos utilizados por el Señor, Economista Rafael Correa, contra un maestro por el delito de expresar lo que piensa y siente: VIVA EL PARO.
La ansiada calidad de la educación que requiere nuestra sociedad no se mide solo con pruebas de conocimientos e información, sino con la práctica de valores de solidaridad, respeto, y justicia.
Nuestros niños y niñas, nuestros jóvenes necesitan de referentes, de auténticos demócratas, de gobernantes que hablen con la verdad, que practiquen lo que dicen, que sean consecuentes en las pequeñas y grandes acciones de la vida. No es justificable Señor Presidente, que en medio de una impresionante fuerza policial, haciendo gala de fuerza y prepotencia, insulte y agreda a la dignidad de maestros y maestras.
Comparto con ustedes distinguidos lectores, mi angustia, mi desilusión, frustración y también indignación al constatar estas paradojas del Gobierno que prometió la “revolución ciudadana”: mientras un escuadrón de la Policía llevaba presa a una indefensa dama y digna ciudadana que participaba de la marcha de los maestros, en esos mismos instantes se producían asaltos a otros ciudadanos.
Los maestros y maestras no son delincuentes, no han robado a nadie, son ciudadanos y ciudadanas merecen el respeto de todos y todas.
Solidariamente,
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